19. No es un final, solo un inicio.

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No es un final, solo es el inicio de nuestra historia.



Samuel.




Fran me había dicho muchas, muchas, muchas -es que es muy pesadito el chaval- veces que últimamente me veía más contento y jovial. Yo solamente había negado ante esas palabras para simplemente, reír segundos después. Sí, puede que estuviese un poco más... alegre de lo habitual, pero es que en esta última semana, había momentos en los que no soltaba el teléfono, en los que prácticamente no aparecía por la Universidad, o que simplemente, cogía el coche y Guillermo y yo desaparecíamos durante horas. Pero para mi solo eran segundos. El tiempo a su lado se esfumaba entre mis dedos con su mera presencia. ¿Cómo podía ser que una hora con él fuese tan corta y sin él parecía que el tiempo se detuviese?. Era increíble como cuando de verdad te gustaba una persona tu vida prácticamente dependía -de una manera que asustaba, pero a la vez era tan maravillosa- de esta.


Me encontraba en la puerta de la cafetería, donde había empezado nuestra historia, esperando a Guillermo, quien siempre, siempre, llegaba tarde. Da igual a que hora quedásemos, o dónde, él siempre iba a llegar, como mínimo, con diez minutos de retraso. Pero me daba igual. Y no porque fuese un tonto enamorado que lo perdonaba todo, sino porque, después él aparecía con su sonrojo en las mejillas y su brillante sonrisa, dando alguna excusa tonta y en lo que menos pensaba era en que se había retrasado.


En realidad, si que parecía un tonto enamorado, ¿verdad?.


Pero todavía era muy pronto para hablar de amor, sobretodo una persona como yo, que le tenía miedo a un sentimiento tan grande. Pero... cuando pensaba en que él, ese chico que sin darme cuenta -¿quién me diría a día de hoy que estaría con un chico (¡en masculino!) cuando tras lo de Luzu me había jurado salir solo con mujeres, y sumándole que yo siempre había pensado que estaba hablando con una la chica que primeramente me había atendido en la cafetería que ahora significaba tanto para mi?-esa presion que se posaba en mi pecho ante eso, se difimunaba lentamente, quitándole peso. El destino tenía verdaderas paradojas.


—Madre mía, niño, ¿podías haber llegado más tarde, no?.— Reproché, al ver como volvía la esquina, agitado y acalorado. Ahí estaban sus mejillas coloradas, su blanca e inocente sonrisa... Era como un pequeño ángel fragil que debe ser cuidado.


—Es que... he tenido que buscar algunas cosas,¿sabes?. Además, lo bueno se hace esperar, ¿no te lo ha dicho nunca tu madre?.— Reí a su son, viendo como algunos extraños se giraban por el ruido de nuestras risas.


—Pues justo hoy me ha preguntado por ti...—Estaba seguro de que ahora era mi turno de estar avergonzado.


—¿Ah, si?.


—¿Ah, si?.- Y de nuevo, risas, porque eso era todo con Guillermo. El verdadero Guillermo. Eramos novios, ¿novios?, que parecian amigos, pero que tenían sentimientos demasiados fuertes para etiquetarlos bajo una sola palabra.


Fue entonces cuando me fijé en la caja que escondía tras su espalda.


Wigetta: Número equivocadoWhere stories live. Discover now