49. Traicionada

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Fue inmediatamente al colegio tras recibir la llamada de Mía y haber llamado después a Diego. Ya había notado a su hija algo extraña en los días posteriores al secuestro, pero entendía que Roberta se había llevado un susto muy grande y tenia que procesarlo. Pero no se imaginaba que apenas dormia y empezaba a tener miedo de la gente, incluso de sus propios amigos.

El camino al colegio había sido duro, dolida por no haberse centrado más en cómo podía afectarle realmente a su hija todo lo ocurrido, no podía evitar llorar al pensar lo que llevaba por dentro su Roberta, conociéndola lo suficientemente bien como para saber que eso era algo que jamás exteriorizaria por si misma y acabaria explotando. Y ella no iba a dejar que eso la destruyese.

Cuando llegó se limpió las lágrimas para que nadie la viese y tras ponerse sus gafas de sol y firmar un par de autógrafos a algunos de los compañeros de su hija se dirigió a buscarla.
La encontró en las canchas de futbol, sentada en el cesped viendo desde lejos como su novio y amigos jugaban un partido en la clase de educación física.

Sonreía cuando Diego pasaba cerca y le tiraba besos y de vez en cuando insultaba a las chavas que le gritaban como fans desquiciadas.

Se acercó lentamente a ella y le tocó el hombro.

Ella se sorprendió al ver a su mamá a esas horas en el colegio pero no dijo nada al ver el semblante de esta y no dudó en ir con ella cuando le pidió ir al cuarto a hablar.

-¿QUÉ?

-Mi amor, tendrias que haber hablado conmigo, soy tu mamá.

-Hablar de qué Alma?? No estoy traumada ni nada por el estilo

-Roberta, pasaste algo muy duro y aunque por suerte no fue a peor, te ha dejado secuelas

-A ver, neta, me estás volviendo loca. Que secuelas, de qué hablas?

-Pues me dijeron que estás muy rara. Y mi amor, yo creo que podemos ir con un psicólogo antes de que tu miedo vaya a más

-Me puedes decir quien fregados te dijo a ti nada?

No podía ser. Pensaba que era algo que ella sola estaba afrontando y que nadie se había dado cuenta por suerte. Pero ya veía que no, que sus amigos tambien lo habian notado. Agradecía la preocupación pero se sentía terriblemente traicionada.

Con la impotencia comenzó a llorar sin darse cuenta mientras Alma la envolvía en sus brazos protectores.

-Mi vida, yo estoy aqui para ti. Y no pienso dejar que nadie te vuelva a lastimar nunca. Pero ahora mismo estas mal y...

-No mamá, no entiendes nada. No necesito un psicólogo. No necesito nada. Solamente quiero que me dejen de tratar como si fuese de cristal caray.

-Roberta Alejandra, te conozco perfectamente y no eres una persona que se acobarde tan facilmente.

-Es que no estoy acobardada!

-No? Y por qué entras en pánico cada vez que un muchacho se te acerca eh? Por qué llevas días y dias sin dormir?

-Eso no es cierto

-Ahora eres mentirosa? Es mi última palabra Roberta. Vamos a abordar esto las dos juntas y me da igual si te tengo que llevar a rastras me oiste?

-No me hagas esto Alma, yo no estoy loca

-Yo no dije que estuvieses loca

-Entonces por qué me quieres llevar a un loquero?

-No es un loquero. Es un psicologo, y ya verás que dentro de nada te has olvidado de todo y vuelves a ser la de antes.

-Pero...

-Mi reina por favor, dejame ayudarte si? Si no llega a ser por Mía yo no me hubiese dado cuenta. Y soy la primera que se tendría que haber dado cuenta de lo que te está ocurriendo, dejame ayudarte antes de que esto vaya a más. Después tu ya me puedes despreciar y odiar lo que quieras, pero ahora me necesitas Roberta, y yo te necesito a ti entera, con tus reclamos, tus insultitos y tus bromitas si?

Se abrazó aún más a ella al notar como Alma también estaba sufriendo por no haber reaccionado antes y supo que si no cedía, al menos en ese momento, Alma montaría el drama de su vida y no quería que sufriera más de la cuenta. Y tampoco aguantar el berrinche de su mamá, la cual había mencionado algo clave para ella.

No habian pasado dos minutos desde que Alma se había ido del colegio cuando se dirigió directamente a los casilleros, donde sabía que iba a estar Mia cogiendo sus libretas de purpurina para la clase de literatura y con toda la rabia que sentia en ese momento la agarró del brazo y la hizo girar para empujarla contra los casilleros mientras la castaña palidecia de miedo y gritaba de dolor cuando Roberta en vez de soltarla el brazo lo apretaba más.

-Roberta que te pasa? Me estás lastimando!

-Escuchame estúpida, quien fregados te crees que eres para meterte en mi vida?

-De qué hablas?

- Por qué hablaste con mi mama y le contaste las historias que tienes en esa cabecita?

-Yo solo quería ayudarte. Sé que estás mal y wey, no me gusta que una amiga esté mal.

-De dónde sacó tu única neurona que somos amigas?

Se arrepintió en ese mismo instante de lo que había dicho cuando vio los grandes ojos azules de Mia abrirse de par en par y humedecerse a causa de la decepción. No pudo llegar a decir nada porque unos brazos la rodearon y tiraron de ella haciendo que soltara el brazo de Mia, quien inmediatamente se llevó la mano al punto donde la había tenido agarrada y frotó para calmar el dolor.

-Que está pasando?

-Diego, tu novia diabólica se volvió loca y me pegó.

-No estoy loca, tu fuiste con tu gran bocota a contar estupideces por ahí.

-Gran bocota?- Se llevó la mano a los labios y los tocó examinandolos bajo el ceño fruncido de Diego y Roberta.

Diego volteó para mirar a su novia, sabiendo que estaba explotando.

-Mi amor, solo queremos que estés bien. Mía habló con tu mamá pero no solo ella, yo también intervine.

-Que?

-Escuchame, queríamos ayudarte.

-Me traicionaste?

-Que? No. Chiquita, yo solo...

-No quiero que vuelvas a hablarme en tu vida Diego. Ninguno de los dos me oyeron?

¿Que hubiera sido? ~Diego&Roberta~Where stories live. Discover now