Maneras

805 121 26
                                    


—¿Soo?— la suave voz de la pelinegra captó la atención de la morocha que se encontraba en las nubes.

—¿Q-Que sucede? ¿Has terminado de ducharte?

Soojin intentaba mantener su postura, ya que no quería ni procesar el más diminuto pensamiento con respecto a que Shuhua se encontraba sin ropa y algo mojada del otro lado de la puerta.

—No tengo toalla—respondió risueña, percatandóse de que la morocha estaba de cabeza con toda la situación, al punto de que no se había dado cuenta de que se le olvidó de darle una toalla a la contraria durante todo el rato en el que se duchó.

Shuhua esperaba por la oportunidad en la que Soojin tuviera que entrar mientras ella se estuviese duchando, pero ya era mucho pedir.

—Ah cierto, nunca te dí.

Soojin se apuró a buscar una toalla limpia dentro de los cajones, llegando hasta la puerta del baño para alcanzársela. La menor se secó y vistió con la muda de ropa que le había prestado la mayor. De eso sí se acordó al menos. 

—Soo— llamó la pelinegra mientras se cambiaba del otro lado de la puerta.

—¿Si?— respondió la contraria con calma, ante la probabilidad de que necesitara algo más.

—¿Ya no estás enojada conmigo?

Soojin no formuló palabra alguna. Era verdad, ella ya no estaba enojada. No sabía bien por qué, pero su enojo la había abandonado en cuanto vió a la taiwanesa. Mejor dicho, nunca fue capaz de materializarlo. 

—No— respondió con simpleza—Ya no.

Sus emociones estaban confusas, pero, en realidad, la confundida era ella.

Las cosas dentro de su cabeza se aclararon y calmaron un poco en cuanto la pelinegra aprovechó a abrir la puerta del baño de golpe para saltar sobre la morocha y abrazarla. Y por ende, las cosas dentro de su corazón se amacaron al unísono también.

Los mechones mojados de la menor se le pegaron un poco a su rostro y cuello, pero no se quejó, y en cambio aceptó el abrazo gustosa.

—Que bueno que no estés enojada, ¡me preocupaba tanto que no me quisieras más!—exclamó exagerando Shuhua, mientras se aferraba aún más al cuerpo de Soojin.

La palabra 'querer' cosquilleó el pecho de la mayor.

—Me olvidé de pedirte tu número de teléfono la última vez porque me distraje porque la estaba pasando muy bien!—explicó de forma atolondrada la mas chica—No sabía bien si podía pedirte tu número o no tambien, por tema de como funcionan las cosas con tu empresa o con las prostitutas en general..?

Shuhua sintió una manos sobre su rostro, a lo cual levantó la cabeza, para sentir los labios de la morocha apoyarse lentamente sobre su mejilla derecha con mucha suavidad.

—Está bien, tranquila, ya te he dicho que no estoy enojada.

Shuhua había quedado perpleja. ¿S-Su mejilla qué? Sus ojos no se podían despegar del pintalabios rojo oscuro que adornaba los gruesos labios de la mayor.

No fue hasta unos segundos más tardes que Soojin se percató de lo que realmente habia hecho. A lo que se despegó de la más baja y carraspeó antes de estirar su mano para ofrecersela.

—Debes tener hambre, ¿no? ¿No has cenado aún cierto?— se apresuró a decir —Ven, vamos a comer que ya preparé la cena. 

La menor aceptó la propuesta encantada, tomando la mano de la contraria.

Ya sabiendo que Soojin no se encontraba enojada, el ambiente se destensó de manera significativa, permitiendo que Shuhua volviera a su estado parlanchín de siempre, y Soojin al estado de escucharla embobada por cada cosa que saliera de sus labios. Charlaron toda la cena, aunque en mayoría se trataba de la menor hablando sin parar, para luego terminar limpiando los platos y al finalizar echarse sobre el sillón del living.

—Minnie-unnie es buena persona, me agradó bastante cuando almorzamos— comentó la más chica — ¿Es tu mejor amiga? ¡Parece conocerte mucho! 

Soojin no pudo evitar soltar una risa, pero era verdad, Minnie era quien más la comprendía luego de Soyeon.

—Puede ser— repondió con suavidad antes de sentarse junto a Shuhua sobre del sillón— Su escritorio está junto al mío.

Shuhua se acercó a la morocha con confianza, metiéndose entre los brazos de la misma para que ésta la abrazara por la espalda. Soojin odiaba admitir lo perfecta que encajaba la menor con su cuerpo, entre el hueco de sus brazos y sus piernas.

—No habrá una próxima vez en la que me compres a la empresa.

La pelinegra volteó su cara hacia la de la contraria ante semejante afirmación.

—¿Por qué no?

Soojin aprovechó a pegarle sobre la frente con sus dedos.

—Por que resulta ser, que mi gran exitosa y joven clienta rica, es en realidad una estudiante de secundaria quien todavía no ha cumplido la mayoría de edad, ¿no crees?

La menor bufó en resongo ante el comentario de la mayor.

—¿Pero nos podemos seguir viendo entonces?

Soojin sabía que tenía que responder que no. Lo sabía muy bien. Pero también sabía que no era capaz. No solo porque no pudiese ante la idea de destruir la preciosa sonrisa de la chica que se encontraba entre sus brazos, que le había dado vuelta el mundo con solo aparecer en su vida un par de veces; sino también porque ella misma no quería aquello tampoco.

—¿No podemos ser amigas?— insistió la menor intentando convencerla. 

Obviamente que Shuhua no iba a apuntar a ser amigas, pero estaba todo hecho a propósito.

—Está bien.

La sonrisa de Shuhua se extendió de oreja a oreja y estiró sus brazos hacia arriba en festejo de victoria. La mayor tampoco pudo evitar sonreír ante la reacción de la pequeña. Se acurrucaron para ver juntas el celular de la menor, quien se puso a jugar a su juego favorito para mostrarle a la contraria y seguir contandóle todo al respecto. 

Soojin admiraba los orbes oscuros de la pelinegra concentrada sobre la pantalla. De repente todas las sensaciones del momento volvieron a su cuerpo como una ola chocando contra las rocas del muelle en la orilla. La espalda de Shuhua estaba pegada a su cuerpo, su cabeza junto a su suave pelo casi recostados sobre su hombro. El rostro de la menor estaba tan cerca del suyo. El olor de su shampoo en el cabello de la pequeña, mezclado con su propio olor de sus propias ropas sobre el cuerpo de la pelinegra inundaban el lugar. Soojin sentía que todo se estaba desmoronando. Los roces, los pequeños movimientos que hacía la menor se sentían en demasía. El mas mínimo roce la alteraba de sobremanera. Los muslos de la pelinegra se acunaban junto a los suyos, pegándose a los mismos cual oso perezoso. 

Soojin de maldecía a si misma por estar alterandose de esa manera luego de haberla retado y haber concluido las cosas en que iban a ser amigas simplemente. Pero por alguna razón, un impulso dentro de sí misma ganó sin previo aviso.

A lo que Shuhua sintió nuevamente los labios rojizos de la morocha sobre su cachete nuevamente.

Giró su rostro con lentitud, quedando con la mirada a la altura de la contraria, para mirarle a los ojos. Shuhua recordaba con claridad las palabras de la mayor, pero al verla creía que había mentido ella también. La morocha poseía una cara totalmente embobada, con sus labios gruesos y sus mejillas rosadas, que la menor no pudo hacer más que aprovechar ese momento fugaz. 

Acercó con lentitud silenciosa, pero esperada, sus pequeños labios a los rojizos de la mayor y los pegó entre sí, mientras bajaba su celular de sus manos y lo soltaba sobre el sillón. 

Ninguna de las dos pensó. Pero más que nada, la menor no le dió tiempo a la mayor para detenerse a pensarlo.





Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 08, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

I'll Pay % SooshuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora