Capítulo X

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Pasé la mañana sola, y triste, acariciando la almohada que olía a la colonia de Aleksander. Su perfume embriagaba mi alma, al igual que su amor. Recordaba aquel beso sutil que me sumergió en sueños en un momento que lo necesitaba. Tenía embrujo en sus ojos. Embrujo de años pasados. Encerraba siglos de historia en ellos. Ay, y sin darme cuenta pasaron las horas en las que fantaseé despierta, mirando el techo, pensando en él, y en nuestra historia de amor. Yo era como una princesa encerrada en un torreón, y él el príncipe que me rescató de todos mis males. Iba a quedarme allí temporalmente, pero quería quedarme para el resto de la eternidad. A su lado, entre sus brazos, apoyada en su pecho. Lo amaba, ¿qué podía hacer? Acepté amarlo tan pronto, y acepté que ya quería irme a vivir con él y rehacer mi alma, reconstruir mi historia, vivir la vida. ¡Sí, lo anhelaba! Me daba igual que hubieran pasado unos días. En mi mente era como si hubiesen pasado años. Era como si nuestro amor hubiera nacido antes de conocernos y nos hubiéramos estado preparando nuestras vidas para conocernos. ¡Era nuestro destino! ¿Cómo no enamorarme del hombre que me amaba y se preocupaba por mí? Pero pensé que quizá lo hacía porque apenas me conocía. Me arrepentí de haberle contado mi pasado, y de su reacción tan radical. Pero, ¿dónde estaba él en ese momento...?

El móvil me despertó de mi ensoñación y de mis pocas ganas de levantarme de la cama. Era Silvia.

- Dime.

- Chocho, ¿dónde estás? No sé nada de ti, no vienes a clase..., ¿qué pasa?

- Estoy en casa de Aleksander.

- Hala, ¿qué dices? ¿Te lo has tirado ya?

- Nooo, bestiaaa.

- Hazlo, así sabréis cuánta compatibilidad tenéis en la cama.

- No, no me importa. Él me da otras cosas.

- Anda, si lo estás deseando. Te pica la chocheta.

- Calla, animal.

- Jajaja, ¿por qué no vienes a clase?

- ¿Para qué? ¿Para que me sigan humillando?

- Para sacar la carrera.

- Ya la sacaré el año que viene, qué más da.

- ¿Dónde está la Adriana que quería estudiar para mantenerse a sí misma y dejar la casa?

- De viaje de fantasía con Aleksander.

- Joer, quiero conocerlo. ¿Hacemos hoy lo de la cita doble que te dije? Álvaro, tú, yo, y él.

- Bueno, vale, luego se lo digo.

- ¿Dónde está? ¿Está ahí?

- No, ha ido a... hacer un recado, ahora viene. - mentí.

- Ah, bien. Me voy a sentir marginada. Todos vuestros nombres empiezan por "A". Jajaja. - se rio con una risa estúpida. No sé por qué me irritaba. ¿Era por el hecho de quedar con ella? No, era por el hecho de tener que llevar a Aleksander a una cita con gente que no conocía. No quería pedirle eso, aunque tuviera confianza con él. Silvia, había sido buena amiga, pero últimamente me irritaba mucho. O no, adiviné por qué no quería que se conocieran. Quizá ella veía algo en él e intentaría algo, y yo no iba a permitir perder a Aleksander, ni a compartirlo, ni a malgastar tiempo con gente que no tenía ganas de ver, pero yo seguía siendo débil e insegura y me comprometí a ir. Idiota yo, idiota, idiota.

- Bueno, ya hablamos, te cuelgo.

- Oki, chauuu. Ah, espera. Quedamos en el bar del Pepón, a las cinco, ¿te parece bien?

Cenizas Bañadas en SangreWhere stories live. Discover now