Agustín de Hipona

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Yachi estaba hecha un lío, en menos de una semana se había involucrado en los problemas amorosos de sus amigos, había iniciado una relación con alguien que no le gustaba pero quería cuidar de si mismo y descubierto una relación entre dos de sus compañeros del equipo.

Sugawara había sido honesto con ella en cuanto lo había descubierto en la biblioteca con Daichi durmiendo en su regazo. Ese día después de clase se saltaron el entrenamiento para hablar, obviamente con Sawamura cubriendo su ausencia. Al llegar a una pequeña cafetería y ordenar un par de dulces el mayor habló.

¿Cómo te sientes Yachi-chan?

¿Eh? No lo sé...¿Debería sentirme de alguna forma?— Aunque pregunto con honestidad, sentía una ligera hostilidad en la mirada que le era dirigida.

No lo sé, quizás crees que es extraño o que está mal lo que viste. Supongo que me pedirás algo cambio para guardar nuestro secreto de todo el equipo... Así que dime qué es lo que quieres—. El miedo la invadió de forma repentina ¿Que debía hacer ahora?

N-no quiero nada, de verdad... Solo me sorprendí, pe-pero es algo que no me incumbe así que no diré nada, si Suga-sempai se siente más cómodo incluso lo olvidaré completamente— el ataque de nervios que sentía fue interrumpido por una dulce y estridente carcajada proveniente del albino. Toda la tensión acumulada hasta el momento se había dispersado en el aire.

Ya veo... Estaba preocupado, creí que estaría en problemas.

¿Porque lo estarías? No estabas haciendo nada malo.

Tus palabras me recuerdan tanto a Kiyoko...su postura había cambiado a una mas tranquila, Hitoka notó que realmente había estado asustado cuando empezaron a conversar.

¿A-a Shimizu-sempai? Imposible.

Es en serio, Kiyoko fue quien me enseñó a no sentir miedo, a no pedir perdón por sentir lo que siento y eso fue lo que me hizo creer que el mundo podía ser reconfortante, que podía aceptar sin tanto miedo quién era y cómo me sentía—. Ver al albino hablar tan relajado era sin duda reconfortante, no sabría decir si era por su voz, la energía que proyectaba o simplemente porque su sonrisa era encantadora.

V-vaya... Eso suena impresionante.

Lo es ¿Me creerías si te digo que es la persona que más amo en el mundo?

¿Eh? ¡¿EH?! P-pero creí que Sawamura-sempai... fue interrumpida, nuevamente por aquélla ligera risa.

Es un amor diferente, ella es mi ángel de la guarda y creo que la de todo el equipo más allá del vóley, a pesar de ser tan poco expresiva tiene esa hermosa capacidad de hacerte sentir mejor con dulces acciones o con pequeñas palabras.

¿Enserio?pregunto sorprendida.

Si, recuerdo que ella fue la primera que se dio cuenta de que me gustaba Daichi, se dio cuenta porque Michimiya-san vino a pedirme ayuda para lograr salir con él. Yo no sabía cómo sentirme sólo sé que en cuanto llegó Shimizu me pidió ayuda con algo y yo salí corriendo detrás de ella, ahora que lo pienso un poco seguramente fue patético, pero llegó justo a tiempo para defenderme sin que yo lo supiera, algo muy propio de ella; luego de eso me llevó hasta la azotea y hablamos, hablamos mucho... Lo que más recuerdo de toda esa conversación fue que pedí perdón, me disculpé con ella una, otra y otra vez mientras lloraba de forma casi incontrolable, creo que parecía un bebé. Le pedí perdón por depender de ella en algo tan sencillo, le pedí perdón por ser quién era y ella... ella me cuidó en su momento... Se mantuvo a mi lado y me hizo tan feliz que lo hiciera, porque me dijo las palabras más hermosas que pude escuchar en medio de mi crisis, me estaba odiando tanto hasta que ella habló: Nosotros podemos amar a quién nosotros consideramos necesario y no habría porque pedir perdón por eso, así que está bien—. Sus ojos brillaban ante el recuerdo, como preciosas gemas. —En su momento me sentí tan feliz que olvidé la realidad, fue entonces cuando las cosas se complicaron un poco.

Todas las formas del amorWhere stories live. Discover now