SIETE

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No puedes romper las páginas que te costaron hacer.

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Nunca se han puesto a pensar si algo vale la pena, entre más lo piensas más dudas tienes, pasan los días y siguen la duda. Puede producir dolores de cabeza, falta de sueño y poco a poco esa pequeña duda se convierta en una crisis y en casos extremos depresión.

La mente es un lio y estar estable mentalmente es igual que físicamente.

José se lanzó a la cama, había sido un día muy raro. Primero está muy motivado, pero al último momento quiso irse, pero Élet no lo dejo, después lo de su padre que ya casi llama a la ONU o el FBI porque no había llegado temprano como es lo usual. Estuvo unas horas con él, donde pudo liberase un poco del estrés.

No era tan tarde y mañana el restaurante estaría cerrado. Sentía que quería llorar, pero no sabía el porqué, parecía un adolescente con las hormonas en su punto más alto. No tendría que explicarlo porque de seguro la mayoría vivió esto o lo está viviendo y solo diré una cosa vaya mierda de etapa.

Dio vueltas de un lado a otro por su cama, no tenía ganas de levantarse, pero no tenía sueño. Suspiro al no encontrar un entretenimiento para no pensar en sus problemas por un rato, se dejó caer al suelo como basura de niños de primaria o peor de secundaria.

Estaba del lado de su mesita de noche admirando, el techo a ver si de seguro resolvía los problemas de la humanidad como diría mi madre.

— ¡Mierda! — Grito cuando un pequeño libro café cayo en su cara, lo tomo entre sus manos y se sentó en la cama.

El libro no tenía muchas páginas máximo 80, no parecía viejo. Lo abrió y se topó con una pequeña sorpresa. Sonrió ante lo que tenía la primera hoja.

"Para mi tonto mexicano,

Espero que te guste"

Con una buena caligrafía estaba escrito, se acomodó en su cama y dio vuelta a la página. Se sorprendió un poco el libro estaba escrito con la letra de su amigo. Empezó a leer, era sencilla la historia contaba la historia de dos niños donde embarcaban un viaje por el océano, la historia era increíble, reía con las ocurrencias del más pequeño de la historia y del otro pequeño le recordaba tanto a su amigo por el sarcasmo que poseía. La historia contaba cómo iba avanzado su vida y como aquellos niños crecían y seguían teniendo aventuras por todo el mundo. Y sin darse cuenta dejo el ultimo capitulo sin terminar ya que cayo dormido.

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José ya se encontraba despierto, dejo el libro de lado, se sentía un poco mejor, aunque todavía tenía un pequeño dolor de cabeza que una aspirina no arregle. Se levantó y tuvo que repetir la misma rutina de la mañana.

Se estiro y camino al baño de su recamara. Tomo un baño rápido, al salir se puso una playera blanca y unos pantalones de mezclilla, sin olvidar el paliacate que su padre le regalo.

Se vio al espejo, toda estaba bien, bueno su cara parecía de muerto viviente o trabajador de tiempo completo. Tomo su celular y llaves, desayunaría en la calle.

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Después de cruzar las calles mortales del centro, en el camino entro a una tienda para comprar un libro que más adelante se lo daría a Élet, antes de llegar al hospital poso por un aperitivo para no morir, entro al hospital. Vio a Élet como siempre detrás del mostrador, pero "maquillando" con una niña de unos diez años que lo peinaba mientras que un niño dormido de tres años era cargado por él, y otro niño seis años armado un rompecabezas en el asiento de al lado.

— ¿te diviertes?, no sabía que eras niñero — Cometo con burla

— Era Carlos o yo, prefiero estar yo cuidado a los niños de mi hermano, a que el hermano de mi cuñado los cuide — Explico

— Vaya eres muy paciente — alago el moreno

— Con mi trabajo te vuelves un poco más tolerante — volvió a explicar

— Esta zona es muy tranquila — Comento para seguir con la agradable conversación.

—Era una zona de espera, ahora que el hospital creció por el aumento de población, esta zona es la menos concurrida — Élet se movió un poco para observar cómo iba su otro sobrino con el rompecabezas.

— ¡Tío!, no te muevas que luego queda chueco — La pequeña se quejó y Élet volvió a su posición.

— Sofía, no grites Lucas está dormido —Le regaño el hermano del medio

— ¡Eres un mandón Matías! — La pequeña se cruzó de brazos y se sentó en escritorio donde estaba parada y le saco la lengua

— ¡Y tu una niña malcriada! — Él también le saco la lengua, los dos adultos observaban la pelea de los dos pequeños. Élet tomo el control remoto, prendió la televisión que estaba en la sala y de la nada los pequeños dejaron de pelear para mantenerse atentos a la televisión.

— Pero también todo tiene su límite — respondió después de dejar al pequeño Lucas en su portabebés — El piso ya está libre, puedes subir sin problemas — Luis asistió con la cabeza y se despidió de los pequeños y de Élet. Pero antes de irse dejo el libro de portada azul en su escritorio, Élet gradeció por el regalo.

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José ya se encontraba enfrente del cuarto de Noah, tomo el pomo de la puerta y la abrió. El cuarto estaba ordenado y otra vez lleno de flores. Entro por completo, algo nuevo tres dibujos de niños pequeños estaban pegados en la pared.

— Parece que te visitaron unos pequeños mostrillos — Sonrió mientras se acercaba a la silla de ayer — Ayer fue un día de locos— Se sentó después de haber cerrado la puerta — Mi padre casi se infarta, había quedado con él a las siete, llegue pasado de las ocho gracias a que Élet llamo un taxi, y puede llegar antes que mi padre llamara a Ereny o a Noé — Miro a Noah, una pequeña sonrisa se asomaba en su rostro — Cene con él, platicamos de cosas sin sentido me distraje un rato— tomo la mano de Noah — Leí el libro que me prestaste — sintió por un momento que apretó su mano — Creo que dijiste que lo cuidara porque ya me conoces — Rio un poco — Me encanto, aunque no lo termine, cuando tenga tiempo lo terminare — Aun sentía como lo tomaba de la mano, Élet le había comentado algo parecido y no se sorprendió.


No todo es como un libro cliché de romance.


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Entre libros (UsaMex) (Terminada) Where stories live. Discover now