Perdiéndolo

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El fin de semana estaba comenzando, si bien el viernes no tenía nada de particular había visto a Hinata tomar la mano de Kageyama por un segundo mientras salían lentamente de la escuela; su emoción al respecto duró muy poco, pues de todas formas ya no tenía a quien contárselo.

Caminó hacia su casa por una nueva ruta, con el motivo de sacar algo refrescante y renovador de la experiencia en la que estaba viviendo, sin lograrlo del todo.

La primera vez que le rompían el corazón.

Todo tenía un toque agridulce, el almuerzo, las pláticas con sus compañeros de clase y de entrenamiento, la caminata a casa, incluso respirar parecía tener algo nuevo y emocionante, pero a la vez  doloroso y repulsivo que incluso en algún punto de su día pensó en gritar hasta que la garganta le doliera, sin importarle si sus compañeros lo veían como un bicho raro.

La dicotomía que ahora sentía con el concepto del amor que le tenía a Tsukishima y la sensación de una libertad forzada le hacían sentirse incómodo en su propia piel.

Llegó a casa con pesar, tendría que explicar a su madre que Kei no se presentaría para la cena por primera vez en mucho tiempo, y comenzarían las excusas, el picor en sus ojos y el sentimiento de vacío dentro de su ya lastimado corazón.

- He llegado - dijo quitándose los zapatos en el recibidor -

- ¿Hoy vienes solo, cariño? - preguntó su madre, asomándose por la cocina, con una mirada escrutante y sorprendida -

- Kei tuvo unas cosas que hacer - musitó tratando de mantenerse tranquilo y no pensar mucho en una excusa producida -

- Entiendo -

Asintió relajándose un poco, su madre no lo presionaba si no quería hablar ni mucho menos actuaba como Akiteru cuando quería saber algo.

Rió un poco ante el pensamiento de Akiteru observándolo desde el otro lado de la calle, con una gabardina y un sombrero que cubriera la mitad de su rostro, haciendo que, en vez de camuflarse, se delatara a sí mismo mientras buscaba información de por qué él y Kei no estaban juntos al inicio y fin del fin de semana, como usualmente pasaba.

- Algo que Akiteru definitivamente haría - pensó -

¿Alguna vez podría  ver al mayor de los Tsukishima sin sentirse culpable o con la necesidad de darle una explicación? ¿Podría volverlo a ver si quiera?

Se sentó a la mesa con el plato que recién había servido su madre, un curry caliente y humeante con trozos de zanahoria y papa por todos lados.

- Provecho - juntó sus manos y agradeció con todo su corazón poder tener una comida caliente y reconfortante que lo hacía sentir amado -

- Come bien - sonrió su madre desde la cocina -

El primer bocado del curry le supo a gloria, no es que no le gustara el almuerzo que su madre realizaba diariamente y con todo el amor del mundo para él,  era simplemente que en ese momento era justo lo que necesitaba y no pudo evitar soltar una que otra lágrima al momento de llevar todos los bocados a su boca.

Si tan solo pudiera alejarse de todo lo que le hacía daño; o cerrar su mente y prohibir que dentro de sus pensamientos se colaran los sentimientos de abandono, desolación, repulsión, aquellos que le perseguían y le causaban un enorme picor que nunca parecía pasar.

Rogaba por dejar de sentirse incómodo en su propia piel.

Terminó de comer  y disimuló el pase de la servilleta por sus ojos, pretendiendo que lo caliente y picante era lo que lo hacía derramar lágrimas, y no el rubio de ojos dorados, tan alto como un poste, que lo hacía sentirse insuficiente.

HANGOVER [TSUKIYAMA]Where stories live. Discover now