Emociones

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Sus momentos en la ducha eran tan preciados como un saque flotante que anota un punto; el caer del agua tibia sobre su cuerpo siempre le daba una gran sensación de tranquilidad, como la lluvia pero más cómoda.

Dejó su mente en blanco por los pocos instantes que su pesar pudo permitirle ¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo se supone que debía confrontarlo? Para empezar ¿Debía confrontarlo? No quería. Sus piernas flaquearon y se apoyó con ambas manos en la loza frente a él, con la mirada al suelo, sintiendo el agua caer sobre su cuerpo una y otra vez, aquellos cientos o miles de gotas, si se concentraba quizá podría contarlas...

Sacudió la cabeza. No estaba en posición de dirigir su mente al vacío infinito dentro de su pecho. 

Debía ser fuerte. 

Sin embargo, su psique se dirigió hacia el otro extremo de la situación, aquel donde él ignoraba todo y se permitía disfrutar ese amor, pretendiendo que nada había pasado. Quizá no era necesario confrontarlo por ahora; aunque su corazón se sintiera como un enorme vacío en su pecho cada que sus ojos se encontraran con su persona favorita en este mundo, a pesar de preguntarse ¿Le estará rogando a Kuroo? cada que viese que el de lentes tomase el celular, sin poder dejar de sentirse traicionado y flagelado una y otra vez, podía hacerlo, si eso le aseguraba unas cuantas muestras más de mísero amor, unas migajas de caricias y besos que quizá para el rubio no significaban nada.

No. 

Iba a doler, cada momento a su lado de ahora en adelante, lo confrontara o no, iba a ser el mismísimo infierno.

¿Por qué no se conformó con quedarse con la duda? 

En ese momento deseaba haber sido un exagerado, deseaba con todo su corazón haber sido descubierto y que Tsukki le dijese que podía ver cuanto quisiera, con esa cara tan seria y quizá un atisbo de preocupación en su mirada, porque no iba a encontrar nada debido a que sólo tenía ojos para él, para el chico de pecas que le había robado el corazón una y mil veces.

Pero no fue así. 

Y es ahí donde regresaba al círculo vicioso de torturarse, de rememorar cada mensaje, de odiarse a sí mismo.

Tú: Te quiero.

Gatito Kuroo: Yo también te quiero.

Tú: Pero yo te quiero más.

- Pueden irse a la mierda tú y tu puto gato, par de imbéciles, los odio - dijo mientras golpeaba suavemente la loza, aún con la mirada dirigida a sus pies; notando que la última frase tardó un poco en formarse en sus labios, en su mente y en su corazón, saboreando lo amargo de decirlo, pues nunca había tenido un sentimiento tan fuerte que se contrapusiera al amor; sería una espina clavada por siempre, o al menos hasta que esa situación terminara de forma satisfactoria o no -

- ¿Yamaguchi? - escuchó a su pareja al otro lado de la puerta - Estás tardando más de lo usual - mencionó en un tono bastante neutro, el de pecas dudaba mucho que estuviese preocupado, quizá solo quería que se apurara para ver el programa que siempre ven o alguna película, o solo charlar, o besarse... - 

Y ahí iba, ese sentimiento de odio ¿Hacia quién? ¿Tsukishima?¿Odiarlo?  Tal vez... No lo sabía.

- Perdón, Tsukki - su voz, una voz asqueada, sin ningún asomo de vergüenza, ni siquiera de realmente sentirse mal por tardarse más en su baño, salió de su boca -

- Oh, no pensé que te molestara, bueno, te espero - 

Pudo escuchar levemente unos pasos alejarse, el sonido de una puerta cerrarse y su corazón palpitar tan rápido como el de un maratonista recién acabando una carrera.

¿Qué había sido todo eso?

Se sentía... mal.

A decir verdad, mal era muy poco para la magnitud de sus sentimientos, había tantas palabras que podrían describir sus emociones: agobiado, insuficiente, abatido, vulnerable, decepcionado, irritado, ultrajado, celoso, devastado, ridiculizado, solo... La lista podría seguir por horas y él no se cansaría de decir el por qué de cada emoción, cada sentimiento clavado en su corazón, en su mente, en él mismo.

Su mente viajó al escenario perfecto.

Kei en el suelo, viendo la televisión, Yamaguchi entrando de un portazo.

-Eres un imbécil- le diría tan solo al abrir la puerta-

- ¿De qué hablas? - Tsukishima lo vería un poco desconcertado - 

- Ya sabes, los mensajes -

- ¿Qué mensajes? - y se le  tensaría la mandíbula y cada maldito músculo de su ser, quizá por el enojo de saber que Yamaguchi invadió su privacidad, o por la tensión y remordimiento de saber que fue atrapado con las manos en la masa -

- Los tuyos con Kuroo - y es ahí donde su voz se rompería, empezaría con un sollozo ligero para luego dejar salir unos berridos dignos de una reina del drama,  y sus ojos se llenarían de lágrimas, querría ser sostenido por los brazos del rubio, ser acunado una vez más, pero no podría porque el daño ya estaba hecho y lo único que podía hacer era continuar con el show - ¡ME DIJISTE QUE ERAN SOLO AMIGOS! - una bofetada a la cara del rubio para darle más sabor, lo disfrutaría aunque después se arrepintiese y su mano doliera por la fuerza del impacto -

- ¿Qué te pasa? - preguntaría el de lentes, tocando su mejilla, conmocionado por cómo la situación escalaría tan rápido - Somos amigos - desviaría la mirada, sabiendo que ha dicho esa mentira tantas veces que a este punto ya ni él se lo cree -

- Amigos que hablan de tener una vida juntos, que insinúan tener sexo, que le llaman a tu pareja ¿Cómo era? ¿Loco es la palabra? - y Tsukishima abriría los ojos de par en par, como platos, Yamaguchi disfrutaría ese rostro, el rostro de alguien derrotado, de alguien que sabe que está jodido - ¡YO SOLO QUERÍA QUE ME AMARAS! ¡NO SOLO TE ROGUÉ! ¡YO TE AMO! ¡O TE AMABA! ¡NO LO SÉ! -

- Yamaguchi, cálmate, no es lo que parece, en serio, te lo juro...- sí, claro que trataría de excusarse, no era un imbécil - En serio, solo eran mensajes de broma - justificándose, jodiendo a su, hasta ahora, pareja, diciéndole que sus ojos no funcionan para quedarse, para seguir jugando a la pareja perfecta, para seguir rompiéndolo todo a su paso-

Yamaguchi exhaló.

Mucha imaginación por hoy. 

Cerró la llave y poco a poco las gotas se convirtieron solo en chorros disparejos cayendo de los mechones de cabello que se pegaban en su frente, mejillas, en su nuca y que terminaban por recorrer todo su cuerpo.

Miró hacia el techo, con el agua aún escurriendo, juntó las manos en su corazón y se permitió sollozar un poco, se lo merecía, merecía sentirse mal, sentirse usado, porque había sido así, a pesar de que algo dentro de él decía que todo había sido culpa suya.

Si fueras más guapo.

Si fueras más seguro de ti mismo.

Si no tuvieras pecas.

Si no fueses tan delgado.

Mírate, eres un asco.

Tsukki no necesita locos.

Pudiste ser mejor, pero no, solo eres una vil basura ¿Lo ves ahora?

En un mundo perfecto, él sería el mejor prospecto para Tsukishima, lo mejor de lo mejor, y el rubio no desearía a nadie más que a él, crecerían, vivirían juntos, adoptarían una mascota, quizá a un niño.

En un mundo perfecto, Tsukishima no hubiese mentido. 

No lo haría odiarse, odiar sus pecas, sus brazos delgados, su baja estatura, su cabello raro, su timidez, su corazón que únicamente sabía amar y dar todo de sí, sus ojos que miraban al rubio como si fuese la jodida luna llena rodeada de estrellas en la noche más perfecta del otoño.

No lo haría sentirse así de miserable.

HANGOVER [TSUKIYAMA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt