Golondrinas.

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Entro al Starbucks antes que Gaal, quien me sostiene la puerta de manera caballerosa. Nos acercamos a la barra y él extiende su tarjeta oro. Pedimos un pastel de manzana y dos cafés, nos sentamos en una mesita en la esquina en cuyo centro descansa una lámpara y comenzamos a comer.

Dejo en el suelo mi maleta adidas donde traigo mi uniforme de porrista. Gaal ha prometido ir a verme hoy y eso me entusiasma. No necesito otro incentivo para dar mi máximo. Platicamos de cosas sin importancia que son bellas por su simplicidad hasta que llega a mi cabeza la idea que se formo en mí esta tarde.

-Oye, Gaal, ¿te gusta la música en español?-pregunto para saber cual sería una buena opción para serenata.

-No mucho-responde él llevándose el tenedor a la boca, saboreando el pastel de manzana-, ¿por?

-No, sólo pregunto- pienso la manera de continuar, pero no se me ocurre nada-… ¿En serio no te gusta nada?

-Bueno, me gusta una canción, pero no es… común.

-¿Común?

-Sí, no es cómo que la escuches a cada rato.

-¿Cuál?-pregunto saboreando mi casi completado plan.

-'Las golondrinas', ¿la conoces?

Mi excitación se torna en un escalofrío.

-¿Qué? Pero esa canción sólo la tocan cuando alguien muere. De hecho es una canción de funeral.

-Exacto, por eso digo que no es común.

-¿Pero te gusta la letra o cómo? ¿Te gusta escucharla en los funerales?

-Me gusta escucharla con mariachi, tiene mucho significado. ¿Por qué la insistencia?-me pregunta sobre su vaso de cartón.

-No… no, sólo era curiosidad.

**

Llegamos al campo donde entrenamos los porristas y me despido de Gaal, él se sube a las gradas y enciende un cigarrillo mientras se coloca los lentes de sol.

Doy mi máximo para hacerlo sentir orgulloso de mi. Doy mi máximo al patear, al girar, al dar volteretas, incluso la entrenadora me dedica una felicitación y cuando termino y disfruto de mi agua embotellada me siento pleno.

Platico con las demás porristas que poco a poco se han hecho más cercanas a mí. Reímos de un chiste que es demasiado bobo y femenino cómo para repetirlo cuando llega Liza.

-Hola, Sam, ¿cómo estás?-bajo su máscara de tranquilidad se revuelve un mar de sentimientos muy visible.

-Muy bien, ¿y tú?-contesto con la misma tranquilidad.

-También súper bien-entonces nos engulle el silencio por unos segundos-… ehm, ¿crees que podamos salir a cenar y platicar? Tengo mucho que decirte.

-Hoy no puedo, se me complica mucho-contesto, lo cual es cierto; Gaal y yo tenemos una noche "apasionada" esperándonos y el cosquilleo en mi ingle no para de recordármelo-, ¿te parece este viernes?

-Sí, bueno… ¡Sí!, el viernes me parece perfecto. Nos vemos hasta entonces.

-Nos vemos-nos besamos la mejilla cómo cualquier par de amigos y tomamos nuestros caminos respectivos.

¿De qué querrá hablar?

**

Con las piernas temblorosas y el cuerpo sudoroso, recuesto mi cabeza en el pecho de Gaal el cual se infla pausadamente, con respiración acompasada, tranquilo, cómo un león que duerme sin necesidad de estar alerta, pues tiene el control de todo.

Mis dedos dibujan círculos en su abdomen mientras mi mente se agita de un lado para otro, cómo un barco que colea en altamar.

Hace tan sólo unas horas tenía una idea perfecta, romántica y linda, pero ahora me aterra siquiera pensar cantarle a Gaal una canción tan lúgubre como 'Las golondrinas'.

Poco a poco mi mente se va fundiendo con el sueño. Las horas se hacen melaza y antes de que me dé cuenta, me despierto de golpe, respirando entrecortadamente y con un grito que ahogo en la garganta. Un sudor frío me recorre la piel dejándome una sensación apelmazada, sucia.

-¿Qué sucede, bebé? ¿Tienes una pesadilla?-pregunta Gaal sin abrir los ojos.

-No, no, es que… me iba a caer-miento-, no es nada.

-Ten más cuidado-bosteza y luego me acoge con su brazo derecho-, ven, duérmete.

Pero no quiero volver a dormir. No quiero ver esa imagen de nuevo, nunca, jamás en mi vida.

En mi sueño estaba yo cantándole a Gaal, esperando a que saliera a su ventana y mirara hacia abajo… pero no lo hacía. Una prisión de madera lo tenía retenido. Una prisión de pino que, poco a poco, lentamente, cómo su respiración al dormir, lo bajaba a un agujero en la tierra enfundado en un traje negro y con la piel macabramente pálida.

¿Alfa?, ¿Omega? Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz