KARMALAND VR

29

- ¿Qué ha sido eso?

- ... ¿Nada...? - Rubius sospechaba quiénes habían sido los causantes, pero esperaba que Vegetta no quisiera ir a investigar, que prefiriera quedarse allí con él un rato más. Como si no conociera a Vegetta. 

- ¿Cómo que nada? Vamos a ver, ahora mismo. 

Rubius suspiró y se levantó de la cama. Vegetta ya estaba en el vestidor, escogiendo una armadura. 

- ¿No llevas armadura?

- No he traído, no me gusta. 

 - Es que eres tontito. Vamos. 

Rubius le siguió a regañadientes, pero era cierto que algo de curiosidad tenía. Cuando llegaron al pueblo supieron perfectamente a dónde ir, ya que una columna de humo se elevaba en el cielo desde el lugar en el que debería de estar el casino. Muchos habitantes del pueblo estaban allí, pero la policía ya había acordonado la zona. 

Los recién llegados saltaron el cordón y se acercaron a las tres personas que ya estaban allí, conversando entre los escombros. Alex, Willy y Auron. 

- ¿Qué ha pasado? - Preguntó Vegetta, dirigiéndose directamente al policía. 

- Eso me gustaría saber a mí. Pero vamos, que esto ha sido un atentado, seguro... ¡Nuestro casino, Vegetta!

Mientras hablaban, Rubius intercambió una mirada rápida con Willy, quien le guiñó un ojo sin que nadie le viera. No es que tuviera dudas de que había sido él, pero tenía un mal presentimiento. 

Auron, mientras tanto, escudriñaba en todas direcciones en busca de pistas. 

- Algo tiene que haber... - murmuraba más para sí mismo que para el resto. De repente lo vio. - ¡Eh! ¡Aquí hay algo! ¡ Señor agente! 

Alexby se acercó rápidamente, seguido por todos los demás. Era cierto, había algo en el suelo. Cuando Alex lo recogió y le quitó el polvo, todos los pudieron ver. Una máscara de lobo. 

Rubius sintió cómo todos sus músculos se tensaban, y era plenamente consciente de que Vegetta, a su lado, estaba exactamente igual, o incluso peor.

- ¿Eso es...? - comenzó Willy.

- ¿No es de ese ladrón? ¿El lobo de la noche, o algo así? - intervino Auron.

- ¡El Lobo Nocturno! - Exclamó Alex, feliz de, por fin, tener una pista del culpable. 

Tanto Vegetta como Rubius sabían que aquella máscara no era la de Lobo Nocturno, pero no podían decir nada sin descubrir el secreto. 

- Eeh... tampoco hay que precipitarse, podría ser de cualquiera. - Intentó apuntar Rubius. 

- Claro, porque todos tenemos cuatro o cinco máscaras de lobo en nuestra casa, ¿no? - dijo Willy con sarcasmo. - ¡Sólo hay una persona que usa esto, agente! ¡Está claro!

- A LA HOGUERA. - Auron, como siempre, metió cizaña.

- Calma, calma. Investigaré. De momento... ¡ofrezco una recompensa! Veinte Karmas de oro para quien me traiga información valiosa sobre la identidad de ese Lobo Nocturno.

Vegetta volvía a paso rápido hacia su casa. Tenía el ceño fruncido y no había dicho ni una palabra desde que habían abandonado el pueblo. Rubius le seguía sin saber qué decir. 

- Vegg...

- Esa hermandad tuya me puede comer el huevo derecho. 

- Pero yo no he... 

- Lo sé, lo sé. - Le interrumpió Vegetta, deteniéndose para mirarle. - Sé que tú no has sido y no has dicho nada. Confío en ti. 

Rubius asintió con la cabeza, aunque no se atrevió a decir nada más. Estaba muy intranquilo. El plan de la Hermandad era esperar a saber la identidad de Lobo Nocturno antes de hacer ningún movimiento en su contra, ¿por qué habían decidido hacer aquello? Vegetta se fijó en su expresión preocupada. 

- No te preocupes, chiqui, lo solucionaré. - Se acercó y le dio un beso ligero en los labios - Pero hoy no, me muero de sueño. 

- Buenas noches Vegettita. - Rubius le sonrió y esperó a que se desconectara para desconectarse él también. 

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