3. El primer mensaje

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Samuel.

Salir del gimnacio, completamente agotado, e ir a clases -las cuales parecían realmente eternas- no era nada comparado con la intriga. Cada dos segundos me veía a mí mismo observando el móvil fijamente, como si eso fuese a aumentar las posibilidades de que aquella linda chica diese señales de vida. No. Y me lo repetía una y otra vez, pero mi cerebro parecía no querer creérselo, ya que desbloqueaba, toqueteaba, marcaba y tlecleaba mi teléfono móvil cada pocos minutos. Mayormente en clase, ya que estaba malditamente aburrido, y es que el profesor, aparte de hablar con lentitud y suavidad, estaba hablando sobre no-sé-qué-partes-del-cuerpo o cosas así, ese tipo de cosas que no te interesan para nada, pero que según ellos, deberías saber.

Por fin, el sonido agudo del pitido que anunciaba la finalización del primer tramo de clases, y la preparación para el siguiente, sonó por toda la Universidad, alertando a los estudiantes. Suspiré aliviado, y es que aunque no hubiese estado muy atento a esta materia, al menos había tomado algunas notas de lo que había hablado el profesor.

Caminando hasta mi habitación, vi de lejos a Fran, quién solo me saludó con la mano mientras caminaba detrás de Claudia, su novia desde hace bastante tiempo. Seguramente estaría acompañándola hasta su residencia, que estaba aquí al lado y es que esta Universidad tenía una fuerte polémica con la separación de sexos, y claramente se demostraba en que había dos residencias, cada una en un extremo del campus, a la derecha estaban las chicas, y en el extremo izquierdo, los chicos.

Llegué a mi habitación y aspiré todo lo profundo que pude. Volví a mirar mi móvil, impaciente.

"Por más que haga eso, el teléfono no sonará por arte de magia" -Maldije. Quizá, si en vez de darle mi número a aquel chico para que se lo entregase a ella, hubiese ido directamente a pedirle su número, no estaría viviendo esta situación. Si bien yo no era el típico chico que buscaba un amor de una noche, tampoco se me podía considerar enamoradizo. Yo siempre creeré que hay una persona para cada uno, pero antes de encontrar a aquella que encaja totalmente contigo, como si de un puzle se tratase, debes pasar por todo tipo de relaciones y personas. Desde efímeras y pasajeras, dolorosas, unilaterales, hasta una relación larga que al final, se romperá con una simple pelea, un engaño o cualquier cosa típica. Pero entonces, cuando hayas perdido la esperanza, y le tengas miedo al amor, aparecerá alguien que te devuelva las ganas de seguir luchando por este, y entonces, será con esa persona con la que pases el resto de tus días. Sí, así es como yo pensaba. Y es por eso que por intentarlo, nada se perdía.

Volví a encender el ordenador, y sonreí a la pantalla al ver que mi mamá estaba conectada a Skype. Verdaderamente hacía mucho que no hablaba con ella, y es que como la relación con mi padre no era... demasiado buena, el contacto con mi madre, al igual que las visitas a mi hogar, se habían resentido. Él siempre me había impulsado al mundo de la abogacía, pero yo jamás había sentido atracción por dicha carrera, a mi siempre me había encantado estar en contacto con los niños, sanarlos y ayudarlos, por lo que había decidido la carrera de medicina, para más tarde especializarme en pediatría. Cuando se enteró, mi progenitor puso el grito en el cielo, y acabó por dejar de hablarme. Yo, apenado, tuve que irme de casa; mi suerte fue que un mes después empezó la Universidad, y yo ya había sido aceptado, por lo que solo tuve que instalarme. En ese mes, Fran me dejó que me alojara en su casa. Mi madre en cambio, siempre me había dicho una y otra vez que si esto me hacía feliz, siempre podría contar con ella, por lo que había discutido una y otra, y otra, y otra vez con mi padre hasta que consiguió que el accediese a pagarme la carrera, y él aceptó, mas seguía sin dirigirme la palabra.

Pensé en decirle algo, o simplemente llamarla, pero al ver que el símbolo verde que indicaba que dicho usuario estaba conectado pasó a ser gris, negué tal idea.

"Más tarde la llamaré." -Me aseguré para marcharme a la cafetería a comer algo, y es que con la tontería ya eran más de la cinco de la tarde.

Caminé hasta dicho lugar, y para mi suerte no había mucha gente.

"Es normal, chaval, con las horas que son." -Reí interiormente.

Cogí una blanca bandeja de la mesa gris del principio, y caminé con paso seguro hasta posicionarme al otro lado de la barra, frente a la cocinera, quién me miraba interrogativamente, preguntándome qué quería que me sirviese.

-Por favor, una ensalada césar... -Miré una y otra vez el surtido del día de hoy. Me sorprendí al ver que todavía quedaban algunos filetes, y es que era lo que normalmente siempre se agotaba antes. -Un filete... -Seguí caminando, mientras observaba como ella servía los distintos plantos en la bandeja. -Y una manzana. -Finalmente, di las gracias y me marché hasta una mesa.

-¡Hombre! -Salté del susto al sentir como alguien me tocaba el hombro.

-Me cago en tu vida, Fran. -Me quejé, intentando recuperar el aliento.

-Lo siento... Estabas de espaldas y no pude contenerme. -Empezó a reirse de aquella forma tan peculiar suya, y consiguió que la poca gente que quedaba en la cafetería se girase para vernos atentamente, como preguntándose que hacíamos los dos pringaos.

-Fran... que te la juegas. -Le advertí, divertido.

-Samuel... que ya me la he jugado... -Sólo pude reír, diciéndome a mí mismo que era demasiado tonto para ser real.

-¿Qué haces aquí al fin y al cabo? Si seguro ya has comido. -pregunté cuando ya estábamos sentados en una mesa.

-Sip, he comido con Claudia. -Cogió una patata de mi plato, antes de seguir hablando. Yo sólo lo miré mal, aunque ya estaba acostumbrado, porque Fran era un auténtico glotón. -Pues para preguntarte si esta noche querías venirte a mi habitación. He comprado un nuevo videojuego, además, Carlos vendrá a avisar de que el viernes dará una fiesta y... -Siguió hablando y hablando, pero yo me quedé pensando en cuánto faltaría para que mi móvil sonase de una maldita vez. Lo desbloqueé una vez más, para asegurarme de que funcionaba. Fruncí los labios al ver que sí, pero que seguía sin sonar en señal de llamada o mensaje.

-Está bien. -contesté sin saber a qué estaba accediendo, pero confiaba plenamente en Fran.

-¡¡Genial!! A las nueve en mi habitación.

Seguimos hablando hasta que yo terminé de comer y nos fuimos a dar una vuelta por el exterior del campus.

El corazón se me agitó al sentir como mi móvil vibraba.

*17:58

>>Número desconocido: Hola :)-<<

(Autora: Pinkyes-chan)

Wigetta: Número equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora