Charlas

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Hinata había llegado más rápido de lo que Yamaguchi habría pensado, la sonrisa del más bajo y su aura animada hacía que él no se sintiera tan mal, era lo suficientemente refrescante como para que el pecoso se olvidara, al menos unos segundos, de lo amarga que había sido la noche anterior.

- ¡Buenos días! - exclamó con una sonrisa de oreja a oreja,  que se vió opacada cuando su mirada se topó con la de Yamaguchi, la cual se observaba lastimera, enrojecida y con cansancio - ¿Estás seguro de querer ir a la práctica? - preguntó sin maldad, adivinando un poco del porqué la pelea de la noche anterior - Quizá por un programa de T.V., Amargashima es demasiado minucioso  - pensó -

-Sí, estoy bien - infló su pecho para intentar verse mas fornido, pero lo único que ganó fue un enorme sentimiento de debilidad y querer ser abrazado y arrullado una y otra vez -

- ¿En serio? - Hinata lo observaba con recelo, al parecer su cara hinchada y sus ojos rojos lo delataban demasiado -

- No - masculló -

De ahí en más el camino fue cuesta abajo con respecto a sus emociones, comenzó a llorar a cántaros, sorbiendo sus mocos cada que podía y susurrando palabras de ánimo para sí mismo.

- No seas tan duro contigo mismo - le dijo el pequeño sol -

Pero ahora no sabía si tenerse autocompasión era necesario ¿A caso no tenía una cara que mostrar a todos sus compañeros? No quería preocuparlos, era suficiente con la molestia que le había causado a Hinata ¿No?

- No te preocupes, estaré bien - y, como pudo, trató de dar su mejor sonrisa y pararse más recto - Todo estará bien -

- Eso espero - le dijo Hinata, mientras observaba la entrada de la preparatoria, para luego dirigirse hacia el pequeño salón del club donde se cambiaban -

Tomó una gran bocanada de aire y siguió a aquella pequeña masa de energía que era su acompañante aquella mañana ¿Cómo podía Kageyama seguirle el paso? Sería una incógnita que quizá todos tenían en su cabeza cuando los veían competir una y otra  vez, a veces quisiera poder gritarle a Tsukishima como lo hacían entre ellos.

Y algo se sintió incómodo en su interior.

¿Siquiera seguirían siendo pareja después de esto?

Tal vez no.

Entró a la habitación y ya había maletas de deportes ahí: Sugawara, Daichi, Ennoshita, Tanaka, Azumane, Hinata, Kageyama (quien había llegado tras de ellos corriendo como si lo persiguiese un animal salvaje) y, al final pero no menos importante, Tsukishima.

Se cambió lentamente de ropa, colocándose los tenis y atando sus agujetas de manera casi religiosa, no quería alterar la poca cordura que quedaba en su cabeza ¿Qué le causaría verlo? ¿Repulsión?

- Llegaremos tarde - le dijo Kageyama, quien normalmente no le hablaba más de lo necesario - Apúrate - y mucho menos lo esperaba -

Hinata agradeció en un susurro casi inaudible al pelinegro, después de todo él no quería ser quien apurara a su amigo a quien posiblemente le reclamaron por un programa de T.V. aburrido para Tsukishima.

Caminó lentamente tras sus compañeros. El aura de aquella mañana, que si bien estaba despejada, le daba cierta nostalgia. Habían sido mañanas como esas las que compartió con Tsukishima para ir a sus entrenamientos, con charlas pequeñas pero felices, ciertos roces de manos que hacían que el de pecas se sonrojara y el rubio volteara a otro lado para ignorar su rubor.

- ¡Buenos días! - y antes de siquiera haber conseguido acomodar su mente después de memorias tan agridulces ya se encontraban dentro del gimnasio -

HANGOVER [TSUKIYAMA]Where stories live. Discover now