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Eva se despertó con los ojos hinchados. Había llorado mucho por la noche. Le costó salir de la cama, pero lo hizo.

Empezó a buscar, con desesperación, un álbum de fotos. Estaba guardado en las profundidades de su armario. Por algún motivo que ella no terminaba de entender, no quería exponerlo. Había momentos donde quería sacar cada foto que había allí y encuadrarlas en cada parte de su departamento. Otros momentos un inesperado nerviosismo la recorría y le decía que no lo haga.

Cuando encontró el preciado álbum, sacó la foto que más quería. Estaba con su mejor amiga de toda la vida: Isabel. Ambas estaban abrazadas y sonrientes. Eva estaba estirando su brazo derecho y su amiga el izquierdo. Sonrió al acordarse de que estaban en París en el año 1999.

Ahora, su querida Isabel, no estaba con ella. Murió hace una semana entre el caos que había en el hospital Zubizarreta. La pandemia arrasó en cada país con una emergencia sanitaria; Argentina no fue la excepción. Eva sabía que Isabel era una persona en situación de riesgo, pero ni todos los recaudos que tomó la salvaron de su destino.

La mataba ser consciente de que no pudo ir a despedirse como ella hubiera querido. No la vio por cinco meses. Después se enteró que se contagió coronavirus y que estaba grave. No la dejaban ir a visitarla al hospital porque debía haber la menor cantidad posible de personas. Tampoco fue a su funeral. Se enteró que los padres de Isabel apenas pudieron despedirse de ella. Al resto de sus familiares y a sus amigos no se los permitieron para no alentar el contagio.

Lo único que le quedaba era la memoria de Isabel.

Cómo ellas se conocieronWhere stories live. Discover now