XLIV: «LO JURO»

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5 DE DICIEMBRE DEL 2000.

Era difícil despertar cada mañana en el lugar menos deseado. Aunque éste se viera como un lujoso paraíso.

— Deja de espiarme... Después de todo estás en tu casa.

Lo oyó cerrar la puerta de roble pulido y se preparó para otra jornada de indirectos insultos. Luego de dos días, se sentía tan agotada internamente como para seguir con estúpidas discusiones, que aunque al principio tuvieron relevancia para ella, ahora no tenían sentido. ¿De qué valía dar argumentos que ni ella creía ya?

— ¿Tomaste tu poción?

Ella respondió con un sonido gutural. La cama se hundió en la orilla bajo el peso del visitante no grato, y automáticamente su cuerpo se hizo un ovillo. Alejándose lo más que podía de él.

— ¿Hasta cuándo seguirás comportándote como una niña? —inquirió, con un filo de disgusto en la voz. Al oír ningún tipo de respuesta, volvió hablar—. Espero que la sabiduría algún día te golpeé y entiendas de una vez por todas que tu absurdo resentimiento no le hace bien a nuestro hijo...

El colchón volvió a su forma, sin nada de peso que lo estuviese hundiendo. Los pasos se oyeron paulatinos hasta que el sonido de la puerta le hizo saber que el visitante se había ido.

Se giró, con los ojos cristalinos. Respirando hondo para no dejar ir las lágrimas.

Hermione ingresó a la biblioteca privada, llevando en brazos al pequeño Hektor, que ya contaba con casi cuatro meses de edad al igual que su hermana melliza, Genevieve. La cual estaba en el jardín con su bisabuela Helena Krum.

— Hoy leeremos... —le hablaba a Hektor, cuando se fijó en el hombre acostado boca abajo sobre uno de los cinco sofás con los que contaba el amplio lugar. Sonrió de lado, llevándose el dedo índice a los labios murmurando un «Ssh» hacía el pequeño, que reía estirando sus bracitos en dirección a lo que quería en ese momento. Ella lo miró ceñuda, negando. Hektor siguió insistiendo, entre balbuceos.

Hermione rodó los ojos, suspirando. ¿Por qué Viktor tenía que traer la escoba de Quiddicth a casa?

Avanzó a pasos cuidadosos, sacó la varita de su túnica y transfiguró una lámpara en una trompeta. Tuvo que hacerse bien con Hektor, pues el pequeño era muy terco cuando quería algo. Así que entre malabares y con la adrenalina de jugar una broma, hizo sonar el instrumento. El cual tronó estrepitosamente haciendo que el dormido despertara con un grito horrorizado y terminando por estrellarse contra el piso.

Hektor comenzó a reír, tan ruidoso que a Hermione no le dió tiempo de terminar de salir sin ser descubierta.

— ¿Herms? ¡Tú!

Entre carcajadas compartidas, Hermione corría con el niño a cuestas mientras que Viktor iba a zancadas. Si hubiese corrido, ya los tuviera entre sus brazos pero, era más divertido verlos ir como si tuvieran portunidad de huir de él.

— ¡Ajá! ¡Los atrapé! —gritó victorioso al correr las cortinas para descubrir a los dos castaños que reían hasta más no poder con las mejillas coloradas—. ¡No escaparan de mí! ¡Muajajaja! 

Hermione enarcó una ceja, con una mueca de diversión en el rostro.

— Viktor, eso fue todo, menos aterrador.

Viktor abrió la boca, fingiendo estar ofendido. Hektor estiró sus brazos y él lo tomó en los suyos, haciéndole cosquillas de inmediato.

— Con que te gusta hacerle maldad a papá, ¿verdad? —Hektor reía, retorciéndose. Hermione los miró, enternecidad y orgullosa—. Y a mamá también ¿eh? —ella puso los ojos en blanco, mirando a otro lado como si eso funcionara para que la atención de Viktor no estuviera sobre ella.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Where stories live. Discover now