Rápido

1.8K 294 134
                                    


Reanudó su pausa, volviendo a llevarse la cuchara con arroz a su boca mientras seguía masticando el resto de tteokbokki que le faltaba digerir. Un poco glotona por la tensión del momento.

No le dio respuesta, a lo que la coreana volvió a acariciar la pierna contraria con la suya.

Y esa segunda vez, tampoco le dio respuesta, o al menos no de manera intencional. Dado que las mejillas de la menor se tornaron de un leve color rosado, que también se apoderaba del contorno de sus ojitos amenazando con llanto.

Y Soojin no podía pensar en otra cosa que en lo linda que se veía, más las ganas de hacer algo al respecto de esos finos labios manchados de un color anaranjado por la comida.

No, ella no debía, no. 

—Shuhua.

Dios, ¿por qué era tan difícil contenerse?

Los orbes de la pelinegra se fijaron sobre los de la coreana, con algo de pánico, pero lo hizo.

—¿Me puedes alcanzar las servilletas?

Sonó natural, y salió mucho mejor de lo esperado; bien.

La menor sintió alivio, sus brazos se destensaron con los segundos mientras buscaba por las servilletas para darle a la mayor. Minnie observaba con cuidado de reojo, posando sus ojos sobre la mas chica del grupo a la vez que bajaba su rostro para llevar más comida a su boca.

Agarró unas cuantas servilletas y se las entregó a la morocha con tranquilidad aparente.

Y luego volvió la mirada a su bowl de arroz, más calmada, sabiendo que la interacción había finalizado allí. Y que podía despreocuparse por un buen tiempo.

Pero..

—Shuhua.

No podía ser, ¿por qué otra vez?

Levantó el rostro con rapidez, dejando ver a la luz su confusión.

Pero al segundo que enfrentó la cara de Soojin, se topó con la mano de la misma acercándose a su rostro.

La mayor estiró su brazo con delicadeza, hasta dar con el pequeño morro de la menor y poder pasar la servilleta.

Shuhua estaba roja como un tomate, y tanto Yuqi como Minnie estaban sorprendidas de ver la acción de la coreana frente a ellas.

—Argh—se quejó la pelinegra entre medio de la confusión y sorpresa.

—Quédate quieta, no podré limpiarte bien sino.

—Eres muy brusca.

—No lo soy, así que ahora cierra el pico y ven aquí.

Soojin situó su otra mano sobre la mandíbula de la menor del lado contrario al que limpiaba, para pasar la servilleta y limpiar la mancha con más facilidad.

Acción que no pasó para nada desapercibida por la tailandesa a su lado.

¿Desde cuándo clases particulares daban tanta cercanía, no?

Aunque la mayor bien sabía que había que ser un poco idiota como para creerse eso.

Las muchachas volvieron a su conversación de antes, con las otras dos más tranquilas.

Luego de finalizar el almuerzo, las dos mayores del grupo pagaron por la comida, y se quedaron charlando un poco más como sobremesa. Habían congeniado muy bien después de todo, a Minnie le costaba soltar a ambas menores. Hace rato que no se divertía tanto ni conocía gente tan agradable.

I'll Pay % SooshuWhere stories live. Discover now