El llamado a casa

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Esa mañana fue realmente incómoda, durante el desayuno ninguna de las dos habló. Lisa ni siquiera pudo probar bocado y Jennie se limitaba a ver su comida. La noche anterior la tailandesa no se marchó hasta que el local cerró. Ni siquiera supo como volvió al hotel, solo recuerda que al despertar la castaña estaba durmiendo en el sofá

Dejó su taza de café en la mesa y la miró. Su rostro era indescifrable, como si hubiese creado un muro entre ellas. Te lo mereces por idiota. Se recriminó así mism, revolviendose  en su asiento, ideando un modo de romper el hielo

-¿Está bueno el desayuno?

-Bastante.

Ok, esa pregunta fue idiota Lisa, piensa algo mejor

-¿Qué tal la pasaste anoche?

Jennie arqueó una ceja y soltó los cubiertos con brusquedad. Muy bien Manoban, se avecina guerra. Tragó en seco. Ya conocía ese cambio de miradas

-¿Hablas de cuando nos ignoramos toda la noche o ese monento en el que me dejaste de lado por Irene... otra vez? ¡Oh ya sé, quizás cuando cada una volvió por su cuenta y de paso tuve que pedir una llave en recepción para poder entrar!- ironizó todo, intentando mantener la calma

Confirmado, soy una imbécil. Se maldijo por hacer esas preguntas. Su idea de dialogar no estaba funcionando. La castaña estaba a la defensiva y de ese modo nada de lo que dijera iba a ser mejor

-¿Por qué no dormiste en la cama anoche?- preguntó finalmente. Eso sí le interesaba

Jennie dió un sorbo a su leche y se encogió de hombros sin darle mucha importancia

-Estabas del asco, pensé que tu la necesitabas más que yo

-¿Y por qué no dormiste allí también?

-Porque no quiero estar cerca de ti para que después lo desmientas- eso lo dijo con una pisca de resentimiento. Lo cierto era que le había dolido la actitud de la tailandesa esa noche, incluso tuvo la esperanza de que fuera tras ella cuando la vio marchándose con Suga.  Quería que los detuviera, quería que actuara similar a cuando los vio conversar. Pero eso no ocurrió y era lo que más le enojada

Lisa asintió en silencio, dándose por vencida. Dio otro sorbo a su café y escuchó su móvil sonar. Ambas giraron hacía la cama, donde estaba su cartera y su abrigo de la noche

Jennie resopló y clavó el cuchillo de mesa en su última porción de salmón, con indignación

-Es genial, desconozco las actividad la laboral de una asistente pero Irene es una muy servicial ¿no?- soltó con sarcasmo desviando la cara

Lisa ignoró el comentario y caminó hacia la cama. Sus labios formaron una amplia sonrisa al ver la pantalla y Jennie se mordió la lengua al ver esa expresión de la rubia. Sus ojos brillaban y podía notarse su felicidad. Sintió una punzada en el pecho ¿tan feliz se sentía al saber de ella?

La rubia no espero más y desbloqueó la llamada bajo la atenta mirada felina, quien agudizó el oído para no perderse la conversación

-¿¡Por Dios Lalisa Pampriya Manoban, tienes dos días en Bangkok y ni siquiera te has dignado a mandarme un mensaje!?

-También es un gusto oirte mamá

Jennie amplió los ojos ¿mamá?. Sus instintos de posesión se alivianaron, permitiendose respirar nuevamente

-¡Pampriya, tengo 7 años sin saber de ti, lo primero que debiste hacer al pisar Tailandua es avisarme! Si no es por Mina..

-Mamá por favor no exageres, voy en navidad

Me Enamoré De Mí Gata (Jenlisa)Where stories live. Discover now