Parte 5

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Parte 5

Cuando abrí los ojos vi que en mi cama estaba Brezna. No sentía frío a pesar de estar desnudo, pero tampoco sentía ese calor que me reconfortaba. Solamente existía y ya.

Me levanté y rebusqué en el piso mi ropa que estaba mezclada con la de ella. No era la primera vez que sucedía, claro. Ni la segunda, ni la tercera. Tampoco era algo de lo que ambos hablábamos previamente, simplemente pasaba y quedaba en el silencio. No le tomábamos importancia. Aunque yo sospechaba que ella quería más de mí, yo no podía dárselo... a pesar de que sí quería hacerlo.

Brezna era diferente a Erika en muchos aspectos, desde su apariencia hasta su forma de ser. Brezna me cuidaba silenciosamente, y no es que Erika no lo hiciera, pero había una línea que mi ex cruzaba siempre, la del peligro innecesario, la que me erizaba los vellos de mi piel por culpa del miedo a perderla... a Brezna no podía perderla porque no la tenía, éramos sólo amigos y nos acostábamos cuando nos sentíamos solos.

Ese día, sin embargo, era diferente. Esa mañana, mientras me vestía, en mi mente no podía dejar de pensar en las palabras que mi amante había dicho mientras estábamos juntos.

Te amo.

Yo la escuché sin decir nada. Simplemente la escuché.

Yo no la amaba... hacía lo que hacía para olvidarme de todo, pensando que estando con ella, Erika escaparía por fin de mi cabeza.

—Mierda. —murmuré. Y sí, es que realmente estaba sumergido en la mierda.

Una vez que me bañé llegué a mi lugar de trabajo. De inmediato, como si mi corazón sintiera que yo había hecho algo mal, miré directamente al cristal que flotaba impoluto sobre su plataforma. Bañado por su haz de luz que iluminaba la sala aun cuando era de día, ese haz de luz que yo atravesaba cuando necesitaba sentir que Erika me escuchaba. Pero las cosas habían cambiado, yo ya no hacía eso, desde hacía mucho tiempo que no trataba de hablar con la Erika que allí estaba dormida.

No sabía si realmente ella me había escuchado dentro de los primeros años cuando yo le contaba las noticias que pasaban en Eldarya y le pedía que volviera, lo que sí sabía era que yo había roto mi promesa... o quizás no.

Quizás... yo aún la esperaba.

Pero estaba enfadado con Erika, con Leiftan y con Lance... con el mundo. Estaba enfadado con mi nuevo cargo y al sentir que todos los años de espera habían sido años perdidos. Ese enfado era un disfraz, porque por dentro no hacía más que sentir pena por haber mirado hacia el lado. Ya no podía mirar el cristal como antes, ni siquiera podía observar los ojos de la estatua de la aengel que estaba en el jardín del cerezo centenario. Sentía pena por mi espera y sentía pena por fallar.

En ese afán de avanzar vi la oportunidad de quitarme a Erika de mis pensamientos y fue así como una noche —y muchas noches después de esa— empecé a tener una relación con Brezna. Aunque no fuéramos algo oficial, si yo caminaba junto a ella ya no me sentía tan solo, pero todo eso acababa una vez que ponía el pie en esa sala donde levitaba el cristal. Allí yo volvía a cero.

Lo que sí sentía completamente seguro era que todo era un secreto. Nadie podía saber con quién pasaba mis noches. Lamentablemente contaba con una hermana demasiado chismosa a mi espalda. Karenn se había convertido en una buena guardiana Sombra, eso la había llevado a seguirme, sin que yo pudiera notarla, hasta saber que efectivamente yo tenía una "novia".

—Tanto escándalo que nos hiciste a Erika y a mi cuando estábamos juntos, Karenn. —le reproché una noche mientras caminábamos a su cuarto.

—Ay, hermano. Me estás comparando con una yo de quince años. Ahora tengo veintiuno, ya no soy esa adolescente egoísta.

—Más te vale, mi amor.

La dejé en la puerta, pero Karenn me invitó a entrar. Hizo que me sentara en su cama y ella se sentó a mi lado. Tomó mi mano con dulzura y la acarició.

—¿Qué tramas tú? —le pregunté cuando vi su sonrisa traviesa.

—¿Te gusta Brezna?

—¡¿Qué?!

—¿Que si te gusta Brezna?... los veo muy juntos últimamente.

—No... no me gusta.

—Que si... —me molestó. —lo sé.

—Pensé que tenías veintiún años, Karenn. —ironicé.

—No soy inmadura como tú insinúas, hermanito mío. Sólo pregunto porque te veo muy coqueto últimamente. ¿Fue por ella que cambiaste tu estilo de vestir?... ¿fue por ella que te quitaste el parche de tu o...?

—Karenn... no siempre hacemos las cosas por los demás. —apostillé seguro de mis palabras.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos. Miré mis uñas rehuyendo de la mirada penetrante de mi hermana. Ambos teníamos caracteres fuertes, pero ella me ganaba con creces.

—¿Sigues esperando a Erika? —volvió a apretar mi mano.

Su pregunta me tomó por sorpresa porque definitivamente ella y yo nunca hablábamos de Erika.

—No. —respondí luego de unos minutos de silencio. Sentí que la mirada de Karenn se hacía más sofocante, me exigía que yo dijera la verdad. —No lo sé... puede que sí la siga esperando. Le fallé...

—Nevra, no le has fallado. Seguramente ella hubiese querido que tú continuaras con tu vida. En una semana más se cumplen siete años de su partida, tú debes seguir adelante. Si cambiaste tu estilo de ropa, si te quitaste el parche y si las cosas han ido bien en este lugar ha sido por ti y sólo por ti. —ella se acercó más a mí y me abrazó con cariño. —Así que has tu vida como a tú quieras y te sientas bien, después de todo, no siempre hacemos las cosas por los demás. 


Eldarya: Nueva Era; le pertenece a Beemoov.

La imagen de la portada es creación de YeiSi.

Cuando abro los ojosOnde as histórias ganham vida. Descobre agora