Mick Jagger

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Papá no quiere que su niñita se vaya con un Stone pero ¿acaso puede evitarlo?

—Hope, cielo. ¿Dónde vas a estas horas?—escuché a mi madre desde su habitación y cerré los ojos con fuerza teniendo mis tacones en la mano para no hacer ruido. Obviamente fallé.
—Am...—no se me daba nada bien mentir así que solté la primera tontería que me vino a la cabeza—Voy a sacar la basura.
—Ven.

Suspiré frustrada acercándome a la puerta de la que provenía la voz.

—¿Dónde vas?—me miró observando mi vestido negro corto por la mitad de los muslos.
—A tomar algo.—me encogí de hombros.
—¿Con quién?—ahora habló mi padre que se había mantenido en silencio con los ojos fijos en la televisión.
—Con unas amigas.—intenté mentir algo mejor.
—¿No irás a ver a ese hippie con el que sales?
—¡Robert!—susurró mi madre riñéndolo.
—Sabes que no es buena influencia, Mary—la miró—. Seguro que luego apareces por la tarde oliendo a alcohol y marihuana.
—No, papá. Lo prometo—puse cara de buena intentando conseguir que me dejara en paz.

Cuando él estaba a punto de hablar otra vez, escuché una moto detenerse bajo la ventana.

—Tengo que irme, prometo no...
—De eso nada, señorita—negó rotundamente habiendo oído el rugido del motor.
—Pero...—se levantó interrumpiendo mis palabras para asomarse a la ventana del salón. Fui tras él y me apoyé a su lado, Mick estaba abajo, tan guapo como siempre.
—Buenas noches, Señor—sonrió mirando hacia arriba con el casco bajo el brazo—. Vámonos, nena.
—¡Tú!—mi padre lo señaló mientras mi madre le pedía que volviera a la cama—¡Puedes irte olvidando de mi hija! ¡Largo de aquí!
—Con todos mis respetos, Señor, pero ella ya tiene edad para elegir con quién sale—me miró por un momento.
—¡Tiene 17 años y mientras viva bajo mi techo, hará lo que yo diga!
—Papá, por favor...
—Hope, vámonos ya o llegaremos tarde al concierto—ignoró los gritos de mi padre pasándose una mano por el cabello.
—¡Ni hablar, vete de aquí o llamo a la policía!
—Genial, llámelos—asintió Jagger provocándolo.
—¡Ahora mismo!—fue al teléfono fijo que colgaba en la pared de la cocina y marcó el número.
—Mick, por favor, vete. No quiero que te metas en problemas—rogué.
—Preciosa, más te vale que bajes mientras tu padre esté entretenido o subiré a buscarte.

Sonreí dándome cuenta de por qué lo había hecho. Mientras escuchaba a mi progenitor vociferando sobre la mala influencia que había frente a su casa, me escabullí hasta la puerta y la cerré con sumo cuidado. Bajé corriendo las escaleras, en el último escalón me puse los tacones y salí a la calle donde se encontraba mi chico.

—Estás guapísima—se inclinó un poco hacia mí para besar mis labios a la vez que sujetaba mi cintura con una mano.
—Gracias—sonreí colocándome un mechón detrás de la oreja.
—Venga, sube—me dio un casco y lo abracé desde atrás habiendo encontrado la manera de mantener mi vestido donde estaba durante todo el viaje.

Antes de arrancar volvimos a escuchar una voz desde la ventana pero esta vez era mi madre.

—¡Hope!

La miramos.

—Olvidabas esto—me tiró una copia de las llaves que atrapé al vuelo sin bajarme de la moto—. Ten cuidado. Y Mick, cuídala.
—No se preocupe, Señora.—dijo justo antes de arrancar.

Desaparecimos en la oscuridad de la noche solo dejando atrás el rugido del motor sobre el asfalto.

¿De quién será el siguiente?

Rock One-shotsWhere stories live. Discover now