25. Cara de idiota

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-Hola-saludó, acercándose a la farola y tratando de mostrar firmeza.
-Hola-titubeó la morena cuando levantó la mirada hacia ella, sonriéndole a través de los mechones de pelo que caían sobre su rostro. "Menudo eyeliner de infarto".

Se puso de puntillas para darle dos besos y casi pudo escuchar cómo se le cortaba la respiración a la morena, que se agachó para corresponderle el saludo. Aún le sorprendía a Alba verla hacerse tan pequeña ante su presencia, no solo por el aspecto físico que, claro estaba, ella no creía para nada que debiera ser algo que intimidara a Natalia. También le sorprendía porque más allá de no ser una persona de muchas palabras, no le parecía tan inepta social como Natalia se había descrito alguna vez durante sus conversaciones, para nada.

-¿Qué tal?
-Pues bien-sonrió-, un poco nerviosa. Es que hace mucho que no hago esto. ¿Y tú? O sea, que cómo estás tú, quiero decir, no que si hace mucho que no tienes citas, porque supongo que con la chica esta que pensé que era tu novia tenías, así que no te preguntaba eso, y mejor me callo, ¿no?
-Puedes seguir, si te apetece-se rió Alba-. Yo también estoy bien, ¿vamos?
-Claro-le hizo un gesto para invitarla a empezar a andar.
-¿Puedo decirte que estás muy guapa?
-¿No me lo estás diciendo ya?
-Es que lo estás. Me gusta la camisa.
-Muchas gracias-sonrió, mordiéndose el labio-. La verdad es que me estaba rayando mucho que fuera a ser demasiado arreglada.
-Pues te queda genial. Aunque no me gusta mucho esa palabra.
-¿Con cuál?
-Arreglada-repitió arrugando la nariz-. No me gusta.
-¿Por?
-Pues porque tú no arreglas algo que no se ha estropeado antes, ¿no?-aprovechó que paraban en un semáforo para mirarla-. Quiero decir, si se te estropea el móvil, te lo arreglan, si se rompe la lavadora, la arreglan, pero no arreglan una plancha que funciona perfectamente. Pues con las personas lo mismo, tiene la connotación de que hay algo que está mal en ellas y tienes que "ponerlo bien". Y no me mola.
-La verdad es que nunca lo había visto así-no se habrían dado cuenta de que el semáforo ya estaba en verde si no hubiera sido por la gente que empezaba a rodearlas para cruzar.
-Es normal-sonrió Alba, volviendo a mirar al frente para echar a andar-. Es un término que tenemos muy interiorizado. De hecho muchas veces nos cuesta incluso encontrarle un sinónimo.
-Pues no quería venir hecha un trapo pero tampoco muy... ¿elegante?-hizo una mueca, sin saber si con esa palabra expresaba bien lo que quería decir.
-Pues estás muy guapa-Alba sonrió ampliamente. No solía recibir ese tipo de reacciones cuando explicaba aquello-. Normalmente la gente me dice que "me estoy radicalizando mucho", ¿sabes?
-¿Cómo?
-Cuando explico lo de la palabra arreglar, la mayoría no intentan buscar otra palabra sino que se quejan de que somos muy tiquismiquis.
-No me parece tiquismiquis, el lenguaje es importante-frunció el ceño Natalia.
-Eso es lo que pienso yo. Si no le prestamos atención a algo tan básico como el lenguaje, no hacemos nada-se encogió de hombros, aunque por dentro estaba celebrando los 25684 puntos que acababa de ganar Natalia-. Ven, es aquí.

Se sentaron en una mesa de la terraza que les pareció lo suficientemente tranquila, y se miraron con una sonrisa tímida. Estando las dos ahí sentadas, una frente a la otra, volvieron a ambas los nervios que se habían disipado con la conversación sobre el lenguaje. Se observaron, Natalia tras su flequillo y Alba con una sonrisa sin dientes, y se aceleraron sus pulsos. Fue el camarero el que tuvo que llegar para romper aquella mirada, pues habían quedado atrapadas la una en la otra como si se tratara de un imán que no les dejaba apartar la vista. Si hubiesen estado protagonizando una versión de Glee española y más mamarracha, se habrían puesto a cantar Cara de idiota, de Axolotes mexicanos, en medio de aquella terraza para luego volver a sentarse como si no hubiera pasado nada. Alba carraspeó al verse interrumpida aquella conversación que estaban teniendo solo con los ojos, pidió por las dos a petición de Natalia y volvió a carraspear al mirarla.

-Pues es una suerte tener un sitio con opciones vegetarianas buenas tan cerca de casa, ¿no?-preguntó Natalia, haciendo un esfuerzo enorme por empezar la conversación.
-La verdad es que sí. O sea, sobre todo es difícil que esté bien de precio, ¿sabes? La mayoría de sitios que puede permitirse una son de los que te ponen atún en el sándwich vegetal-se rió.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-Claro.
-¿Hay algo que te resulte más difícil de ser vegetariana?
-Creía que me ibas a preguntar si estoy segura de que consumo todos los nutrientes que mi cuerpo necesita y estaba a punto de levantarme y dejarte aquí con las dos cervezas y las croquetas de setas para ti solita-bromeó-. Creo que lo que más difícil me resulta es precisamente eso, la reacción de la gente. Más que difícil, a veces es un poco pesado porque de pronto les preocupa muchísimo mi salud, ¿sabes?
-Como cuando a mí me dicen en el parque si no debería comer más para darle el pecho a Alejandra, ¿no?
-¿En serio te han dicho eso?
-El otro día me lo preguntó una señora, que si la niña no necesitaba "más dónde agarrar" siendo ya tan mayor.
-Qué dices-Alba soltó una carcajada de incredulidad.
-Te lo juro. Encima luego hizo no sé qué comentario sobre los tatuajes, menos mal que no la escuché bien.
-¿Ves? A esa gente es a la que viene bien mandar a la mierda.
-Calla, qué vergüenza, ya lo que les faltaba para hablar de mí.
-Pues a lo mejor precisamente por eso dejaban de hacerlo. Imagínate lo aburridas que tienen que ser sus vidas para ponerse a juzgar cómo debe ser el cuerpo de una chica para... ¿ser mejor madre? Y eso dando por hecho que tú eras su madre.
-La verdad que es un poco triste. Al final lo que importa es que la niña esté sana, bien, y que la quieran, y si tiene todo eso, ¿qué más les da lo demás?
-Son horribles, en serio. Yo tengo algunas madres así en la consulta y necesito una paciencia... Menos mal que entre madres de gatos no nos juzgamos así-se inclinó un poco para que el camarero pudiera dejar las cervezas en la mesa con mayor facilidad-. Gracias.
-Gracias-dijo Natalia casi a la vez, y cogió la suya para darle un trago-. Me encanta eso de "madres de gatos".
-Es que es lo que soy-se rió-. ¿Tienes mascota?
-Siempre he querido, pero no he encontrado el momento. De pequeña mis padres no nos dejaban y ahora es un follón, no creo que tuviese tiempo para pasear a un perro tres veces al día y el piso es muy pequeño.
-Si tuvieras una entenderías lo de madre-sonrió-. ¿Y te has planteado un gato? No necesitan tanto espacio y tienen más autonomía. Mi piso es enano y siempre vivimos tres: mi Queen, el que esté de acogida y yo.
-¿Sueles estar mucho tiempo con los de acogida?

La casa del árbolWhere stories live. Discover now