Inténtalo

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—Asi que, ¿clases particulares?—continuó con una sonrisa la mayor de las cuatro—No sabía nada al respecto, aunque no me sorprende, Soojin es bastante reservada.

Habían llegado al pequeño restaurante hace unos diez minutos, Habían estado unos diez más dedicándose a marear al mesero decidiendo que pedir del menú. La china de rulos, quien normalmente tardaba media hora en decidirse por ser de libra, esta vez tardó menos gracias a la ayuda de la tailandesa. Shuhua se bastó con lo primero y más barato que vio sobre la hoja del menú, no tenía demasiada hambre y sabía que no iba a ser capaz de comer demasiado.

No era sencillo comer con angustia ocupando el estómago.

En ese entonces la morocha mayor se encontraba ocupando el baño del lugar, mentalizandose un poco mejor sobre la situación para mantener sus emociones a raya.

—¡Sí! Le da clases a Shuhua. 

—¿Tú no necesitas clases Yuqi?

—¿Yo? Para nada, siempre estoy entre los mejores promedios de la clase—contestó agrandandose y refregando su ego.

Minnie volvió a reír. Luego de un tiempo de charla había empezado a notar los patrones de ambas menores. Yuqi siendo una muchacha con gran orgullo y confianza sobre sí misma, siempre dispuesta a contar hasta su más mínima hazaña, con buen ojo por encima de todo y extremadamente sociable. Graciosa, compañera y amable. Mientras que su mejor amiga, Shuhua, parecía ser el encaje faltante para complementar su personalidad. Más introvertida o callada, con boca firme y comentarios tajantes, una persona seria y de mucho esfuerzo.

Si bien Minnie no tenía la mejor percepción sobre como era Shuhua, su descripción estaba limitada a lo que veía en el presente; a la pelinegra un tanto apagada.

—Shuhua—llamó la mayor.

La taiwanesa levantó la mirada, dejando de lado lo poco interesante que era hacer figuras de animales con su servilleta debajo de la mesa.

—¿Soojin te trata bien?

Que pregunta espeluznante. 

Shuhua no respondió al instante, a lo que Nicha se le quedo observando con tranquilidad. No la juzgaba, parecía tener pensamientos muy pesados desde el momento en que llegaron al lugar. Pese a no conocerla, le preocupaba levemente, y sentía cierta inercia a querer resolver aquello que tenía a la pequeña tan ensimismada.

—Sí, lo hace. Es amable y explica bien. Me tiene paciencia.—conscisa, pensó la mayor luego de oirla.

Algo claramente no andaba bien.

Y lo había empezado a sospechar desde que la muchacha de rulos no paraba de ojear cada tanto a su compañera.

—No lo hace, ¿cierto?

Ambas menores se sorprendieron por la afirmación, encontrándose inmediatamente con la mirada de la mujer.

—No voy a pedirles que me cuenten cosas que no quieran contar, cabe destacar que nos conocimos hace demasiado poco, por lo que lo respeto sumamente.—explicó la tailandesa, revisando que la morocha siguiera ocupada en el baño—Pero son de mi agrado, realemente me agradan mucho ambas. 

Shuhua se sintió un poco apenada por su confesión, después de haber estado tanto tiempo concentrada en sus propios problemas, prácticamente ignorando la amabilidad de la tailandesa, a lo que un pequeño puchero se posó en sus labios. Y su mejor amiga sonreía de oreja a oreja algo apenada tambien, si bien tenían una introducción falsa, había charlado con la mayor de todo tipo de cosas alejándose de aquella mentira. Por lo que también le había tomado cierto cariño.

—Por lo que, si tiene que ver con Soojin, me gustaría decirte algo. 

La menor asintió, haciendo sonreír a la mayor, contenta de notar que había captado su atencion después de tanto rato.

—No es una persona amable. Es bastante callada y reservada, tiene modales pero tal vez no el mejor tacto, y por encima de eso; no sabe como manejar ni manifestar de buena manera sus emociones. Suelen superarle y serle un desastre. Es el tipo de persona que se aleja de ti para detonar sola en otro lugar.

Yuqi y Shuhua asintieron lentamente con comprensión, como si estuvieran analizando y anotando cada palabra de la mayor en sus mentes. A lo que la tailandesa rió.

Tomó su vaso con su mano izquierda, llevándolo a sus labios mientras sonreía.

—La comunicación con ella siempre te será difícil, asi que te recomiendo intentar hablar y expresar todo lo que puedas, pese a que ella no lo haga—tomó un sorbo de agua, ponerse en modo madre si que agotaba un poco la voz—Y así al menos no tendrán malentendidos.

—¿Porqué me dices todo esto?

—Compasión, tal vez. Me agradas.

—Pero no tanto como yo—intervino Yuqi, con un pequeño smirk orgulloso sobre sus labios.

Ambas rieron, ocasionando que también Shuhua le golpeara la espalda en consecuencia. 

—Siempre un roba-protagonismo, ¿no rata?

—¿Rata quién? Rata tu her-

—Ah Soo, volviste—sonrió la tailandesa, girando su rostro hacia el pasillo. Ambas menores se quedaron en completo silencio—¿Todo bien?

Yuqi tragó saliva, y Shuhua mordió el interior de su cachete mientras bajaba su cabeza.

—Sí, tuve que atender una llamada al terminar de usar el lavamanos.

—No hay problema. Oh, justo a tiempo.

El mesero llegó a la mesa junto con los platos que habían pedido. Cuatro pequeños tazones de arroz junto con el bulgogi y el tteokbokki, a pedido de la coreana y las dos pequeñas chinas, más los mandu que había insistido en pedir la tailandesa para las dos menores.

—A Soojin le encanta la carne, por eso solemos pedir bulgogi y así.

—A mi también, ¿a quién no siquiera?—comentó Yuqi mientras terminaba de masticar una buena cucharada de arroz y carne—Shuhua vive a base de arroz, aunque nos gusta mucho el tteokbokki también.

Shuhua asintió aritmicamente mientras tragaba otro pedazo de la misma comida mencionada por su amiga.

Durante todo ese tramo, la coreana la observaba con atención. Realmente estaba demasiado callada. 

¿Porque se comportaba de esa manera siquiera? La trató de manera horrible para luego andar mirando todo el rato como su pequeña come bien frente a ella. Soojin realmente estaba frustrada y confundida consigo misma, y aún sin tener las cosas claras, no era capaz de sacar la mirada de la pelinegra.

Era la primera vez que conocía a Yuqi también, y su menor le habia hablado mucho de ella. Era tal cuál la había descrito. 

Se sentía mal por todo lo que estaba provocando en la más chica de las cuatro.

Aunque.. en realidad, ella misma no era nadie demasiado importante en la vida de Shuhua. No es como si se conocieran desde hace años, pese a que junto a ella se sintiera que si.

Estiró su pierna con cuidado, hasta dar con la pierna un poco mas gruesita de la menor. 

Soojin observaba fijamente como el masticar de Shuhua se detenía de manera abrupta. No levantó la mirada, no tenía el coraje de hacerlo. No quería confrontarla luego de haberla hecho llorar y enfurecer de aquella manera minutos atrás.

Movió su pierna nuevamente, para esta vez rozar suavemente con la de la pelinegra. Y esa mínima acción, cargó su rostro con nostalgia.



✃ Maratón ✃
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