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Su casa no era lo que yo me esperaba, colores grises, un ambiente frio y la sensación de que ni siquiera Liam se sentía cómodo en aquella habitación era demasiado obvia. Su aroma tan dulce y adictivo, comenzaba a ser tan cautivador he hipnotizante al igual que sus ojos verdes que parecían sorprendidos de verme entrar a su habitación somo si yo viviera dentro de esta. Esta listo para perderme en el aroma de su cuarto, quería saber las razones por las cuales tenia las paredes de un impecable color blanco al igual que las sabanas y el armario, no es que odie ese color, pero es el simple hecho que me resultaba tan extraño no asociar lo que había ahí dentro con lo que Liam en verdad era. Yo jamás me considere un experto en el arte en la decoración de interiores, esos eran talento que poseía Esme y Alice, lo cual podía imaginarlas viendo la pequeña habitación de Liam y encontrando un mar de posibilidades para decorarlas hasta encontrar algo que le diera vida y sentido al espacio en blanco. Por un momento pensé en Esme y Carlisle, si se enteraran de que estaba en la habitación de un humano, que de nuevo volvía a caer en la adicta fragancia de la sangre humana, esto podría llegar a ser su condena, no solo tendría su desaprobación, sino que también estaba exponiéndolos a que un simple he insignificante humano se enterara. Pero por otro lado estaba el hecho de que ese humano se había vuelto mi razón de despertar, de querer conocer mas y recuperar lo que una vez había perdido. Eso era Liam, una pagina en blanco, no cometería los mismos errores de con Bella, no me daría por vencido tan fácil, lucharía por tener un poco de su afecto y de su tiempo, solo eso quería recuperar lo perdido.

Era consiente de lo que estaba haciendo, remplazando un viejo amor, pero ¿no se le llama así también cuando uno quiere seguir adelante? No quería olvidar a Bella, pero deseaba estar con Liam con la misma intensidad que con mi antiguo amor y no estaba listo para dejarlo escapar dos veces. Si lo dejara ir, era consciente de que me estaba matando a mi mismo por segunda vez y ese un castigo que no podría soportar jamás.

-Abre cualquier caja, es igual. - su voz era tranquila como si se tratara de una tarde de otoño, era cálida y suave que podía hacerme perderme en mis mismos pensamientos imaginado esa mis voces repitiéndose una y otra vez. Guardaba cada una de sus palabras en mi mente para repetirlas en los momentos que no estuviéramos juntos, los cuales me esforzaría que fueran pocos. No me rendiría tan fácil por tener una amistad, algo que cualquier persona podía conseguir, yo necesitaba su amor, deseaba ser el amor de su vida y que el fuera el mío. No me iba a conformar con algo menos que eso, me volvería el hombre perfecto para que se diera cuenta de que yo era la mejor opción para él.

Abrí la caja más cercana a mi usando las tijeras que estaban sobre un buro nuevo que tenia a lado de su cama. Mentiría si dijera que no me daba curiosidad lo que había dentro de las cajas, podía sentir el aroma a sal y a mar que estas tenían impregnado, era como si la playa y su humedad estuvieran perfumando lo que había dentro. Quería saber un poco de su vida con su madre y de lo que había dejado atrás, además de lo que había traído de California, las cosas que le eran tan imposibles dejar atrás que necesitaba tenerlas junto a él. Me imagine fotografías de niño, algunas notas o libros, tal vez unos cuantos discos que soliera escuchar en su tiempo libre, esas eran las cosas que Bella atesoraba cuando había llegado a Forks. Pero Liam era diferente y la primera caja me lo mostro. No hubo libros, ni discos, ni notas, en cambio me encontré con una extraña colección de figuras de plástico de Star Wars. No había una ni dos figuras, estaba viendo al menos una docena de estas, era la misma figura de un duendecillo verde en diferentes poses, saque las figuras de la caja con mucho cuidado, podía notar que no eran valiosas de manera monetaria pues la mayoría estaba dañada o con algunas mordidas.

- ¿Por qué ves así a Yoda? – pregunto Liam de manera hiriente como si no comprendiera mi extrañeza ante su naturaleza. Deseaba saber que pensaba en ese momento, quería saber lo que pasaba por su cabeza, pero era mas que consiente de que aquello era una perdida de tiempo, en cambio me limite a sonreírle un poco incomodo mientras enseñaba un juguete de Yoda con el brazo roto y la cabeza con marcas de mordidas pequeñas. No eran mordidas de un niño, sino de un perro, tal vez Liam había tenido un perro en su antigua casa o algún vecino. De repente me imagine a un pequeño niño con piel bronceada y cabello rubio con los ojos de un verde brillante tratando de jugar con sus figuras de Star Wars, sin duda la imagen de aquello era un deleite para mí. Podía sentir Liam había tenido una infancia al menos alegre, era la esperanza lo que me hacia pensar que un día me lo contrario. – Los puedes poner sobre el buro, aun no sé dónde ponerlos.

Contesto miento mientras sacaba de su caja unos cuantos trofeos de deportes, no me esperaba que el chico ante precavido al caminar estuviera en algún equipo y aun menos que tuviera tantos trofeos. Liam no solo saco un trofeo de la caja, sino que al menos trece trofeos de pequeño tamaño, lo que alcanzaba a leer eran por deportes como futbol, basquetbol, ajedrez y atletismo. Liam no tenía el físico de alguien que hiciera deportes, pero era consiente de que las apariencias solían engañar con mucha facilidad y yo era el vivo ejemplo de aquello.

-No pareces del tipo que hace deportes. -comente regresando mi vista a lo demás que había en la caja, fascinándome por las muchas fotografías de perros que tenía. - ¿Todos estos perros son tuyo? – pregunte mientras le mostraba algunas de las fotografías que había. Ningún perro se repetía dos veces, todas las fotografías mostraban la misma calidad y se veía el mar al fondo, las fotos eran tomadas en la playa, lo extraño era que no salía en ninguna de ellas Liam, solo estaban esos perros, los cuales la mayoría estaban con el pelo demasiado largo y sucio, algunos lucían perdidos mientras que otros parecían sacados de una competencia.

-Primero, esos trofeos son por participación, estaba en los equipos, pero me pasaba mayor parte del tiempo sentado sin hacer nada, y segundo ninguno es mío, me gusta tomarles fotos a los perros, me entretiene. - Con cada segundo que pasaba conocía mas gustos extraños de Liam, no solo sus viejos juguetes de Yoda y sus trofeos con muy poco merito, además de el extraño pasatiempo de tomar fotos a perros desconocidos. Sin duda Liam era una pequeña caja de sorpresas. A Bella la había considerado mi Perséfone, pero Liam era mi Pandora una caja que no estaba listo a perder de vista.

Aun había muchas cosas dentro de la caja que tenía frente a mí, pero el aroma de Liam era tan atrayente que necesitaba estar mas cerca de el para poder saborearlo, aunque fuera un segundo más, quería seguir sintiendo ese ardiente fuego en mi garganta, no podía dejarlo ir tan fácil. La escusa perfecta, fue encontrar una pestaña en su pómulo, era apenas visible a la vista humana, quería sentir el calor de su piel, necesitaba recordar si era tan suave como recordaba. Así que me acerque a Liam de manera tan silenciosa para poder sentir su calor golpeándome como un látigo, recordándome lo delicioso que podía llegar a ser la sangre, borre ese pensamiento y le roge a mi monstruo interior que se mantuviera cayado y alejado. Liam no sintió mi presencia estaba tan enfocado en acomodar los trofeos a un lado que no levantaba la mirada para verme. Tal vez fue el inminente silencio o la atención que había en el aire lo que había hecho que sus ojos se levantaran, encontrándose conmigo, su mirada era tan inocente como la de un venado. Liam era como ese animal, un pequeño he inofensivo venado listo para huir en cuanto hubiera algún peligro, dispuesto a buscar la protección de su familia, pero ahora se encontraba solo y desprotegido. Si hubiera deseado en ese mismo momento pude haberlo matado con tanta facilidad, que apenas hubiera tenido la oportunidad de parpadear. Mis músculos se tensaron y el veneno corría por mis venas haciendo que mis colmillos se encontraran deseoso por saborear la cálida piel de Liam. Necesitaba sentir su calor en mi boca y su sangre que corriera por mi garganta, era cuestión de segundos lo que necesita.

"NO, NI SI QUIERA LO PIENSES, CIERRA TUS SENTIDOS, TAPA TUS OIDOS, DEJA QUE TUS OJOS VEAN SOLO A UN HUMANO NO MAS NO MENOS, NO RESPIRES MAS DE LO NECESARIO" Me grite internamente, contralando a la bestia que tenía encarcelada, debía ser mas fuerte, mas astuto, tener mejor control sobre mi cuerpo y mi mente si deseaba estar con el chico. Respire muy poco aire tratando de no perderme en el aroma de Liam, en hinque de rodillas llegando a su altura. Liam se había sentado en el cálido suelo y me observaba confuso y al mismo tiempo admirándome, como si quisiera saber que ocultaba detrás de mis ojos. Podía ver su boca moverse, pero había cerrado todos mis sentidos para poder tener unos cuantos minutos sin sentir la necesidad de matarlo, era como estar en un vacío, aunque podía sentir su calor chocando con mi piel, aun así, era soportable. Acerque mi rostro al suyo lo suficiente como para que solo unos cuantos centímetros fueran necesarios para que nuestros labios se rozaran. Con mi mano, toque su mejilla lo mas suave que pude, era como si se tratara de cristal, si usara mas de la fuerza necesaria podría romperle el rostro, lastimarlo si perdía el control lo suficiente. Su cálida piel quemaba entre mis dedos, era como si tocara el sol, había olvidado lo adictivo que era el tacto humano, lo pacificamos que me podía llegar a sentir y el deseo de no parar nunca. Mis dedos tocaron la suave pestaña como si se tratara de una hoja que había caído en pleno otoño, Liam era el otoño que yo no estaba dispuesto a dejar ir.

-Traje pizza para cenar. – muy pocas veces había escuchado hablar al padre de Liam, pero sin duda alguna esta seria la vez que quedaría tatuada en su mente. Su único hijo con las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos mientras que yo le sostenía una mejilla y mi rostro tan junto al suyo que podía parecer que un beso había terminado segundos antes. 

Después del Atardecer  // Edward CullenWhere stories live. Discover now