Francis Bacon

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No era la primera vez que visitaba Tokio, pero siempre había creído que era una ciudad impresionante, estaba completamente segura de que sin querer se perdería entre tantas calles si estuviera sola.

Los entrenamientos del equipo eran arduos y los castigos agotadores, sin embargo su mayor preocupación gritaba en torno a sus compañeros de primer año, por un lado Hinata y Kageyama habían vuelto a discutir, en consecuencia ahora estaban entrenando cada uno por su lado y si bien eso no era malo, tenía miedo de que su relación se fragmentara gracias a ello. Por otra parte el pánico la había inundado al enterarse que Yamaguchi y Tsukishima habían vuelto a discutir, todo gracias a los mensajes de texto que mantenía con el rubio; el más alto había intentado hablar con el castaño buscando retomar su antigua amistad pero para su desgracia la situación terminó bastante mal. Yachi no supo que decirle, tampoco había sabido que hacer, siempre le molestaron las situaciones dolorosas pues le traían recuerdos amargos, sin embargo tenía la esperanza de que nada pasara a problemas mayores.

En ese momento se dirigía a los gimnasios por los oscuros pasillos para completar con sus tareas del día, llevaba varias canastas apiladas en sus brazos que contenían uniformes limpios de todos los equipos. No veía por dónde iba, además estaba demasiado demasiado enfrascada en sus caóticos pensamientos, como para notar que alguien igual de distraído caminaba en su dirección.

El impacto fue inevitable, todas las canastas habían caído al suelo junto con ella, pero al notar que todas las prendas seguían en su lugar procedió a disculparse— L-lo lamento, no podía ver muy bien por dónde iba— frente a ella, aún en pie, estaba un chico de 187 centímetros de altura, cabellera negra y una sonrisa que le recordaba ligeramente al gato Cheshire.

¿Oya?— Lo recordaba, era el capitán de la academia Nekoma— Que pequeña.

La rubia se puso en pie ahora con un semblante molesto—N-no todos podemos ser tan altos— había pasado un tiempo desde que sentía que se burlaban de ella por su estatura.

¡Ah! Perdón, perdón ¿Te ayudo a llevar eso?—Por su parte, cuando el mayor notó las canastas a su alrededor se dispuso a recoger el pequeño desastre.

Por favor— Sentía que no perdía nada al aceptar la ayuda, sin embargo le molestaba no recordar el nombre de la persona frente a ella— Perdón por molestar...— esperaba que no se notara en su rostro su incomodidad, pero el pelinegro lo notó enseguida.

Kuroo Tetsurō y está bien, estaba buscando a alguien así que vamos por el mismo sitio, tu eres del karasuno pero tampoco recuerdo tu nombre.

Yachi Hitoka, primer año— después de un asentimiento se formó un incómodo silencio que era únicamente interrumpido por sus pasos, los ojos ámbar miraban nerviosos a todas las direcciones buscando un tema de conversación, en cuanto notó el kanji de gato en el uniforme carmesí simplemente empezó a hablar—S-son bastante increíbles, el Nekoma es un equipo muy sólido, su defensa es sorprendente— su apunte era normal, evidentemente quería conversar, así que respondió de forma distraída, sin el más mínimo ápice de interés.

Ah, gracias. Entrenamos mucho así que es todo por el trabajo del equipo.

Sin embargo su forma de atacar es lo mejor de todo.

¿Como dices?— sus palabras lo devolvieron a la realidad fuera de sus pensamientos, tomándolo por sorpresa.

Si, creo que su armador es sorprendente, es como si dirigiera todo el juego de ambos lados de la cancha— Hitoka no notó cuando una sonrisa sincera se formó en los labios del capitán rival, ni como su expresión se relajó, ni como sus ojos brillaron ligeramente— además Hinata se emociona mucho hablando de él... Kozume-san ¿Verdad?

Todas las formas del amorWhere stories live. Discover now