La vida no vale nada.

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Golpes en mi puerta me despiertan en lo que parece ser la mañana. Me levanto de mi cama, la cual ha sido la fortaleza donde me he refugiado de los dientes del mundo. Camino hacia la puerta y, sin preguntar, entra el profesor de Derecho al que consulté para anular el contrato que firmé al entrar a Omega sin siquiera leerlo.

-Buenos días-dice con esa extrañísima energía de la cual gozan las profesores en la mañana.  Es como si entre más crecerías más se invirtiera tu horario. Los jóvenes no podemos levantarnos en las mañanas mientras los adultos no pueden mantenerse despiertos en las noches. Todo inversamente proporcional.

-¿Qué tal?-pregunto tallándome los ojos y poniéndome una sweater negro que descansa en una silla para verme un poco menos informal.

-Bonita mañana, ¿no?

-¿Es sarcasmo, profe?-pregunto señalando las persianas cerradas.

-Que tangas las persianas abajo no significa que deja de ser una bella mañana.

-¿Quiere que le ofrezca algo?-le extiendo mi cajetilla de cigarrillos. Desde que me hice los estudios de sangre no he probado ni uno-, creo que tengo algo de ron y jugo de piña.

Niega los cigarrillos y sacude enérgicamente la cabeza al escuchar la palabra ron como si fuera veneno.

-No, estoy bien. Quizás el juego de piña solamente.

Se lo sirvo en un vaso de cristal que descansa sobre la mesa de noche y me siento en la cama. El profesor se queda de pie sosteniendo un portafolio negro.

-¿Qué sucede?-le cuestiono.

-Nada grave, cosas rutinarias. ¿Cómo vas en la escuela?

-No he asistido a clases en un buen rato… supongo que mal. Pero no importa.

-¡Claro que importa! ¿Qué título podrás tener si no…?

-Ya resolveré las cosas-digo y miro mi cuarto desordenado y sucio-, siempre lo hago.

-Bueno, espero que esta… situación no se deba a lo sucedido con Gaal. Que terrible situación.

-¿Qué es lo que quiere? Apreciaría mucho que fuera al punto.

-Antes que nada, quiero expresar mis condolencias por…

-¡Nadie ha muerto!

-Aun…-le lanzo una mirada fulminante que no parece hacer efecto-. No me malinterpretes, hijo, no quiero ser grosero pero no por mucho madrugar amanece más temprano.

-¿A qué se refiere?

Deja el portafolio en el suelo y se sienta frente a mí en la orilla de la silla.

-Gaal necesita un riñón. Tú intentaste dárselo y no funcionó. Parece que solo salió del coma para estar consciente del dolor.

-¿Cómo sabe todo eso?-mis estómago se endurece. No quiero que nadie hable de Gaal, no quiero que nadie me haga pensar en la culpa, en el dolor que siente.

-Soy el apodera y representante legal de todas las cuestiones jurídicas de la asociación Alfa.

-¿Asociación?

-Oh, claro. No es simplemente una fraternidad. Tiene un fin social, un acta constitutiva, socios, todo. Gracias a ella Reis tiene el status que tiene. Los socios son, casi siempre los padres de los alumnos, de los alfa. Sus donaciones son retribuidas con las amistades que hacen sus hijos ahí. Es como una inversión personal, literalmente.

-¿Cuál es el fin social?-pregunto interesándome por saber más de lo que está atrás de Alfa.

-Eso no es importante. Es sólo por taparle el ojo al macho. Lo importante son las relaciones ahí dentro.

¿Alfa?, ¿Omega? Where stories live. Discover now