12. A veces uno hace hasta lo imposible

3.4K 358 72
                                    

Guillermo.

Samuel había salido corriendo. Sin decirme nada, sin darme ni siquiera una explicación. No entendía nada.

Me volví a casa, me quedé sentado en el suelo, tras la puerta principal, sosteniendo el paquete que contenía su regalo. Las deportivas.

Sentía las lágrimas deslizarse por mis mejillas, no noté cuando empezaron a salir pero sí cuando llegaron empezaban a caer.

¿Es que acaso había hecho algo mal? Y si fuese así, ¿es que no merecía ni siquiera una explicación de por qué se largó así?


Rápidamente, solté el paquete a un lado y cogí mi móvil para hablarle. Le mandé como unos doce mensajes, hasta lo llamé, pero sólo quedó como una llamada perdida.

¿Por qué me hacía esto?

Me sentía completamente vacío, sin ganas de nada...

Es increíble cómo una situación podía darse la vuelta de tal forma. Lo feliz que iba hacia la cafetería y lo deprimido que me he venido hacia aquí.

Al cabo de un rato, sin poder dejar de pensar en lo ocurrido, volví a coger el móvil y le escribí de nuevo.

20:15

>> Yo: ¿Por qué te has ido?

Samuel... me tienes preocupado.

Por favor, responde.

¿Te has arrepentido nada más verme?

¿Te he dejado de gustar?

Yo... creía que después de las cosas que me decías por whatsapp...

Creía que te gustaba...

Incluso que te importaba.

No me hagas esto.

Al menos dame una explicación.

Habla conmigo, por favor.

¿Samuel? <<

21:35

>> Yo: Sólo... dime algo. <<

No tenía nada de hambre, así que me fui cuanto antes a dormir, creyendo que podría conseguirlo y dejar de pensar por un rato, pero no. No dormí en toda la noche.

Había estado todo el tiempo con el móvil en mis manos, con la esperanza de que él pudiera responderme. Pero como era de esperar, él no contestó.

Wigetta: Número equivocadoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum