Capítulo 20

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Jungkook no estaba llevando las cosas muy bien, había regresado a su casa luego de que los paramédicos dijeran que solo una persona podía subir a la ambulancia en la que llevarían a Young Mi a emergencias. Desde luego, Taehyung fue esa persona. El azabache se comunicó con el señor Park de inmediato después de eso y él no tardó más de quince minutos en llegar, completamente desesperado al saber lo que le había pasado a su jefa y amiga. Los demás subieron al auto en menos de un suspiro para ir también al hospital, pero Jungkook no pudo hacerlo.

Porque la situación estaba superándole, porque todo estaba siendo una jodida tortura también para él y porque quería estar ahí consolando a Taehyung, pero el remordimiento y el cargo de conciencia no se lo permitían, porque sus pensamientos estaban en su contra, gritándole sin piedad que todo era su maldita culpa y que no merecía ni siquiera mirar a los ojos al muchacho de rosados cabellos después de eso. Si no hubiese acudido a ese trabajo, si tan solo hubiese acatado la orden de no acercarse a la jodida habitación siete, si no hubiese encontrado un refugio en los brazos de ese chico, justo en los de él, las cosas habrían sido diferentes. Tal vez si hubiese leído la nota antes, si no hubiese abierto la estúpida puerta, Young Mi no habría terminado de esa manera. Si no se hubiese enamorado de su hijo le habría instado a llevárselo antes, entonces no se habría acercado tanto y nadie le habría descubierto, sino se hubiese aferrado tanto a él habría podido evitarle tanto jodido dolor.

Pero el daño estaba hecho y ya no había remedio para eso. Ni siquiera Taehyung, que tenía esa capacidad, podría llegar a reparar lo que se rompió aquella noche.

Abrazó con más fuerza la almohada en la que estaba escondiendo su rostro y con la que estaba ahogando los sollozos. En ese momento, tumbado bocabajo a lo largo de su cama, Jungkook de verdad estaba sintiendo el dolor de su chico en carne propia. No había sido él quien sostuvo el frágil cuerpo de su madre en el suelo mientras perdía fuerzas, pero el innegable lazo que les unía a ambos era tan irremediablemente fuerte que su corazón estaba doliendo como si así hubiese sucedido. El solo pensar que, si él no hubiese pisado jamás la enorme casa de los Kim, Young Mi estaría en ese preciso momento en la habitación de su hijo consintiéndole luego de un día agotador, le estrujaba el pecho de una manera agonizante. Dolía, eso jodidamente dolía demasiado.

«—Necesito que recuerdes siempre que me has hecho mucho bien, llegaste a sacarnos de nuestra zona de confort y eso era lo que necesitábamos».

Negó con la cabeza, recordando las palabras de despedida que el pelirosado le había dado, sin saber que de quien tenía que despedirse no era de él. Jungkook solo quería en ese momento el consuelo de los tiernos brazos de su madre, pero ella no había llegado del trabajo y la tranquilidad que solo Taehyung podía ofrecerle no podía estar más fuera de su alcance en ese instante.

«—Te amo, Jungkook».

Su llanto se intensificó, su alma estaba gritando oprimida, exigiéndole que le permitiera descansar de una vez de tantos lamentos, ¿podría Taehyung perdonarle algún día? ¿Le odiaría?

La puerta de su habitación se abrió con un suave chasquido, el azabache levantó la cabeza, deseando que fuera Joy la persona que se asomaba al dormitorio, pero sus ojos enrojecidos enfocaron la imagen de Hyun Bin. Un suspiro de molestia y agotamiento escapó de sus labios temblorosos y volvió a enterrar el rostro en la almohada.

—Ah, vaya, vi tus zapatos en la entrada y quería ver con mis propios ojos que de verdad estabas aquí. ¿Tan pronto terminó tu trabajo? —El menor no respondió, lo menos para lo que estaba en ese momento era para soportar, además, las palabras filosas de su padrastro.

—¿Jungkook? —Su madre terminó de abrir la puerta para abrirse paso al interior, el muchacho se incorporó para mirarla, sentándose sobre el colchón con un aire que a su madre se le antojó lamentable. Ella estaba vistiendo su uniforme del hospital y supuso que su padrastro había ido a recogerla, puesto que no había nadie en la casa cuando él había llegado. Le alegró saber que, al menos, ella sí estaba terminando sus turnos más temprano, después de todo sí había conseguido que Joy pudiera descansar un poquito más—. ¿Qué pasó? —le preguntó con evidente preocupación, acercándose a él para sentarse a su lado y abrazarle. El azabache se acurrucó en su pecho, dejando que el dolor siguiera deslizándose por sus mejillas mientras el calor corporal de su madre le envolvía en una cálida sensación que estaba prometiéndole que las cosas iban a mejorar.

En el Silencio de la Habitación Siete •⊰Taekook⊱•Where stories live. Discover now