XXIV: POBRE WENSELLY

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12 DE MAYO DEL 2000.

Neville respiraba con dificultad, luchando contra el dolor agudo que le producía el maleficio Crucio.

«No caigas en la locura». Se decía a cada segundo. Su mente viajaba a San Mungo, dónde sus padres residirán hasta sus muertes, sin memoria de quienes eran ellos, sin saber quién era Neville; su único hijo. Una lágrima rodó por su mejilla hasta pincharse contra el gélido, húmedo y duro suelo de algún lugar.

«Harry y los demás vendrán por mí».

El sonido de metal contra piedra llenó el hueco donde tenían prisionero a Neville, y una charola rodó chocando con sus pies. Un trozo de pan mohoso acompañado de un vaso medio lleno de un líquido turbulento; comida en descomposición era su cena.

Neville se esforzó en sentarse. Aún sentía que tenía agujas clavadas en la piel.

— ¡Malditos Mortífagos! —lanzó la charola hacia la pared, esparramando el contenido por todos lados—. ¡Malditos!

— ¿Nuevamente te quedarás sin comer Longbottom? —una voz gruesa y profunda le habló desde el otro lado de la puerta metálica. Soltó una risa burlona—. Si sigues así, ha este paso, será más fácil para mí cargar tu cuerpo  hasta el foso.

Neville apretó sus manos en puños, con las ganas de golpear a su opresor más grande que ayer.

Desde que lo llevaron a ese lugar, lo torturaban sin piedad ni remordimientos. Hacían de su estadía un tormento constante. Su única esperanza era la fe plena que le tenía a sus amigos. Sabía que así como salvaron a Luna, lo harían con él.

Lo único que no sabía era la identidad de las voces que se filtraban por las paredes hasta llegar a su celda. Por lo que llegó a escuchar, planeaban dar un golpe al Ministerio, aunque no decían cuando.

La mujer era la qué más oía claramente; aristocrática y ambiciosa. Ella siempre pedía la atención de todos, y hablaba como la líder del grupo. No obstante, uno de los hombres se imponía ante los demás; este declaraba su fija posición ante los otros cada vez que la mujer se marchaba. O eso llegó a deducir Neville de todo lo que oía constantemente.

— ¡La quiero muerta! —el chillido de la mujer espabiló a Neville. Se oía frustrada, aún más que las otras veces—. ¡No puedo creer que esa sucia muggle siga con vida! ¡Debió morir! —dio un pisotón al suelo, al parecer llevaba tacones pesados, o quizá, era el eco del lugar que amplificaba el sonido—. ¡Todo es culpa del entrometido! ¡Yo misma lo mataré!

Un frío recorrió la espina dorsal de Neville. Era de Hannah y él de quienes hablaban.

«Mariella Zabini» dijo, recordando la vez que salvó a Hannah del ataque directo por parte de la madre de Blaise Zabini.

— ¡Tú no harás nada, Mariella! —gruñó el líder. Neville sabía que él no podía ser el mismo que le llevaba la comida, pues su voz era inconfundible; calculadora, fría, siseante y sobre todo dominante—. ¡No dañarás mi plan por tu estúpido berrinche! —la mujer se quejó. No podía verlos, pero se imaginó la cara de disgusto que tendría ella al negarle un gusto—. Longbottom vivirá hasta que yo lo diga... ¿Me están escuchando todos? —dijo, alzando la voz—. Cuando Potter venga por él..., se llevará una sorpresita —se oyeron risas —. Es hora de que todos vuelvan a temer a los hijos de nuestro señor...

Horas más tarde. Las voces de afuera habían abandonado el lugar, menos una, la cual hacia diez minutos que se convirtió en profundos ronquidos.

En un intento por ponerse en pie, Neville resbaló por la pared golpeando su hombro derecho contra el suelo. Adolorido, se permitió tomar aliento para luego intentar su movimiento nuevamente.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Where stories live. Discover now