Novocaine.

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Filled it up with novocaine and now I'm just numb
Now I'm just numb
And leave me, don't mind me, I'm just a son of a gun
So don't stop, don't stop 'till your heart goes numb
And now I'm just numb
I don't feel a thing for you.

Las bocinas de mi automóvil truenan con la letra de 'Novocaine'  de Fall Out Boy. Tengo el sol en la cara y no logro evitar pisar el acelerador a fondo en el segundo piso de periférico. Los pistones de mi Mustang tragan cinco litros de cadáver de dinosaurio refinado y entonces ¡BAM! El flashazo de una cámara de velocidad atrapa mis placas en medio del zumbido de las llantas al correr a 190 kilómetros por hora cuando lo permitido es 60.

Me sorprende lo poco que me importa.

Bajo el techo descapotable sin reducir la velocidad y me pongo mis lentes de sol. Hoy, dejé atrás mi infancia, hoy se terminan los discursos de los profesores y los regaños de mis papás. En el asiento del copiloto descansan unos papeles que dicen 'Aceptado' y Universidad Reis. Unos ven una ventana a la educación, yo veo un escape a la libertad.

Otro flash, otra multa. Es un reto, es una apuesta. Piso más el acelerador y la estela de polvo se levanta detrás de mí. Adelanto a los conductores lentos y el sonido se sus claxon se ahoga bajo el rugido de mi caballo desbocado.

Fash, Flash, Flash. Esto es histeria. Giro en el último momento para atrapar una salida que me lleve a Santa Fe. Las pequeñas carcachas de la gente trabajadora quedan atrás y abre paso a las camionetas de los hijos de los ricos. Entro al mundo de los choferes y guardaespaldas.

Tengo una recta frente a mí completamente vacía y entones mi sangre se convierte en novocaína. El tacómetro se vuelve loco y me marca nueve mil revoluciones por minuto, pero no puedo parar, no hasta llegar hasta la universidad, de lo contrario mi mundo me absorbería, volvería a ser un niño y no quiero.

Un puente marca la entrada a la elite de la sociedad. Grandes edificios se elevan a mis lados y una patrulla aparece en mi retrovisor pero aquí no importa. Aquí los burdos policías no se meten con los influyentes hijos de senadores y diputados, si nos queremos matar, nos dejan, pero si un pobre diablo se mete con nosotros, ellos nos protegen.

Tras tomar una curva muy cerrada y sacar un poco de humo de llantas, veo, con letras doradas que se elevan sobre el imponente edificio principal, que aparece el nombre que vengo persiguiendo:

Universidad Reis.

Muy a mi pesar reduzco la velocidad y entro a mi nuevo mundo. Grandes jardines que parten la urbanización de la ciudad aparecen a mis lados llenos de chicos y chicas con maletas y papeles en las manos. Sigo las direcciones del policía de la entrada para llegar al estacionamiento y en menos de diez minutos estoy listo para explotar este nuevo mundo.

Apago mi automóvil, tomo mis papeles y mi maleta del la cajuela y me encamino al edificio principal.

Hay chicas rubias por todos lados, unas hablan inglés, otras alemán y  francés. Incluso llega un punto en el que me siento mal, siento que tantas cosas buenas deben de ser compensadas por algo, pero no sé que sea.

Cruzo la puerta de la administración y el aire acondicionado me recuerda a los hoteles de la costa Este. Me quito los lentes de sol y, tras ellos, aparece una demasiado atractiva chica de cabello castaño.

-¿Te puedo ayudar en algo?-me pregunta, pero sus ojos azules me tienen hipnotizado.

-Sí, en muchas cosas de hecho-contestó con la mejor cara de galán.

-Empecemos con la primera.

-Soy nuevo y no sé qué debo hacer.

-¿Cuál es tu nombre?

¿Alfa?, ¿Omega? Where stories live. Discover now