Parte 5

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"Comida, arena, hmmm, ¿Me olvido de algo?" pensó Volkov mientras caminaba hacia la tienda. Desde el exterior de la vitrina se escuchaban inusuales ruidos, se asomó por la puerta de cristal y vio a Horacio hablando por teléfono alterado, no alcanzó a escuchar la conversación, tampoco era su intención, pero logró captar algunas frases sueltas donde se hablaba de dinero, preocupado ingresó a la tienda para corroborar que todo estuviese bien.

En cuanto Horacio vio al ruso entrar a la tienda lo miró con pánico en su rostro, con los ojos, Volkov intentó preguntarle si todo estaba bien, a lo que el de la cresta se apresuró en cortar la llamada.

- ¿Todo bien? - le preguntó el ruso con una voz suave.

- Si, si - contestó acalorado - Era mi madre, vive fuera de la ciudad, he estado teniendo unos problemas con ella, pero no es la gran cosa -

Volkov no quiso invadir su privacidad, pero no quedó satisfecho con esa respuesta, para no incomodar decidió cambiar de tema.

- Vine a comprar un par de cosas - comenzó - Amane se ha estado portando mejor estos días, creo que está creciendo - le comentó.

Horacio intentó sonreír con sinceridad, pero en su mente aun rondaba la conversación que había tenido hace un momento, estaba cansado y se le notaba incómodo y Volkov no quería molestarlo más.

- Si tienes algún problema puedes hablarme, ya tienes mi número, si lo necesitas solo me escribes y yo contestaré, no es molestia - le comentó - y bueno, incluso si un día te apetece salir a despejarte... yo puedo acompañarte -

Mientras decía la última frase su rostro se enrojeció ligeramente, al darse cuenta de aquello, Horacio se ruborizó de igual manera y contestó nervioso, no estaba seguro ni de porqué estaba tan alterado, solía ser muy seguro de sí, pero el ruso lograba ponerlo nervioso muy fácilmente.

- L-lo tendré en consideración, m-muchas gracias - contestó sin mirarlo a los ojos.

Un silencio incómodo invadió la tienda, por lo menos Horacio logró olvidar la conversación telefónica que había tenido con su madre, pero ahora tenía un revoltijo de cosas en su mente y a un hombre que intentaba disipar la tensión a menos de un metro de distancia.

- Bueno, - dijo el ruso cambiando el tema - el viernes tengo otra instrucción, te escribiré para ponernos de acuerdo -

- Si, si, no hay problema - contestó rápidamente.

Volkov terminó llevando lo que tenía en su lista mental y se despidió torpemente saliendo por la puerta.

El viernes se repitió la historia, Horacio fue a cuidar a Amane y Volkov se marchó a instruir a sus subordinados, solo que esa vez Horacio se aseguró de no quedarse dormido en su sofá. Al final, en medio de la noche Volkov fue a dejar al de cresta a su edificio esperando a que entrara por la puerta antes de retirarse a su hogar.

***

Horacio miró el calendario de la tienda, tenía cita con el comisario nuevamente, tenía que vacunar a Amane por segunda vez, sabía que debía poner su mejor cara, pero había vuelto a pelear con su madre esa mañana y sus ánimos habían abandonado su cuerpo. No quería dejar que esa mujer arruinara su día, pero era inevitable, desde el principio las cosas habían sido así.

Cuando Volkov entró por la puerta con el transportador en mano, intentó actuar de la manera más alegre posible, pero su actuación no parecía ser muy convincente, el ruso lo miraba con ojos preocupados y le hablaba con delicadeza, no quería ser tratado como un niño, pero entendía el actuar cauteloso del comisario.

Volkov revisó la hora en su celular.

- ¿A qué hora cierra la tienda? - le preguntó de repente.

Horacio chequeó la hora en el computador situado en el mostrador.

- En media hora más o menos, ¿Por qué? -

- Te invito un café, te veo algo cansado. Tu me diste uno el día que llegué agotado - le recordó.

Lo pensó unos segundos, no tenía ninguna razón por la que decir que no, y bastantes para decir que sí.

- Okay, cerraré antes - le respondió con una sonrisa que por primera vez en el día fue sincera.

A pocas cuadras de distancia había un café de franquicia, dejaron a Amane en la tienda con comida y agua, y caminaron lado a lado por la acera hasta entrar por la puerta de cristal con el logo pegado justo en el centro.

Una vez sentados en la mesa, Horacio recordó la conversación del día anterior y la de la mañana, Volkov notó de inmediato el cambio de ánimo en el hombre sentado frente a él, y le preguntó si todo estaba bien.

- Es mi madre... Le envío dinero cada final de mes, solo así me deja en paz, pero últimamente insiste en que la vaya a ver. Pero ir a verla... significa tomar un bus hasta allá, pierdo mucho tiempo, y por si fuera poco ya he abandonado muchas cosas por ella, por algo no he podido ahorrar para un auto, necesito trabajar, no puedo tomarme unos días así como así si al final le tengo que terminar enviando mi dinero... - protestó desahogándose.

Volkov suspiró, se sentía culpable por tomar parte de su tiempo para cuidar a su gato, quizás en ese tiempo podría ir a ver a su madre y solucionar las cosas, y él solo se lo estaba impidiendo.

- ¿Te he estado quitando el tiempo? No era mi intención... - comenzó el ruso, pero rápidamente fue interrumpido.

- No, no, no. Créeme que cuidar a Amane es una de las cosas que más espero en la semana, después de todo fue idea mía, no te preocupes, me gusta hacerlo -

Insatisfecho con la respuesta y aún buscando una solución en su cabeza, Volkov lo pensó unos minutos.

- ¿Qué dices si te llevo yo? Yo tengo coche, no es problema -

- Pero qué dices, no podría abusar de tu tiempo así - se apresuró a contestar el de la cresta.

Volkov resopló.

- Que va, ya me hace falta tomarme un día libre, además, ¿Somos amigos no? -

"Amigos" pensó Horacio, ya no lo consideraba solamente el veterinario de su gato, había decidido verbalmente confirmar el avance de su relación de conocidos a amigos. Su piel aceitunada se tiñó de un ligero color rojizo, ¿Cómo podía decir que no ante la idea de pasar un día libre con el ruso? Incluso si eso significaba pasar tiempo con su madre.

Horacio asintió y aceptó la propuesta con el corazón en la mano.

Terminando el café, volvieron a la tienda para buscar a Amane y luego cada uno dirigirse a su apartamento, el viento jugaba con sus cabellos y la temperatura amenazaba con descender, despidiéndose con la mano se voltearon y caminaron en dirección contraria para llegar a sus destinos respectivos.

Used to You - Volkacio AUWhere stories live. Discover now