Capitulo 3

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Dispuesta a irme a la cama, escucho que  alguien toca la puerta.
Agarro lo primero que pillo, no sea que se trate de un ladrón o vete tú a saber quién será.

— ¿Quién es? — Pregunto levantando la figura de porcelana antes de que Zuleka, una compañera me diga que es ella.
Dejo aun lado la figura y con cuidado abro la puerta.

— Perdona que venga a estas horas Veruska, era para avisarte que mañana debemos estar muy temprano en el hotel, al parecer ha surgido un problema con el gerente.

— ¿Con Félix? ¿Y ese desgraciado que le ha pasado? Le ha caído una bomba encima de la cabeza.

— No estoy muy segura, pero corre el rumor de que alguien de alto cargo le haya llamado la atención y está muy furioso. Tanto que va ver despidos.

— ¿Y porqué no lo echan de una vez?

Zuleka se encoge de hombros, la pobre no lleva mucho tiempo trabajando en el hotel y al parecer, aún no se percatado quien es en realidad el pervertido que tenemos como jefe.
En fin, no me queda de otra que levantarme temprano para saber qué está sucediendo con el bastardo de Félix.
No lo supe hasta que no llegué a la entrada del hotel, donde todos los empleados que trabajamos allí estamos en fila observando a Félix y otro hombre más, vestido con una túnica y un pañuelo en la cabeza. Parece un hombre árabe.
Los dos se sitúan enfrente nuestro en silencio. Todos permanecemos en fila mirando a los dos hombres.

El primero en hablar es Félix, el cual mirando uno a uno comienza a darnos una charla de porqué alguien ha ido con el cuento de que él sea un negrero llegando a tratar mal a los trabajadores.
Aprieto mis puños con todas mis fuerzas, la injusticia me puede terminado por llevarme los demonios.
¡Maldita sea! ¿ Es que nadie va abrir la boca?

Ante tal silencio, el muy desgraciado de Félix se pavonea alzando su barbilla mostrando su cinismo, del cual se deberá sentir orgulloso.
Suelto el aire acumulado, cuando ya me disponía para marcharme, Félix pronuncia mi nombre, sin ningún pudor comienza acusarme.
Me quedo paralizada, siento que estoy a punto de desmayarme ante tanta presión.

— Ve señor Jalîl, esta señorita es la que está diciendo mentiras sobre mí. — Intento protestar para defenderme de su acusación. El hombre vestido con la túnica se acerca a mí, estudiándome en en silencio durante unos minutos me hace la pregunta.

— ¿Es verdad lo que usted afirma? Sepa que este señor lleva años trabajando en mi hotel y si lo despido injustamente usted será la responsable de todo.

No puedo dar crédito a lo que escucho. ¿Por qué a mí?

— Es verdad señor. El señor Vidal se la dedica acosar a mis compañeras, se queda con parte de nuestro sueldo si no le hacemos ciertos favores. No miento, pregunte a las demás chicas.

Aquel hombre, paseó despacio mirando uno a uno a mis compañeros, los cuales permanecían en silencio salvo Margarita, ella fue la única que me defendió.
A pesar de que no  sirvió para nada de que hablase a mi favor, debido a que ninguno de mis compañeros sacó la cara por nosotras. Permanecieron todos con sus bocas cerradas dejando que aquel hombre vestido con la túnica, creyese más en la palabra de Félix que en la nuestra.
Por lo que fuimos despedidas ese mismo día.

— Lo siento Marga, yo no quería...— Pronuncioa
Á arrepentida por qué mi amiga también haya perdido su empleo.

— No sientas nada amiga.  Al menos hemos podido desquitarnos con ese bastardo. Y bueno, teníamos un buen trabajo, pero ... Ya encontraremos otro. — Como siempre Marga tan positiva.

De pronto, empecé a recordar. Si las cosas se habían destapado y el capullo de Félix me ha culpado directamente a mí es porque... Maldito morenazo. Él ha abierto la boca, estoy segura de ello.

Forzada Para Complacer Where stories live. Discover now