│ 𝗔́𝖭𝗚𝖤𝗟 ˚‧⁺.* ೃೀ ✯
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𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 hoshikami yuna debe concentrarse en su misión, pero ese chico de ojos borgoña se la pone difícil.
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𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 kamado tanjiro se co...
AL CABO DE DIEZ DÍAS, YUNA RECIBIÓ SU ESPADA, el mismo herrero que la forjó fue personalmente a entregársela en sus propias manos presentándose como Haganezuka, su arma era una katana de mango negro con rombos escarlata y el color que tuvo fue un bonito rojo vivo. Al hombre casi se le salió el corazón al ver el color, pero no le preguntó el por qué de su emoción.
Comenzó sus misiones a los pocos días después —de bajo rango claro está— para la Hoshikami eran fáciles, lo único malo era estar caminando horas bajo el ardiente sol, tenía ya su espalda llena de vendas producto de las quemaduras, otras a su colección personal de cicatrices.
──¡Al sur-oeste! ¡al sur-oeste! —gritaba su cuervo que había llamado Kuroo.—
──Cállate o te mato. —respondió irritada por los gritos del animal.—
──¡Allá te encontrarás con dos cazadores! ¡dos cazadores!
──Que fastidio. —odiaba trabajar en equipo, pero viendo el lado positivo tal vez podría tener un grupo para pasar más desapercibida.—
La ubicación que su compañero de viaje le daba no quedaba lejos, por lo que al cabo de diez minutos llegó a un campo, donde se estaban dos jóvenes. Uno estaba lloriqueando en el piso mientras el otro estaba arrodillado a su lado.
──¿Ustedes son los cazadores?. —pregunto detrás de ellos.—
El rubio que se encontraba lloriqueando dio media vuelta su cabeza y soltó un grito de terror.
──¡TANJIRO, ES LA PARCA! ¡VIENE POR MI Y AÚN NO ME CASO! —gritaba desesperado mientras jalaba su cabellera.—
Yuna alzó una ceja, llevaba el gorro de la capa tapando su cara pero no para que pensaran que era la mismísima muerte. Se levantó la prenda sin quitársela del todo, dejando ver su rostro con una pequeña sonrisa burlona.
──¿La parca? ¿es en enserio? —ambos chicos al mirarle la cara se ruborizaron, pero claro que uno la reconoció.—
──¡ES UNA CHICA LINDA! ¡CÁSATE CONMIGO! —pidió el rubio tomando las manos de la azabache aún en el piso.—
──Primero un café. —fue lo único que dijo para después mirar al otro joven, que tenía una sonrisa en la cara.—
──Es un gusto volver a verte, Yuna. —saludó amablemente Tanjiro.—
