Capítulo 23

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Dicen que cuando conoces a alguien desde que eres pequeño la mayor probabilidad es que se enamoren; sino, que se conviertan en mejores amigos. Luego, hay un 1% de que se odien; porque a medida que pasa el tiempo siempre va quedando ese cariño que le tienes a una persona por el simple hecho de haber compartido parte de tu infancia con ella.

Camila se acomodó en donde estaba cuando un nudo se le hizo en la garganta; <<nos mudaremos a los ángeles>>. La miró con el corazón palpitando a mil por hora y luego giró el rostro.
¿Los Ángeles? ¡Dios mío! ¿tan lejos?

- ¿Hasta cuando? - preguntó con la voz nerviosa y cortada; porque sabía que en el fondo estaba esperando que Lauren le dijera lo peor; habían pasado tantas cosas malas en su vida, que siempre esperaba lo peor de todo, porque después de cosas y nada, era lo que siempre venía finalmente.

- Hasta siempre. - le dijo Lauren con el mismo nudo en la garganta. Intentó tocarle la mano; para acariciarla, para saber que estaba allí, pero Camila inmediatamente la apartó. 

Una lágrima cayó por su mejilla, ¿significaba eso que nunca más la volvería a ver? ¿que era el fin de todo? ¿que esa canción de verano hermosa, esa simple canción de verano había terminado allí? ¿las luces se apagaban, el telón bajaba, las guitarras se desenchufaban y el micrófono dejaba de funcionar en ese instante? ¿las notas cesaban, y la letra terminaba allí? ¿no había una segunda parte? ¿la canción tan solo tenía una?

Lauren intentó mirar su rostro; verla llorar por su culpa, era realmente la gota que rebalsó el vaso. Ahora se maldecía de verdad, ¿por qué no se lo había dicho antes? Se habría ahorrado todo ese dolor; aunque sabía que si lo hubiera hecho antes, hubiera terminado igual de rápido como terminó su canción.

- ¿Desde cuando lo sabes? - preguntó Camila. Era el momento en el que se enfadaría; era el momento. Lauren sabía que sería el correcto lugar y momento en el que ella se enfadaría; era la parte de la historia en la cual Camila tenía todo el derecho de gritarle en la cara; pero Lauren sabía perfectamente que no lo haría; porque la conocía como la palma de su mano. Era la única cosa que conocía como la palma de su mano. Sabía todas y cada una de sus inseguridades; desde que no miraba a nadie fijamente a los ojos durante mucho rato, hasta que cuando se miraba al espejo no se encontraba a ella.

- Un mes, o más. - contestó. Su mundo se destrozó; era todo.

Camila la miró durante diminutos segundos y se echó a llorar; ya no podía contener ese nudo en la garganta porque sabía que no podría ser fuerte cuando toda su vida fue débil y soltó todas y cada una de sus lágrimas porque sabía que no servía de nada cuando no iba a ninguna parte con todo eso excepto a llorar toda la noche.

¿Un mes o más? Eso significaba que le estaba mintiendo durante todo ese tiempo, y aún así no podía odiarla. Cerró los ojos con fuerza intentando odiarla, pero simplemente era imposible.

Odiaba que se tuviera que ir; odiaba esa situación, pero no lo podía odiar a ella, porque sabía también que en el fondo ella no tenía la culpa.

Si tan solo se lo hubiera dicho antes, el dolor hubiera sido menos. Ellas no serían novias en ese instante y entonces, la dejaría ir como una amiga a la que llamaría todas las noches para preguntar si está bien y recordarle lo mucho que le quiere.

Eso estaba mal, estaba pésimo. Intentó imaginar su vida el próximo verano sin Lauren; intentó imaginar como sería; pero simplemente no podía. Ese lugar y Lauren era lo que combinaba perfectamente; ¿Y Tay? ¿Por qué ella no se lo había dicho?

De repente sintió como todo su mundo se hacía cenizas ante sus ojos y se daba cuenta de lo que todo lo que realmente quiso siempre y lo que alguna vez tuvo en poco tiempo ya no lo podría ni mirar.

Una Simple Canción De Verano. -EDITANDO- (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora