Una Simple Canción De Verano. -EDITANDO- (Camren)

Capítulo 25 -Final-

Miró todo nuevamente como está; sus maletas. Su habitación estaba completamente vacía, como si se fuera a mudar. Lo cierto es que no tenía nada mucho en la habitación, así que si sacaba algunas cosas o no; simplemente no se notaba.

La cuestión es que ahora era un asunto de mayor importancia.

A diferencia del libro que su tía le contó a su sobrina; la verdadera historia no era así. La parte en la que Lauren aparecía por su puerta era todo mentira; nunca había sucedido realmente. Lauren nunca había aparecido por su puerta nuevamente y eso es lo que más le dolía a pesar de que la llamaba todos los días; le escribía cartas que nunca leía. Nunca había querido saber que había pasado con la chica que la había echo llorar durante semanas, y ahora se arrepentía de todo aquello pensando en que quizás ella se había echo llorar sola. Que si hubiera leído alguna carta, si hubiera contestado alguna llamada, todo sería distinto. Lauren dejó de llamar apenas el año anterior; y ahora, le vería de nuevo.

La bocina del auto de Harry le avisó que se estaba acabando su paciencia y que se tenían que ir ya; así que corrió hacía el auto y guardo todo atrás. Luego se subió en el pequeño modelo color azul que Alexa había insistido tanto en comprar y lo primero que sintió fueron los brazos de Sam desvanecerse sobre ella. La pequeña estaba cansada después de un día de correr. Y ahora tenía que ir a Los Ángeles para visitar a su familia. Wow.

- ¿Lista, amiga mía? - preguntó Alexa. Camila se encogió de hombros y la miró.

- Supongo que nunca lo estoy. - contestó y Harry echó a andar el auto. Ahora era un largo viaje cruzando la ciudad. No sabía que era de Lauren; la única información que tenía era que le gustaba escribir; y que todavía conservaba esa vieja foto de ellos dos juntos que siempre prometía quemar y se arrepentía en el intento.

Había escuchado decir que la tenía en su habitación; en su cocina, en muchas partes, y le alegraba a Camila el hecho de que quizás no tuviera una novia todavía.

Mientras más se acercaba; su corazón más latía, y su garganta más se secaba, así que cerró los ojos y se dejó llevar por un profundo sueño. 

Ahora se encontraba en un lugar todo de blanco. Blanco era lo único que veía por todas partes, se encontraba en cuatro paredes sin salida alguna y una música provenía de muchos lugares al mismo tiempo; corría y corría sin parar de algo que ella no sabía que era y tenía lágrimas en los ojos. Una punzada en el pecho le avisó que no estaba sola; entonces reconoció a alguien a lo lejos y vio el cabello castaño de Lauren de un lado a otro. Gritaba su nombre una y otra vez e intentaba correr hacía ella, pero caía en el intento.

No podía creerlo; cuando despertó, fue porque sintió que alguien la hundía y la zamarreaba de un lado a otro. De un golpe abrió los ojos y se estiró.

- Llegamos tía. - le dijo Sam. Vio por la ventana asustada y se sentó en el asiento. Vio para afuera; una pequeña casa de color blanco con una enredadera de un lado hasta el otro extremo y que tenía un camino de piedras hasta la vereda. Era una calle llena de las mismas casas, solo que esta era la única con una enredadera.

Se bajó del auto su corazón comenzó a latir con fuerza cuando la vio salir de aquel lugar. Allí su mundo entero se hizo trizas; la vio allí, de nuevo, igual como lo había dejado hace unos años; con unos cuantos cabellos de más, pero todo parecía ser igual. Su corazón iba a salir de su órbita y se quedó completamente inmóvil; Lauren parecía estar igual. Ninguna de las dos se atrevía a acercarse a la otra o a decir alguna palabra; así que como Lauren la conocía, sabía también que ella no lo haría. Tomo la iniciativa y se acercó a ella.

- Hola, princesa. - le sonrió con la voz que apenas le salía tragando saliva. ¿como respondería a eso? Después de tanto tiempo. Sin embargo, siempre hay una respuesta fija para alguien a quien conoces durante mucho tiempo; y sabiendo que quizás ese sería un nuevo comienzo, intentó sonreír.

- Hola, ojos bonitos.

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Está algo corto, lo sé. ¡Pero falta el epílogo!