- Por cierto - dijo el ruso dirigiéndose al mayor - Amane está en al coche, le gustó mucho el regalo -

- ¿Quién es Amane? - preguntó fingiendo desconocimiento.

- Mi gato -

- ¿Qué gato? -

Volkov puso los ojos en blanco y decidió seguir hablando con Horacio, en ese momento se preguntó si realmente valía la pena que el arisco hombre estuviese sentado entre ellos, pero quizás solo necesitaba un tiempo para soltar la amargura, de todas formas ya iban a dar las doce y si no se contagiaba de la felicidad colectiva de la ciudad a sus pies, entonces por lo menos habría hecho feliz a Horacio.

Conway observó atentamente a ambos hombre sentados a su lado, la manera en que sonreían al verse, como sus ojos brillaban y sus mejillas se sonrojaban, todo bajo la luz de los focos que iluminaban el letrero de Vinewood y una lámpara de camping que habían llevado. El sonido de sus risas y sus palabras alegres llenaban el silencio de los cerros, de vez en cuando le preguntaban cosas a él, pero al no prestar mayor atención en la conversación respondía con un "ajá" o un "hmmm", a veces incluso con un simple gruñido. Llevaba un buen tiempo diciéndole a Volkov que si no formaba una familia, no sería feliz, que si acaso no quería tener hijos o encontrar una esposa, en esos momentos nada presagiaba que encontraría un tipo de familia distinto al que él creía. No solía demostrarlo, no era su estilo, pero el aprecio que le tenía al comisario era el que se tiene a un hijo, cuando lo acogió bajo su ala no era nada más que un alumno talentoso con sueños de grandeza, su acento era más pesado en ese entonces y tenía la atención de toda mujer soltera con quien se topaba, pero él nunca había mostrado interés en nadie, solo tenía un objetivo en la vida, y en cuanto lo logró, ¿Qué iba a hacer? ¿Cuál sería su siguiente sueño? El día que encontró a esa pequeña alimaña y a ese llamativo hombre de cabello coloreado, fue como si sus sueños se hubiesen renovado, poco a poco, en su semblante se fue reflejando el cambio, si Conway sabía sobre algo, era como se veía una persona fría perdidamente enamorada, y ver ese brillo en sus ojos le producía una satisfacción paternal que creía jamás volvería a sentir, quizás no lo demostraba, pero ver la felicidad de esos hombres frente a sus ojos le daba una sensación de complacencia que guardaría en su ajado corazón. Si bien Horacio parecía ser una presencia llena de energía, lograba hacerse querer, era una persona que conseguía adentrarse en el espacio y el corazón de uno de forma desapercibida, quizás si le daba tiempo podría ganarse un espacio en su corazón junto al de Volkov.

De repente el cielo nocturno se iluminó de dorado, fuegos artificiales surgieron de varios puntos de la ciudad, principalmente desde la orilla de la playa. En medio de la agitada conversación ninguno de los hombres presentes se percató cuando el reloj dio las doce, sorprendidos se miraron antes de comenzar la celebración

- ¡Feliz año nuevo! - exclamó Horacio de repente levantándose de su silla y lanzándose a los brazos de Volkov.

Inevitablemente, por el brusco movimiento, ambos hombres terminaron desplomados en el suelo rodeados de risas y polvo. Al ver el ridículo espectáculo, Conway no pudo evitar bufar para ocultar la media sonrisa que se asomaba en sus labios. En cuanto se levantaron y sacudieron la ropa, Volkov le tendió la mano al mayor, deseándole un feliz año nuevo, Conway le correspondió el gesto cordialmente, pero antes de alejarse completamente del sujeto, Horacio se lanzó hacia él para obligarlo a participar de un abrazo. El arisco hombre se tensó en respuesta sin saber realmente que hacer, pero luego de unos segundos de incomodidad le respondió con unas palmadas en la espalda.

Después de aquel espectáculo, el agente federal decidió que ya era hora de irse, su excusa de siempre era que tenía que trabajar, pero después de todo era cierto. Sin intentar detenerlo, ambos hombres asintieron y agradecieron su breve estadía, si bien solo fueron algunos minutos, para ambos significaba mucho. Antes de alejarse, posó su mano en el hombro de Volkov para darle un ligero apretón y dedicarle un rápido asentimiento, y a Horacio un gesto de despedida.

Teniendo la noche exclusivamente para ambos, Horacio le dedicó una sonrisa antes de agacharse y tomar un par de luces de bengala que había escondido del ruso. Quedándose con una en la mano, le tendió otra a Volkov, juntos las encendieron para verlas brillar bajo la oscuridad de la noche. Horacio inmediatamente alzó la suya hacia el cielo para admirar su brillo, en cambio Volkov tomó la suya y con fuerza la clavó en la tierra, lo único que importaba en ese momento era la como la luz de bengala se reflejaba en los ojos del moreno y la luz pirotécnica policromática iluminaba su rostro.

Los fuegos artificiales apenas se escuchaban, y la ciudad a sus pies se veía llena de colores, el ruso se aproximó lentamente a Horacio que agitaba suavemente la varilla iluminada, y tomó su mano, rápidamente le quitó la luz de bengala de las manos y la enterró junto a la suya para capturar su otra mano y jalar de él para besarlo por primera vez en el año.

- Te quiero demasiado - le susurró Volkov luego de separar sus labios y juntar sus frentes.

Automáticamente, Horacio se lanzó hacia él, rodeando su cuello con sus brazos e inclinándose para atrapar sus labios entre los suyos nuevamente.

- Feliz año nuevo - le respondió en una suave voz

- Feliz año nuevo - contestó igualando su tono.

Horacio rió con el rostro enrojecido y se apoyó sobre el fornido pecho de su novio, abrazados observaron las luces repentinas que aparecían en la ciudad hasta que se apagaron por completo, mientras las almas a kilómetros de distancia disfrutaban de la noche llena de brillantina, sudor y alcohol hasta el amanecer, las suyas se mecían abrazadas a la otra mirando hacia el futuro.

Used to You - Volkacio AUWhere stories live. Discover now