Capítulo 21

23.9K 1.7K 1.2K
                                    


No. NO. ¡NO! ¡Joder, joder, joder! Pero, ¿qué he hecho? He metido la pata mazo. ¡Pero mazo mazo! ¿Qué hago? Es decir, ¿ahora qué hago? Bueno, él se me ha declarado. ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Qué me quedara callado? Hombre, pues no. ¿Cómo iba a hacerlo? Él estaba en silencio, mirándome. Esperando, supongo, a que me retractara. O qué sé yo. Bueno, pues hala, tendría que aceptar las consecuencias de mis actos. Más bien, de mis palabras. Ay, madre mía, como la hubiera cagado...

- A ver, no, no, no quería decir eso. ¿Sabes? No, bueno... no – empecé a tartamudear como si fuera imbécil.

- No querías qué – dijo, totalmente en serio.

- Pues decir 'eso'.

- ¿El qué?

- Pues 'eso' – dije, haciendo aspavientos de pirado.

- El qué – repitió.

- Te quiero – cedí y él me besó. A VER, NO. No me besó, en plan así vulgar, en plan de cualquier forma, que lo he explicado fatal. No. Volved a leer la conversación, porfa. Entonces yo le vuelvo a decir 'te quiero', ¿vale? ¿Me seguís? Bueno, se lo digo y él me coge la cara, con sus manos que eran tan sorprendentemente suaves que casi me muero del gusto. Me miró, como queriendo ver dentro de mí, algo que yo le ponía muy fácil, y acercó su boca a la mía. Sus labios estaban húmedos, pero sabrosos. No fue como otras veces, que su beso era más bruto, más impulsivo. ¿Cómo lo sé? Bueno, primero porque es a mí al que está besando, listos. Segundo, porque esas cosas se notan. Ese beso llevaba sentimientos. Ese beso era lo que estaba esperando desde que lo conocí. Ese beso era lo que llevaba esperando toda mi vida... lo que pasa es que no lo supe hasta este momento. Cerró los ojos (yo los mantuve un rato abiertos, porque quería seguir viéndole) y siguió besándome, como si quisiera cerrar un pacto entre los dos, como queriéndome decir con ello que también me quería.

Al rato nos separamos y fue abriendo los ojos poco a poco. Dios mío, era tan guapo, era tan perfecto. Yo debía ser un cuadro en ese momento.

- Nunca me habían dicho que me querían – confesó.

- ¿Ni tus padres?

- No.

- Bueno, yo nunca se lo había dicho a nadie – era mi momento de confesión.

- ¿Y qué tal?

- ¿Qué tal?

- ¿Sienta bien?

Pues, la verdad, es que sentaba de puta madre ahora que lo pensaba bien.

- Sí.

- ¿En serio me quieres? – me preguntó. ¿Y yo qué iba a decirle? No quería que se asustara más de lo que seguramente estaría ya. O no. Mira, Óscar, deja de tener una puta autoestima de mierda, que estás con él, que te ha besado, que se te ha declarado. Ya está. ¡PUEDES RELAJARTE!

- Creo que sí – acepté.

Sonrió y se levantó. ¿La había cagado? ¿Por qué no decirle un SÍ rotundísimo? No. Tenía que decirle un 'creo' delante. Joder, Óscar. Qué plasta que eres. Pablo comenzó a bajar las escaleras, pero lento, expectante. Obviamente, porque quería que le siguiera. Me levanté también y empecé a bajar tras él. Y entonces se detuvo y esperó a que llegara a su altura para bajar conmigo. Me sonrió y me pasó el brazo por encima del hombro, juntándome contra él. Los dos bajamos juntos y mira, os juro que parecíamos novios. Solo nos faltaba ir de la mano, sabes? Pasamos por delante del grupo, que cada vez era más grande, y nos acercamos al límite del parque, al mirador, desde el que se veía toda la Casa de Campo, todo el resto de Madrid, la otra cara. Se apoyó en la barra y me siguió mirando. Tanto tiempo que era hasta incómodo.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora