Una vez más

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La alarma del celular de la pelicorta sonó con estruendo, pero la muchacha no se inmutó, y en cambio estiró su brazo hasta el mismo para mirar a la pantalla de forma fija antes de apagarla.

El móvil seguía sonando en manos de la coreana, quien tan solo se limitaba a mirarlo.

El viernes había llegado. 

Y Shuhua no había vuelto a aparecer en su vida. No llamó a la empresa el jueves por la noche tampoco.

Hoy sería el día de mal humor más grande del mundo, pero también el último.

Fue otro encuentro con un cliente más, o al menos de ese viernes en adelante, lo sería recordado como tal.






Fue otro encuentro con un cliente más, o al menos de ese viernes en adelante, lo sería recordado como tal

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La alarma de Shuhua también sonó. La misma taiwanesa se pegó el susto de su vida, sentándose inmediatamente en la cama buscando con ojos desesperados la ubicación de su alarma. Apagó la misma en un instante, suspirando por el regreso de la calma en la habitación.

Miró su uniforme con pocas ganas, y por alguna razón giró a ver hacia el costado de su cama.

Es verdad, era hoy. 

¡Había llegado el viernes!

Hoy al salir del instituto llamaría nuevamente a la empresa, y la vería de vuelta.

¡Vería a Soojin de vuelta!

La pelinegra dio un brinco y abandonó el colchón en un destello. Se colocó las pantuflas y desapareció disparada como un rayo por la puerta del baño para alistarse y salir.

Luego de prepararse y desayunar una tostada con una chocolatada, porque el chocolate siempre va primero en la vida, cerró con llave la puerta de su apartamento y se dirigió al colegio.

Caminó por las veredas con una sonrisa, saludando a algunos vecinos confundidos que la observaban. Ese no solía ser su estado de animo común ni por asomo. 

—Ey, ¿tan contenta vas que ni me vas a esperar?

Normalmente se detendría y giraría sobre sus pies para dirigir su atención a quien la estuviese llamando. Pero por esa irritante voz, no pensaba ni frenar para contestar.

—¡Yah! ¡Yeh Susan! ¡No te atrevas a ignorarme!

—Eres lenta, no te estoy ignorando.

—¿Lenta? Estas caminando a la velocidad de la luz.

—Para tu información, eso mide la distancia, no la velocidad.

—Bueno, no me interesa—suspiro superada la china de rulos—Estas corriendo más que caminando, ¡Que me esperes dije!

Clavó ambos pies en las baldosas de la vereda, girando su rostro para sentenciarle la muerte con la mirada a su mejor amiga. Yuqi llegó hasta Shuhua, y ambas retomaron su recorrido al instituto.

I'll Pay % SooshuWhere stories live. Discover now