Parte 10

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Los primeros meses desde que había llegado a Eldarya, Erika vio a Nevra como un hombre cuyo ego era demasiado alto. Era un hombre vanidoso y mujeriego a quien no le importaba mucho la opinión de los demás.

Y aunque con el tiempo ella logró ver más allá de lo que trataba de demostrar el líder de esa guardia, todo cambió cuando él le dio la poción a la fuerza. Esa poción se había convertido en un quiebre de la amistad que ellos habían logrado tener.

Poco a poco todo volvió a cambiar entre ellos dos. Erika le dio una oportunidad; él le prometió que la protegería. Y así volvieron a acercarse hasta que una tarde se besaron en una de las habitaciones del templo Fenghuang.

—Erika, podrías quedarte con nosotros. Aquí serías muy feliz. —le dijo Huang Hua a la aengel, pero la aengel sólo miraba a Nevra.

Tras una discusión por celos, Erika comenzó a sentirse dividida: quería quedarse y ser feliz, pero allí Nevra no estaría junto a ella.

Al final, el vampiro no era tan egocéntrico ni tan vanidoso como él demostraba ser. Al final, el vampiro no era un mujeriego como él quería que otros pensaran. Entonces, cuando Huang Hua le preguntó a Erika si había pensado en la propuesta, ella respondió:

—Lo siento, Huang Hua, no me iré a vivir al templo... Al fin tengo a alguien en Eldarya.


Parte 10


Cuando abrí los ojos salía hecho una furia del cuarto. Furioso de mi estúpido orgullo, pero ya no podía hacer más, las palabras ya estaban dichas.

Vi de reojo que Leiftan me miraba un poco indignado. Alzó una mano y la puso en mi hombro para detenerme, pero yo la aparté con brusquedad. Me paré de frente y lo miré seriamente, que supiera que él no me intimidaba, aun sabiendo que él no tenía deseos de hacerlo.

—Lo más sensato que podría hacer un hombre que ha esperado durante años es saber hacer bien las cosas.

—Pff... —me crucé de brazos poniendo así una barrera invisible entre nosotros. —¿Quién eres tú para venir a darme a mí esos consejos? —inquirí con burla.

—Soy el hombre que ha esperado durante años y que finalmente ha decidido apartarse. —No pude evitar abrir mis ojos con sorpresa. —Me quedaré junto a ella solamente porque has sido tú quien no ha hecho lo que debía hacer.

Dicho eso me dejó allí solo y se metió al cuarto de Erika.

Esa noche me quedé en la habitación de Brezna. No la toqué, aunque quise hacerlo. Quería hacerla feliz, quería que ella sonriera, pero lo único que conseguí fue que ella me diera la espalda toda la noche.

—Por favor, se sincero. —dijo antes de dormir.

Y tenía razón, tenía que ser sincero con ella, con Erika... conmigo mismo.

Cuando abrí los ojos al día siguiente, Brezna no se encontraba a mi lado. Me levanté, me vestí y salí en dirección a las duchas. El agua tibia consiguió calmar un poco mi inquietud; yo no quería lastimar a Brezna y era por eso mismo que había decidido quedarme junto a ella y no con Erika, pero había algo que mi actual novia veía con claridad, algo que yo no lograba vislumbrar.

Una vez que llegué a la sala de cristal esperé paciente a que llegaran los integrantes de la guardia Brillante para dar comienzo a la reunión matutina. Allí, con sorpresa, vi como llegaban todos incluyendo a Leiftan y a Erika.

Cuando la reunión terminó ella esperó sentada a que todos salieran. Una vez que quedamos solos ella me miró.

—Me dieron de alta ayer por la noche. —dijo.

Cuando abro los ojosWhere stories live. Discover now