15

404 47 7
                                    


-Traje pizza, por favor no cierren la puerta ¿de acuerdo? – el rostro de mi padre estaba tan pálido como el de Edward, no podía creer lo que acaba de pasar. ¿Cuántas veces le había dicho a Edward que mi padre había llegado? ¿una, dos, tres veces? No, le dije cuatro veces, pero no lo había alejado si hubiera querido lo pude haber empujado, pero no lo hice. Por alguna razón no me quería mover, por un segundo pensé que me iba a besar y no que me iba a quitar una pestaña de mis mejillas.

-Liam tenía una pestaña. - hablo Edward como si eso fuera explicación suficiente como para que mi padre no pensara a que estaba teniendo un amorío con el vecino. El chico a mi lado había levantado su dedo índice mostrando una pestaña tan pequeña que era apenas visible, en cambio mi padre no le presto mucha atención ya que me indico con la mirada que saliera para hablar un minuto.

Me aleje un poco de Edward, necesitaba espacio para pensar mejor las cosas antes de volver a hablar con él, sin duda iba a ser muy difícil explicarle a mi padre lo que acababa de pasar, aunque Edward ya había fracaso en su único intento. Apenas llevaba una semana en el pueblo y ya había encontrado a un "amigo" gay y que tenía intenciones de salir conmigo. No estaba listo para eso y lo que yo quería era seguir con una vida tranquila antes de permitirme salir con un chico que apenas había conocido. Mi padre me indico que entrara a su pequeño cuarto de estudio donde habla mantenía sus libros desordenados y sus ensayos revueltos sobre la vieja mesa de madera. No quería que mi padre pensara que era un promiscuo o que salía con tanta facilidad con chicos, su desaprobación sin duda seria como un golpe bajo. No tuve el valor de levantar la mirada una vez que había cerrado la puerta impidiendo que Edward escuchara la conversación.

-No quiero quitarte mucho tiempo con tu amigo. - dijo las palabras con tanto cuidado que podía sentir lo frágiles que eran para el decirlas, "amigo" lo hacía sentir como si le tuviera cariño, como si fuera algo cálido y dulce. Mi padre me conocía tan bien que sabía las palabras exactas que decir antes de que yo supiera que las necesitaba escuchar.

-Edward es solo un compañero. - conteste sin levantar la mirada del suelo, me daba vergüenza que viera mis mejillas sonrojadas y mis ojos completamente sorprendidos por lo que acababa de pasar. Si mi padre no hubiera interrumpido sin duda ese momento pudo haber sido nuestro primer beso, pero no fue así y esperaba que ese momento si es que llegaba fuera algo que recordara por siempre. - Ni siquiera somos amigos aun, nos acabamos de conocer.

-Tu mamá y yo nos volvimos amigos hasta que nos divorciamos. - hablo con una sonrisa en sus labios, aunque mi madre lo lastimo de la peor manera, mi padre se mostraba cariños cuando hablaba de ella, no le guardaba reconocer ni odio. Su voz continúo siendo dulce y tranquila, no me espera un regaño lleno de furia y gritos, sabía que mi padre no era ese tipo de persona. Pero también era consciente de que se avecinaba un regaño sutil y que al final del día lo estaba haciendo por mi seguridad. – Solo quiero que sepas que la vida es demasiado corta para dejar ir, no conozco a Edward, pero sé que sus padres son buenas personas. Solo ten cuidado ¿de acuerdo? Y mantén la puerta abierta, no puede haber chicos después de las diez y solo los puedes traer a la casa cuando yo esté presente ¿entendido?

Seguía manteniendo ese tono dulce y ligeramente firme, pero me reconforto el hecho de que se preocupara por mí, ambos sabíamos que yo no solía desvelarme tanto, pero lo estaba haciendo por mi seguridad. Sin duda alguna, mi padre trataba de protegerme lo más que podía sin tener que limitarme a nada, no me prohibió que Edward viniera, solo que no quería que estuviéramos solos en la casa, lo cual era entendible ya que yo no me confiaba a mí mismo junto a Edward. Asentí antes sus nuevas reglas las cuales fueron un tanto razonables, aunque si mi madre me hubiera encontrado en esa misma situación sin duda alguna me habría dado "La Charla" nuevamente antes de proporcionarme alguna protección. Pero en ese momento yo no necesitaba los consejos de madre, sino los de mi padre.

Después del Atardecer  // Edward CullenWhere stories live. Discover now