Capítulo 86

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Un día más, mi tía Aurora volvía al hospital, dispuesta a seguir apoyando a su mejor amigo, que se debatía entre la vida y la muerte. Sí, Marcos sigue en coma (ya sabéis que ya no le llamamos Solero), y no parece que haya mucho avance. El otro día me estuvo contando cómo se conocieron y lo necesaria que fue su amistad para sobrevivir en el insti. Porque al final son las amistadas las que nos ayudan a superar el día a día, ¿no?

También me contó que estuvieron años sin hablarse. Pero ni ella quiso contarme la razón ni yo insistí demasiado porque mira, yo qué sé. Si ella no quería contármelo, no me lo iba a contar, que ya la voy conociendo. Y en eso es igualita a Pablo. Bueno, y a mí. Si es que al final Pablo y yo, aunque no lo parezca, nos parecemos mucho. A veces incluso demasiado.

Ese día la acompaño yo, porque aunque ella me dijo que no, a mí pues me dio igual. Luego había quedado con Albert para dar una vuelta porque él había insistido mucho en verme. Creo que sigue pillado por todo el tema del incendio. A todos nos ha afectado de una u otra forma, y si algo he aprendido, porque aunque no lo parezca, yo también aprendo cosas de vez en cuando, es que nos ha cambiado por completo. De hecho, estas últimas semanas me han cambiado. Lo noto. Lo sé. ¡Creo que he madurado y todo! ¿Dónde estará el Óscar que se escondía, que tenía miedo de dar su opinión, y que estaba inseguro con cualquier cosa? CIAO!

Entramos en la habitación de Marcos y la verdad es que sigue impactándome cada día que vengo. Verle respirando por un tubo, con el cuerpo lleno de vendas y tan solo... no sé, es que se me encoge el corazón. Es muy raro. Muy muy raro. Aurora ha traído un libro. Creo que es uno de esos chungos románticos que le encantan. A ver, que a mí me encanta una buena historia romántica (y lo sabéis mejor que nadie), pero ese tiene una pinta muy mala. Descorre las cortinas y se sienta junto a él, cogiéndole la mano. Yo me quedo de pie, junto a la puerta, como si tuvieran que darme permiso para moverme.

-¿Piensas quedarte ahí parado?

-Uhm, no sé. Es que esto es como muy íntimo, ¿no?

-No seas ridículo, Óscar, por favor. Siéntate un rato, anda.

-Vale, vale. A sus órdenes, mi general.

-Así me gusta –me respondió a la vez que abría el libro y buscaba la marca por donde se habían quedado la última vez.

Sí, el libro era un rollo de proporciones épicas, la verdad. ¿Os acordáis de un capítulo de 'Los Simpson' en el que Marge se vuelve escritora y es como en el siglo XVIII o algo así y se enamora de Flanders...? Bueno, vale, yo qué sé si os acordáis, pero es básicamente eso en libro.

Me ofrece leer yo un poco, pero en serio, me da mucho palo así que, mientras Aurora lee, yo me dedico a escribirme con Teo. Sí, Teo era el chico misterioso (os disteis cuenta, ¿no?) y oye, desde el día del incendio, nos habíamos ido haciendo cada vez más amigos. Todo quedó claro, y nunca intentó ligar conmigo, o eso es lo que me dice, sino que no sabía con quién hablarlo, con quién enfrentarse a lo que le venía. Y es que amigas, ser gay en un instituto, por si no os habéis dado cuenta, puede ser maravilloso, pero también puede ser una mierda así que, como os he dicho antes, mejor tener buenos amigos que te hagan la vida más fácil.

-Cuando Margot entró en la casa, Harry estába esperándola, semidesnudo y con su miembro erecto entre...

-¡JAJAJA! –me reí escandalosamente.

-Óscar, no empieces.

-Es que... ¿quién habla así? Lo siento, sé que os encantaban estos libros, y no tengo mucha idea de la razón. Pero no sé... ¿miembro erecto? ¡Di polla!

-¡ÓSCAR!

-¿Qué?

-Que tienes razón. Pero es divertido leer estas cosas. Y a él le divertía. ¿Qué quieres que te diga? Comprábamos una botella de vino, lo leíamos en alto, nos reíamos...

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora