La casa del árbol

39. Albá Ggeché el gaté

-¿Sí?
-Hola, Albi, ¿te pillo mal?
-No, no me pillas mal. ¿Está todo bien? ¿Está bien Ale?
-Sí, sí. Ale está bien, ¿por?
-No sé, es que como la última vez que me llamaste estaba con las convulsiones, a lo mejor había pasado algo.
-Ah, no. Bueno, igual no te gusta demasiado hablar por teléfono. Es que María dice que en eso soy un poco boomer porque a mí sí me gusta, pero claro, nuestra generación no es mucho de hablar por teléfono-le explicó-. Es que me apetecía hablar un rato, pero que si te viene mal o prefieres hablar por whatsapp no importa, ¿eh? Igual debería haberte preguntado antes de llamar, perdón.
-No te preocupes-sonrió Alba al otro lado del teléfono-. He llegado hace un ratito de casa de mi madre así que me pillas en el sofá con dos bolas de pelo pidiendo mimos.
-Son monísimas, he visto tus stories de esta mañana-Natalia se acordó de los vídeos que había subido Alba con las gatas jugando con sus pies.
-¿Has visto? Una les da comida, abrigo y cariñitos y me lo pagan intentando arrancarme los dedos-se rió.
-Pero también son cariñosas-las defendió la morena-. Tú a veces pareces un poco gata.
-¿Yo?-Alba soltó una risilla mientras le acariciaba una oreja a Queen-. ¿Por?
-Pues porque cuando te ríes se te achinan mucho los ojos y a los gatos también les pasa eso. O sea, no cuando se ríen, porque los gatos no se ríen. Bueno, en realidad no sé si se ríen, tú lo sabrás que sabes mucho más de gatos que yo, pero el caso es que a veces se les convierten los ojos en dos rayas, y a ti también te pasa eso-se encogió de hombros, y Alba casi pudo verla desde el salón de su piso.
-¿Me estás queriendo decir que paso demasiado tiempo con gatos y que estoy empezando a convertirme en uno?
-Mientras te conviertas en un gato y no en una rata yo feliz, que las ratas me dan mucho asco-Natalia arrugó la nariz al visualizar una.
-¿Ahora me estás queriendo decir que paso mucho tiempo con ratas? ¿Hay algo que quieras que les diga a Sergio y Afri? Creía que te habían caído bien, Natalia.
-¡No!-exclamó Natalia, poniéndose roja al pensar que Alba realmente creía que decía eso-. O sea, ¡sí me caen bien! Digo que no pienso que ellos sean ratas, ni que pases demasiado tiempo con ratas, Alba, no me refería a eso, solo estaba poniendo un ejemplo de un animal que-
-Te he entendido, Nat-la interrumpió la rubia, soltando una carcajada ligera-. Bueno, ¿y tu domingo qué tal?
-Pues bien, estoy volviendo de hacer unas fotos.
-¿Trabajo?
-No, no. De pasear con la cámara.
-¿Y por dónde has estado?

Alba se acomodó en el sofá para escuchar a Natalia explicarle su excursión de aquel día, riéndose al imaginarla morirse de vergüenza cuando le contó que un señor le había pillado haciéndole una foto y le había pedido que la borrara, e intentando visualizar los sitios que le describía para contarle por dónde había paseado. Luego la morena escuchó a Alba cuando le habló de su comida de Reches, y de su madre y su hermana, haciendo que las conociera un poco más aunque aún no las conociese realmente, porque la noche que había salido con Marina tampoco contaba como conocerla del todo. Acabaron hablando hasta que tuvieron que ponerse a cenar, con la sensación de tener las energías renovadas para empezar mejor la semana al día siguiente.

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-A ver, ahora elige una foto de perfil y otra de encabezado.
-Esto es demasiado complicado-frunció el ceño la morena, y Alba soltó una carcajada.
-Son dos fotos, Nat-se reía.
-'Sin dis fitis, Nit'-la imitó con sorna-. Mimimimi.
-¡Oye!-se rió la rubia.

Natalia la vio reírse así, y se fijó en que le brillaban los ojos muchísimo bajo las farolas, o bajo la luna. No lo tenía claro porque le daba la sensación de que su rubia resplandecía tanto que costaba distinguir el resto de fuentes de luz de aquella placita. Le recordó a la letra de una canción, así que se anotó mentalmente enviársela cuando llegaran a casa. Le cogió las mejillas y le besó la sonrisa, saboreando los restos de risa que se quedaron atascados en la garganta de la pediatra ante lo inesperado de ese gesto.