Parte 1

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El cielo abochornado comenzaba a oscurecerse formando una capa de nubes negras cada vez más gruesa, el viento corría a grandes velocidades, por su mente pasó la idea de apresurarse, pero el frío no era una molestia para él. Rápidamente las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre su cabello platinado, intentó cubrirse subiendo el cuello de la gabardina, pero no era de mucha utilidad ante las furiosas precipitaciones que se avecinaban. Camino a gran velocidad por las calles, definitivamente fue un mal día para ir caminando a comisaría, no había visto el pronóstico en su teléfono y se dejó llevar por su buen humor matutino, claramente el destino le estaba enviando un mensaje, no volvería a hacer caso a tales impulsos. Mientras caminaba por las conocidas calles de camino a su edificio, un extraño ruido entre la lluvia llamó su atención, se paró en seco y siguió el sonido hasta la mitad de un estrecho callejón, todo estaba mojado y sucio, y entremedio de una cajas colapsadas encontró el individuo que provocaba tales ruidos, era un pequeño gatito gris a rayas que maullaba a grandes volúmenes por su disgusto a la lluvia, estaba sucio y mojado y Volkov temía que se fuera a enfermar. Rápidamente tomó al sucio animal y lo cubrió con la gabardina, encaminandose hacia la tienda veterinaria que se encontraba de camino a su casa.

***

El día se le había hecho largo a Horacio, se asomó a mirar por la ventana como la lluvia caía torrencialmente, no era un buen día para la gente que no tenía auto, pasó su mano por su cresta, suspiró y siguió con su trabajo.

Llevaba un tiempo ya en la ciudad y por fin había podido abrir su propia tienda veterinaria con consulta incluida, no era la gran cosa, pero le iba lo suficientemente bien como para vivir con comodidad.

La campana de la puerta sonó de repente anunciando la entrada de un cliente y Horacio puso su mejor sonrisa comercial.

- ¡Buenas tardes! ¿En qué puedo ayudarle? - saludó cordialmente.

- Priviet - le saludó una voz grave y monótona de vuelta.

Horacio se sorprendió, no todos los días llegaba un extranjero a su tienda, se fijó bien en el nuevo cliente y no pudo evitar notar la camisa color vino empapada pegada a su cuerpo que se asomaba por entremedio de su abrigo abierto, evitando mirar muy descaradamente, recuperó la sonrisa laboral, pero antes de preguntarle otra cosa, un fuerte maullido inundó la pequeña tienda. En cuanto el animal comenzó a reclamar, el extranjero lo sacó de dentro de su gabardina para mostrarselo con ambas manos al sorprendido veterinario.

- Pues los pulmones los tienes de puta madre - bromeó tomando al pequeño animal que aún protestaba.

Pero su intento de hacer comedia fue ignorado por el serio hombre que se paraba estoico en medio de la tienda. Horacio carraspeó y se llevó al gatito a la sala adjunta que tenía para consultas médicas.

- Vaya gruñón te acaba de rescatar, ¿no? - le susurró al felino estando solos.

Sacando una toalla de la estantería secó al pequeño animal, Horacio admiró a la pequeña y adorable bola de pelos que protestaba todavía. Usando sus conocimientos le hizo un chequeo completo y concluyó que todo estaba en orden. Volviendo a la sala principal tomó al pequeño felino entre sus manos ahuecadas y delicadamente se lo devolvió al pálido hombre que ojeaba los juguetes de gatos desde lejos. Enderezandose y recibiendo al animal cuidadosamente le agradeció por sus servicios y le pagó el monto correspondiente.

Con una inclinación de cabeza, el extranjero dio media vuelta y volvió a introducir al gatito en su gabardina.

- ¡Espera! - exclamó Horacio antes de que se fuera.

El sujeto se detuvo y lo miró extrañado, el hombre de cresta y traje clínico se agachó rebuscando por detrás del mostrador para reaparecer con una caja de cartón que le tendió con una sonrisa en los labios.

- Para que no se moje el pequeño - le dijo.

Sin cambiar su expresión formal le regaló una inclinación de cabeza nuevamente y se retiró por la puerta.

Horacio suspiró, "Una pena que sea tan recto" pensó, físicamente era exactamente de su tipo, sin contar que era un extranjero, pero en su personalidad, no era lo que buscaba en un hombre

***

Volkov siguió con su camino, se alegraba que todo estuviese bien con su nuevo amigo, no estaba seguro de cómo lo haría, pero no dejaría que volviera a las calles, le entregaría un hogar y una familia, aunque esa familia fuese solo de un integrante, por lo menos ahora sería de dos.

Abrió la puerta de su apartamento y dejó la caja en el baño que conectaba con su habitación, la abrió liberando a la fiera que no tardó en investigar, rebosante de seguridad, cada esquina del departamento.

- Tu duermes acá - le dijo al gato señalando la caja del baño.

El animal solo lo miró y se volteó para seguir con su aventura. Una vez quedó satisfecho con su excursión, comenzó a seguir al ruso a todos lados, no importaba si iba a la cocina, al baño o a la sala, si miraba hacia atrás se encontraba al pequeño felino observando cada una de sus acciones.

Al momento de acostarse llevó en brazos al pequeño hacia su caja, pero el gatito protestaba cada vez e insistía en seguirlo. Rendido, le autorizó a dormir a su lado solo por esa noche, "a mi tampoco me gustaría dormir en una caja" pensó ayudando al gatito a subir.

- Pero solo es esta noche - le advirtió antes de apagar las luces.

Used to You - Volkacio AUМесто, где живут истории. Откройте их для себя