Capítulo XIV

806 64 3
                                    

- Eres mi único rayo de luz. He estado muchísimo tiempo solo, en las tinieblas. No tenía a nadie. Han sido demasiados años, demasiados siglos. Sólo quería sentirme querido, tener a alguien como yo a mi lado. Odio saber que fuiste suya, odio saber que le diste tu amor, odio saber que te entregaste a él, pero he de aceptarlo. También odio todo lo que te hizo, pero eso no lo aceptaré, no. Me vengaré, por ti, por mí. Estarás aquí, descansando. Lo siento si estoy fuera, pero será luchando por un futuro feliz para ambos. Te amo tanto, Adriana... Sólo quiero tus brillantes ojos, tu escasa sonrisa, tus labios, tus brazos, tu precioso cuerpo. Te insultan llamándote gorda, cuando no debería ser un insulto. Sólo es una definición, lo cual no quiere decir que sea malo. A mí me encanta cómo eres. Me encanta rodearme con tus brazos, o que tu cuerpo caliente al mío. Eres tan guapa... Tienes esa sonrisa tan tierna que me derrite el alma. Y esos ojos, que aunque tú creas comunes, tienen un brillo incomparable. Sí, el de la inocencia, aunque también tienen el del dolor. Por encima de todos destaca el de tu amor por mí. Me amas por lo que soy, sí, aunque aún no sabes qué es lo que soy exactamente. Te prometo contártelo tan pronto como te recuperes, amor. Te echaré en falta. Eres el aire que respiro. Sin ti siento como si mi pecho se oprimiese. Las noches serán frías y oscuras, solitarias de nuevo. Tú eres un astro con luz propia, sí, mayor que ninguno. Eres el amor de mi vida, la mujer a la que quiero. Descansa, por favor, descansa. Yo te cuidaré y te protegeré siempre. Te amo.

¿Fue un sueño, o fue real? Creí escuchar esas palabras cuando yo estaba semiinconsciente, teniendo un sueño extraño, con un principio feliz, pero que me anunció una fatalidad. Después de escuchar eso sentí los labios de mi Aleksander en mi frente, y luego un vacío y una soledad que me angustiaron. Pero no podía abrir los ojos, ni levantarme. Tú también lo eras todo para mí, Aleksander. Me habías salvado la vida. Seguía viva gracias a ti. Eras toda mi felicidad. Sólo me levantaba por ti de la cama, con la esperanza de tenerte a mi lado, y el ver que estabas ahí me alegraba el alma. Cuando empezamos me sentía muy sola y la cama, aunque era pequeña, se me hacía enorme sin ti. Pero ahora era distinto, pues vivía contigo. Sólo estando a tu lado era capaz de sonreír. Sólo estando a tu lado era capaz de respirar aliviada y de olvidar los problemas. Ojalá pudiera borrar el pasado para que nada hubiera existido, y que no te afectase y te hiciese tanto daño, pero era incapaz de ello. Sin embargo no me importaba en absoluto. Sólo me importaba vivir junto a ti. Sólo me importaba estar a tu lado. No quería sufrir más. Yo también era virgen, pues nunca nadie me había hecho el amor con sinceridad, con verdadero amor. Era virgen en alma y espíritu, aunque no lo hubiera sido en cuerpo. Y quería entregarte toda mi alma, y hacer el amor como nunca lo había hecho: con amor.

Quería despertar para saber qué me tenías que contar, pero aún me sentía débil y mareada. Tenía que dormir, tenía que soñar...

Ante mis ojos se abrió un vasto paisaje, con Sasha lamiéndome la cara, y Aleksander esperándome en la otra punta del prado, sonriéndome, saludándome con la mano. Me levanté, llevando a mi princesita en mis brazos, y me acerqué a Aleksander. Pero de pronto un vacío asolador surgió en el suelo, pillándome de imprevisto, y caí dentro de él, lanzando a Sasha fuera para evitar que se sumiera en la oscuridad junto a mí, pero también calló, inevitablemente. Al volver a abrir los ojos me hallé en una cueva subterránea, oscura y fría, solitaria. Junto a mí yacía el cadáver de Sasha. Fui a intentar salvarla, o reanimarla, o lo que fuera, pero me di cuenta de que era inútil luchar por ella. De la nada apareció Santi para rematarla, acabando con lo que quedaba de ella siendo sólo un pellejo en el suelo rodeado de sangre. Me horroricé, y él rio. Me miró, con su retorcida y asquerosa sonrisa, y me dijo:

- Esto es lo que mereces. Esto es lo que buscaste.

- Te pasa por no abrir los ojos antes. - me dijo una voz detrás de mí. Era Silvia. Éramos amigas desde hacía mucho tiempo, pero por culpa de Santi nos separamos una temporada. Al volver a ser amigas me di cuenta de que había cambiado por completo, y que ya no era la amiga que una vez tuve. Ya no era mi compañera de aventuras, sino la mujer que me despreciaba y se creía mejor que yo. - Todos cambiamos. Tú no, sigues siendo una niña. Tu problema no es que todos te traten mal, es que no has cambiado, cuando todos cambiamos. Deberías cambiar. Es tu culpa por no cambiar. No puedes seguir siendo siempre la misma. No, es imposible. Pero tú te empeñas en ello. Obtienes lo que te mereces. Así acabarás tú, apaleada y asesinada, como tu perra. Ella ya debe de estar muerta, y tú casi, por no querer cambiar.

Cenizas Bañadas en SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora