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Vegetta se miró reflejado en el cristal de la ventana del comedor

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Vegetta se miró reflejado en el cristal de la ventana del comedor. Se colocó bien el pelo hacia arriba, y su cabeza se movió en un pequeño gesto de apreciación. Estaba guapísimo, era absurdo negarlo. 

Se había pasado un buen rato quitando toda la dinamita que aún estaba en la entrada de su fortaleza, y la había guardado en un lugar seguro para no ser utilizada nunca, a no ser que fuese absolutamente necesario. 

Después de eso había hecho todas las comprobaciones posibles, revisar inventario, ordenar cofres, alimentar animales, ponerle el suelo al piso superior... Pasaba el tiempo y se iba quedando sin cosas que hacer. Estaba ansioso por escuchar la voz de Rubén a través de los auriculares, pero no estaba seguro de que fuera a aparecer, y eso le carcomía los nervios. Estaba decidiendo que quizá era un buen momento para volver a trabajar con las uvas y el vino, cuando el sonido de la llamada se activó. 

- ¿Vegetta?

- ¡Doblas! - Temió que su tono de voz le delatara y carraspeó un poco para ocultar la emoción, hablando ahora en un tono más grave. - Doblas, llegas tarde.

- ¡No llego tarde Vegetta, son sólo unos minutos!

- ¡Sólo unos minutos! ¡Si me ha dado tiempo a encontrar tres chocobos ya!

- ¿FUISTE SIN MÍ?

- No... Pero si hubiera ido los habría encontrado. 

- Imbécil.

Vegetta se peinó una vez más antes de llegar a casa de su amigo. Habían decidido empezar a buscar por el bosque que se extendía detrás de la misma, y quedaron de verse junto al molino. Rubius ya estaba allí, con su sudadera blanca, su pelo despeinado y una tímida sonrisa dibujándose en sus labios. Vegetta no podía imaginarse una imagen más perfecta, a excepción quizá de la del chico que se ocultaba tras aquella skin, cuyas fotos había revisado ya incontables veces. 

- ¿Te has quedado empanao o qué pasa?

Vegetta salió de su ensoñación rápidamente. 

- Por favor, yo nunca me quedo "empanao".

- Ok, boomer. 

Buscaron durante mucho tiempo. Hablaban de temas sin importancia, se molestaban el uno al otro, discutían por tonterías... Todo era exactamente como debía ser, su dinámica de siempre había vuelto por fin. Pero para Vegetta no era suficiente. 

Rubius estaba entretenido intentando hacer que los filtros de la cámara funcionasen. 

- Joder, quiero una foto en sepia, pero el puto filtro no va.

- Oye Doblas. 

- ¿Hm? - contestó sin mirarle, dándole vueltas a la cámara en la mano, intentando encontrar dónde estaba el fallo por el que cada vez que intentaba hacer una foto en sepia, el aparato se bloqueaba. Estaba tan entretenido en aquello que tardó unos segundos en entender la pregunta de su compañero. 

- ¿Te gusta alguien?

A Rubius casi se le cae la cámara al suelo porque por un segundo sus manos dejaron de funcionar. 

- ¿Qué?

- Que si te gusta alguien. 

"Tú", pensó al alzar la vista para mirarle. "Me gustas tú, gilipollas".

- S-sí, supongo que se podría decir que sí. 

Intentó que su tono sonase lo más despreocupado posible. 

- Oh... ¿y puedo saber quién es? - Vegetta desvió la mirada, fingiendo que buscaba algo en una de las bolsas de su cinturón.

- No creo que la conozcas. - Contestar en femenino le pareció la forma más rápida de salir de esa conversación. 

- Vaya. - Así que era una chica. Aquello complicaba las cosas. - ¿Es guapa?

- Claro, guapísima. 

- Ahora tengo curiosidad. ¿Tienes una foto?

- Sí, luego te la mando. - se arrepintió inmediatamente de decir eso. ¿Cómo cojones se le ocurría decir que le mandaría una foto? Si es que era imbécil. Dejó de nuevo el tema para el Rubius del futuro y cambió de tema, desviando totalmente la conversación.

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