Capítulo XXVI

762 53 5
                                    

Capítulo XXVI (Cap. VII - Tercera Parte) 

- Lo… Lo hice… - dijo.

- Sí… Ha sido muy intenso.

- Lo siento si te pareció poco.

- No, no, estuvo muy bien, ha sido… lo mejor que he experimentado en mi vida.

- Yo creo que también. Quizá me he entregado muy rápido. - dijo en voz baja. - Pero sé que no me voy a arrepentir de ello. Te amo, Adriana. Te amo…

- Te amo, Aleksander…

Nos besamos, y pude sentir que tenía otra erección. Esa vez fui yo quien tomó el mando, poniéndome encima de él. Y de uno breve pero intenso, a estar durante unas cuantas horas haciendo el amor de forma incansable y pasional. No puedo relatar de forma exacta lo que sentí. Placer, amor, pasión. Dios, fue lo mejor que sentí nunca. Nunca me había sentido tan deseada, tan amada, tan querida. Lamió cada parte de mi cuerpo sin escrúpulos. Me acarició por completo. Le encantaba, sí, no sólo eran palabras. Bebió un poco más de mi sangre, y eso me excitó aún más. Éramos bestias lujuriosas. Perdimos la noción del tiempo, y ni nos importó. Nos quedamos abrazados, sonriéndonos, besándonos y acariciándonos.

- Eres lo mejor que me ha pasado en esta vil existencia. No quiero perderte. - me dijo. - Son muchos años los vividos, y tú eres tan… Tan…

- Te amo. Tú también lo eres todo para mí… Aunque, ¿no soy muy joven para ti? - pregunté, riendo.

- Un alma no se mide en años, sino en sabiduría.

- Yo no soy muy lista.

- Lo eres, aunque no lo explotes, y tienes mucho amor dentro de ti. Todo lo que quiero es eso. Amar, y ser amado. El resto la vida nos lo entregará…

Le sonreí. Ese hombre era tan romántico, a la vez que oscuro…

- Hace poco grité "te amo" en mi habitación. Oí a alguien por casa, creí que eras tú. ¿Eras tú…?

- Sí, lo siento si te asusté. Escuché al lobo a lo lejos, y supe que tú aún no tenías claras las cosas, así que te dejé más tiempo. Lo siento mucho. Pasarías miedo, ¿verdad?

- Un poco, pero no pasa nada. No vuelvas a hacerlo, por favor. Ahora que sé que los vampiros existen… también sé que mis monstruos pueden ser reales.

- Te protegeré de ellos, o moriré haciéndolo.

Su frase me congeló. Por un momento lo imaginé muerto y lejos de mi lado y el terror me invadió. Lo abracé con muchísima fuerza.

- No quiero perderte.

- No lo harás.

Silencio, bendito silencio a su lado. Me refugié entre sus brazos y el sueño fue invadiéndome hasta quedarme completamente rendida. Me sentía protegida y segura. Tenía confianza con él. Lo era todo para mí…

De pronto, una duda me surgió, despertándome y desechando todo el sueño que pudiera tener.

- ¿Qué hiciste con los cadáveres?

- Los enterré en lo profundo del bosque.

- Debemos eliminar toda prueba que haya. La mazmorra limpiarla, el diario destruirlo, y… el contacto que tienes, ¿matarlo?

Me miró como decepcionándose conmigo. En sus ojos se apagó el brillo que tenía cuando me miraba, y entonces me dijo:

- No, no voy a matar a nadie más. Ni a Galios, ni a Carlo.

Cenizas Bañadas en SangreWhere stories live. Discover now