10. Amigo fiel

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Abrió los ojos y miró el reloj. Las 12 de la mañana. No importaba, era sabado y no tenía ganas de levantarse para nada.
No pensaba que le afectase tanto que ella se fuese, pensaba que lo había asimilado y que estaba preparado para ello. Pero las ganas se habían ido con ella en la maleta.
Se sintió raro cuando no la vio en todo un día y no despedirse de ella a la hora de dormir había dolido más de lo que llegó a imaginar, a pesar de que solo lo había hecho dos días. Y solo era una confirmación de lo que el venía anticipando hace tiempo: Se había enamorado completamente de esa loquita.

Se incorporó en su cama y se sorprendió cuando vio a sus amigos frente a él, sentados en la cama de Giovanni, mirándole fijamente.

- Que ustedes no iban hoy temprano a sus casas?

-Pues si, pero ayer no quisiste hablar con nadie, y somos tus amigos. Si tu estás mal, pues nos quedamos contigo

-Claro pollote, además mi sesión de spa puede esperar. A no ser que quieras venir conmigo y que unas pollotas asi bien acá nos hagan unos masajotes con el chocolate -Se levantó y lanzó a Tomás sobre la cama para subirse encima de él, fingiendo ser una de esas chicas, tocandole por todos lados. Tomás empezó a gritar y a forcejear mientras Diego reia.

-Chavos. Chavos, ya parenle. Neta, gracias pero estoy bien. No tienen que arruinar sus planes.

-Diego, no mames wey. Queremos saber todo! No nos habias contado nada de que andabas con Roberta y te quedaste mal con eso de que se fue a España. Dejanos quedarnos contigo, nos lo debes bro

-Ok

Inmediatamente fueron corriendo a la cama de Diego y se sentaron cada uno a un lado de él. Giovanni sacó un bote de helado.

-De donde sacaste eso?

-Pues que?? Vico me dijo que cuando las chavas están tristes compran helado y se lo zampan y se les quitan los mal de amores.

-Yo no tengo mal de amores!

-Pues si. La choky te abandó. Toma -Le obligó a comer una cucharada.

-No Giovanni, no me abandonó. Yo sabía que tenia que viajar. Pero no estamos mal.

-A ver, no entiendo. No era que se odiaban? Que Roberta era una loca y que nada más que buscaba broncas?

-Pues si. Al principio si era así. Pero al final me vi a mi buscandola para discutir y estar cerca de ella. Me fui dando cuenta de que si me cabreaba tanto era porque me gustaba.

Siguió contandoles como se había estado sintiendo respecto a Roberta mientras Tomás y Giovanni le escuchaban atentamente.

La puerta sonó y seguidamente entró Miguel.

-Que pasó? Tu tambien te quedaste el fin de semana?

-Pues si. Iba a ir a casa de los Colucci pero Mia hizo berrinche y casi me mata wey. Asi que vine a ver como estabas.

-Que traes ahi wey? Por qué trajiste helado?

-Pues Mia me dijo -Los tres amigos rieron ante el ceño fruncido de Miguel y le hicieron hueco en la cama para que se sentase con ellos.
Diego siguio contandoles todo lo que habia pasado.

- O sea que por fin se decidieron

-Tu sabias?? Bueno Diego que te pasa eh, aquí el chiquitin y yo somos tus mejores amigos y somos los únicos que no se enteraron!

-Ya Giovanni, calmate. Como sabías? Roberta te dijo algo?

-Pues no, pero era obvio. Gané la apuesta

- Apostaste?

-Pues obvio, todo el salon menos ustedes, Lujan y Lupita.

-Mia tambien??

-Mia tuvo la idea

Siguieron hablando y confesando sus sentimientos lo que quedó de mañana.
Estaba agradecido por tener esos amigos con él. Meses atrás ni siquiera valoraba lo que era tener un amigo. Nunca le habia importado más que para salir de fiesta y ahora estaban ahí, comiendo helado mientras se desahogaban y hablaban de cosas de las que nunca hablaban, simplemente porque querian que él estuviese bien.

Llevaba apenas unas horas metida en esa habitación y ya echaba de menos todo lo relacionado con México.
Pardo la dejó llamar a Alma cuando llegaron para que se quedase tranquila, pero la cortó rápido la comunicación. "No vas a estar todo el día hablando con tu madre" le había dicho. Tampoco iba a hacer nada que él quisiera, por lo que, a pesar de la insistencia de ese hombre en que fuesen a recorrer Madrid para que ella lo conociese, se había encerrado en la habitación, dispuesta a amargarle cualquier plan y demostrarle tantas veces como fuesen necesarias que no le queria en su vida.
No sabía como iba a soportar todo el mes allí, sin estar con sus amigas, sin los mimos de su madre, sin pelear con nadie. Y sin Diego.

Los dos últimos días habían sido muy intensos. Como le gustaría saber la reaccion de Diego cuando supo que se había ido antes de lo que dijo. Y cuanto hubiese pagado por verle leyendo su carta. Cuanto pagaria por estar con él en ese momento aprovechando el fin de semana.
Pero algo dentro de ella le decía que algo malo se avecinaba. El miedo a llegar de vuelta, y no encontrarle esperándola como se habían prometido la consumia cada rato un poco más. Ya no podía hacer nada. El miedo a perderle era demasiado. Si, se había enamorado del muñequito de plástico que tanto había odiado anteriormente. Sonrió ampliamente ante ese último pensamiento.

-Ay Roberta. Tanto que lo criticabas y ahora...

El chofer aparcó el coche frente al edificio donde tantas veces había estado.
Se bajó cuando este le abrió la puerta y se dirigio a la puerta principal.
Se subió al ascensor y mientras subía pensó que lo que iba a hacer era lo correcto según su criterio.
Tocó el timbre y no pasaron ni diez segundos cuando le abrió la puerta.

Se quedó muda cuando le vio. Hacía ya algunos meses que no iba a visitarla y siempre la llamaba antes. Esa vez no.

-Leon. Que haces aquí?

-Hola, Paula

¿Que hubiera sido? ~Diego&Roberta~Where stories live. Discover now