6. Lo mejor del mundo

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Le había seguido hasta la bodega y durante todo el trayecto no había conseguido que le contase nada sobre su plan. Le había amenazado, incluso le había pegado algun golpe en el brazo, pero el se mantuvo con la boca cerrada, simplemente riendose de la impaciencia de la chica.

- A ver, caray Diego, no me gustan las sorpresas

- ¿Por qué eres tan intensa? Te dije que cuando llegasemos a la bodega lo verías. No hemos tardado ni cinco minutos caray. Pasale - Maldiciendole por lo bajo entró y se quedó muda de la impresión.
Los instrumentos y el sofá habían sido ligeramente apartados y en su lugar había una alfombra y cojines, rodeados por velas aromáticas que le dejaban una tenue luz, dandole un ambiente algo...romántico.

- No manches, si que se pasó Mía - Murmuró Diego asustado de que pedirle ayuda a su amiga hubiese sido un error teniendo en cuenta que Roberta solía mantener un perfil bajo

-¿Dijiste algo? - Se dio la vuelta con el corazón en un puño. No entendía nada de lo que estaba pasando

- No, nada - De repente los ojos de Roberta se abrieron y cubrió su cara con una sonrisa

- ¿Trajiste pizzas?- Entonces Diego cayó en la cuenta de que Mía había llevado a cabo perfectamente su trabajo como organizadora al ver que en el centro de la alfombra había tres cajas y una mini nevera llena de refrescos.

- Si. Pero ven. - Le agarró la mano y la dirigió al centro de la alfombra, donde ambos se sentaron. Cogió una de las cajas y le tendió un trozo de pizza. Ella se quedó mirándole dudosa

- Roberta, es tu pizza favorita, asi que no me pongas esa cara. Las otras dos son de barbacoa y de cuatro quesos, asi que no me puedes reclamar nada

- ¿Y tu cómo sabes que son mis pizzas favoritas? - Cogió el trozo que le estaba ofreciendo y se lo llevó a la boca

- Porque te conozco más de lo que crees

- Ajá, y que más sabes sobre mi a ver?

- Odias los lunes, como todo el mundo, pero los jueves tambien, todavía queda un día para el fin de semana pero ya estás cansada de haber madrugado los días anteriores, dices que odias a Mía y no paras de molestarla pero te encanta hacerla de rabiar porque en el fondo, aunque me vayas a decir que muy en el fondo, le tienes cierto cariño. Y más vale que el primer café del día esté bien cargado porque si no... Ni quien te aguante

-Odio todos los días de la semana que tenga que ir a clase, no tengo ninguna clase de cariño a la barbie tercermundista y ...- Pudo ver como Diego sonreia ante su insistencia por llevarle la contraria aun sabiendo que, de todo lo que había dicho, no había nada que no fuese cierto. - Mejor dime tu, que es todo esto que preparaste?

-Pues es tu fiesta de despedida. Y supuse que si llamaba a todos me pegarías una paliza, asi que la organicé solo para nosotros

- ¿Y precisamente tu? ¿Por qué?

- Porque alguien una vez me dijo que hiciera lo que sintiese en la panza. Y eso estoy haciendo. Espera - Se dirigió al equipo de música mientras Roberta le miraba embobada, sin poder creer que él se conociese de memoría sus preferencias sobre pizzas y hubiese preparado todo aquello para ella.

Un reggeton empezó a sonar en el equipo y Roberta empezó a reir mientras Diego se acercaba a ella y la obligaba a levantarse para pegarse a ella moviendo las caderas.

- Diego, neta, han sido unos días muy raros y muy duros, y estoy muy cansada para bailar - Entonces el sonrió y cambio la música a una más tranquila. Lentamente se acercó a ella, y agarrándole de nuevo de la mano, la condujo hasta que quedaron ambos tumbados en la alfombra, mirándose el uno al otro de frente, con apenas unos centímetros entre los dos.

- Ya en serio, ¿Por qué me preparaste esto?

- Ya te dije, estoy siguiendo un consejo y hago lo que siento.

- Pues, quizás tendrías que seguir ese consejo más a menudo no?

- Si, yo creo que si. - Y como si de un iman se tratase, recortó la distancia que les separaba y pegó sus labios a los de la chica, los cuales ya le estaban esperando entreabiertos para darle la bienvenida

La mano de Roberta fue directa a la nuca de Diego para profundizar el beso, mientras que este le pasaba un brazo por la cintura para acercarla más a él.

Se separaron por falta de aire, pero permanecieron con las frentes pegadas y los ojos cerrados. Roberta fue la primera en abrirlos, seguida por él.

- Eso es lo que te dice tu panza?

- Si

- ¿Y ahora que te dice?

- Que vuelva a hacerlo

- Entonces, ¿Por qué estás tardando tanto? - Diego sonrió y volvio a besarla. Era prácticamente de las pocas veces que se habían besado de verdad, sin necesidad de hacerlo por que hubiese alguien delante del cual tuviesen que fingir o incluso esconderse. Y desde luego era mucho mejor que todas esas veces. Mucho mejor que cualquier otra cosa en el mundo.

¿Que hubiera sido? ~Diego&Roberta~Where stories live. Discover now