Duff Mckagan

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—¿Y por qué te tienes que acercar tanto a él?—me gritó.
—¿Porque no soy de tu propiedad quizás?—lo miré con los brazos en jarra.
—¡Entonces adelante, se su groupie! ¡Es lo único que vas a poder ser en tu vida!
—¡Ese es el problema, que siempre me verás como alguien inferior solo por ser una mujer! ¡Prefiero no volver a grabar ni un solo disco antes de seguir aguantando tus gilipolleces!—agarré mi bolso.
—¡Nadie te va a recordar, Sharon, nadie! ¡Pasarás a la historia como la puta de Guns N' Roses!—tenía la cara muy roja, y se la dejé peor cuando estampé mi mano contra ella.
—¡No vuelvas a acercarte a mí!—me apresuré a salir de aquel baño y atravesar la discoteca—Gilipollas...—rompí a llorar intentando ver la puerta a través de la cortina de lágrimas acumulada en mis ojos. De repente, cuando ya había salido, choqué contra alguien mucho mayor que yo, sentí su barbilla en mi cabeza y unos brazos largos agarrarme fuerte.
—¿A dónde vas?
—Quiero irme a casa—seguí llorando sin parar, solo dejando que me abrazase.
—Dime qué ha pasado y te llevaré a donde quieras.
—Daniel...me ha dicho mucha mierda.
—¿Dónde está ese hijo de puta?—escuché a Izzy y sonreí entre lágrimas.
—Hablamos en el baño, pero por favor, no hagan nada—me sequé los ojos.
—Tranquilo, vete dentro, yo me encargo de ella—lo calmó Duff sin soltarme.
—Está bien—suspiró el otro, obedeciéndole.
—Nena, mírame—se alejó un poco y levanté la cabeza—. ¿Qué te ha dicho?
—Volvió a soltarme toda esa mierda de sus celos por ti...dijo que solo voy a ser recordada como un groupie y que nunca jamás conseguiré pasar a la historia como algo más que una puta más. Está convencido de que estamos juntos.
—Ven—tiró de mi mano para sentarse en un banco que daba a la playa, quedando a mi altura—, ¿eres consciente del talento que tienes?
—Duff...vivo en un mundo de hombres. Sin él estoy perdida.
—Me tienes a mí—apretó mis manos—, Guns N' Roses tiene productores muy buenos, puedes grabar en nuestro estudio. Nada de lo que él haga podría detenerte.
—¿En serio harían eso por mí?
—Eso y más—sonrió—. Y sobra decir que si ese enfermo intenta hacerte algo, le parto el bajo en la cabeza.

No pude evitar soltar una carcajada.

—¿Ves qué bien te sienta estar así? ¿Quieres que diga más tonterías?
—Gracias por esto—suspiré retirando lo que quedaba de rimel a lo largo de mis mejillas.
—Si le molesta que estés conmigo en las fiestas, nos va a empezar a odiar a los dos porque no pienso dejarte sola. Esta noche duermes en casa conmigo, no pienso arriesgarme a que vaya a por ti otra vez, si quiere hacerte algo tendrá que pasar por encima de mí. Y soy muy alto—sonrió haciéndome imitarlo.
—Gracias, Duff...por todo—se me entrecortó la respiración y tiró de mí para sentarme sobre sus piernas.
—Ven aquí—me abrazó, envolviéndome en su chaqueta—. Estás helada. ¿No te habrá golpeado?
—No, le di un bofetón yo a él.
—Esa es mi chica—me dio un beso en la frente.

Escuchamos pasos apresurados saliendo del bar y antes de que pudieramos ver quién era, ya había agarrado a Duff del pelo desde atrás y lo golpeaba sin pasar en un lado de la cara.

—¡Daniel, suéltalo!—me levanté de un salto.
—¡No has esperado para venir a darle pena!

El rubio lo agarró del brazo y saltó el banco, cayendo sobre él para empezar a devolverle los golpes mientras un hilo de sangre le caía por la barbilla.

—¡Chicos! ¡Izzy, Slash!—corrí a llamarlos
—¿Qué pasa?—el pelinegro se apresuró.
—¡Hagan algo!—volví a llorar. Daniel luchaba por darle puñetazos mientras Axl y Steven intentaban alejar a Duff de él.
—¡Te voy a matar, puta!—me gritaba.
—¡Antes tendrás que matarme a mí, gilipollas, no sabes lo que dices!—respondía el bajista hecho una fiera.
—Llévatelo, Sharon. Nosotros nos encargamos de este—me dijo Slash.
—Duff—lo agarré de los hombros—, ven conmigo. Vamos a casa, ¿vale?

Parecio pensarlo por un momento antes de asentir y darme la mano. En el taxi, no dijo nada y solo entró en silencio a la casa que compartían los Guns.

—¿No vas a hablar más hoy?—dije cuando se dirigió hacia el baño sin mirarme.
—¿Quieres que lo haga?
—Ven—lo llamé sentándome en el sofá y se sentó frente a mí—. Valoro mucho lo que has hecho—le limpié la sangre ya seca con un papel mojado.
—¿No me odias por pelearme? Sé que lo odias.
—No podría odiarte, solo no creo que fuera la mejor opción pero él fue quien empezó.
—Te quiero—me miró a los ojos—, y odio que te trate así.
—Ya no estoy en su vida, ni él en la mía—le di un beso corto pero lento—. No pasa nada. Yo también te quiero.
—¿Cómo?—me miró impresionado.
—¿Qué quieres que te diga? Es la verdad—sonreí.

Se levantó agarrándome de la cama psra arrastrarme escaleras arriba. Justo cuando iba a preguntar dónde íbamos, vi la puerta de su habitación cada vez más cerca y sonreí.

Rock One-shotsWhere stories live. Discover now