Capítulo 8, Temporada 2

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Aquella mañana el agua y la compañía no podían tenerme mas a gusto. Entre las aguas salpicadas y las risas vi como el Amo ataviado en su fino traje nos mirada desde un lado de la piscina. Me hizo un gesto con un par de dedos para que me acercara:

—¡Salta del agua, pecesita! Ven a despedirte que no volverás a verme hasta la noche.

—¿Ira a atender sus negocios, Amo Kenji?—impulsándome con mis brazos y de un salto sali del agua para sentarme en el borde.

Kenji se acuchillo para no mojarse el traje, apartando la humedad de mi boca me beso. De no haber estado mojada aconpañaria el beso con caricias en mis hombros:

—Si, tengo asuntos que requieren de mi atención—iba a incorporarse.

—¡¡Amo Kenji!!—mi tono semi-alarmado lo retuvo—¡Por favor, cuando deba volver a salir, lléveme con usted!—al final de la frase canturreé como lo hacen los niños para hacer una petición. No me interesaban sus negocios, pero salir aunque sea para acompañarlo podría ser el principio para recuperar mi vida normal.

—¿Por qué haría eso?—encontraba fastidio en su voz y proseguí con cautela.

—Yo podría serle de ayuda—es bueno plantearles a las personas su propio beneficio en prioridad para que acepten tu propuesta—Lo apoyaría en todo lo que necesite.

—¿Así como una asistente personal?—fingió tan bien el alegre entusiasmo que me lo creí.

—Si, Amo Kenji, yo seria su asistente personal. Si me lleva con usted le serviré bien—yo tan ingenua me creí capaz de manipularlo.

—Entonces no haría ninguna diferencia que te lleve conmigo a que te quedes aquí—su sonrisa se borro al igual que la mía, abrí la boca para refutar pero él prosiguió—Dafne, yo ya tengo un asistente personal. Lo conoces, se llama Sergio, es bastante eficiente. En el hipotético caso de que consigas hacer su trabajo a la perfección no me parece que él lograra apañárselas con el tuyo ¿Por qué quieres robarle a un hombre maduro la única manera que conoce de ganarse el sustento?—elocuente en tono de burla me hacia ver que mis artimañas lejos de ser discretas se veían a leguas.

—No, Amo Kenji, solo decía que...—puso el dedo sobre mis labios.

—¡No discutas conmigo!—la frase suave pero con un gesto tajante de sus ojos—Relájate en la piscina, ve al establo, monta en tu caballo, ya que puedes ve a mimar a Belle créature, vayan al sauna o hasta a la sala de películas si quieres. Tu lugar es aquí, ¿Entendido?

—Si, Amo Kenji, le he entendido—solté lo que él quería escuchar apesadumbrada, mi mirada cayo.

—¡Mírame!—demando, últimamente mi mirada ya no le incomodaba aunque no me lo hubiera dicho sabia que era otra regla que había acabado perdiendo validez—Cuando vuelva traeré conmigo juguetes nuevos, no quiero que estés así para entonces, me pondrías de mal humor. ¿Vas a jugar animadamente con tu amo?

—Si, Amo Kenji, le hare pasar un buen rato—dije resignada, aunque sentía nervios por el tipo de juguete o la clase de juego que pretendiera que jugáramos. No albergaba temor en mi pues sabia que el juego no constaría de que me infringiera un dolor significativo o de forzarme a hacer cosas para humillarme frente a otras personas.

—Te veo a la noche—tomo su maletín y se marcho seguido de Sergio.

Me volteo y Miriam me dedica una mirada condescendiente:

—¿Hoy toca cumplir?—ella no estaba enterada de todos los detalles y yo no estaba autorizada para dárselos. Había asumido que yo era la amante/mantenida/sugarbaby del Amo. Y la verdad es que me trataba con mucho respeto a pesar de eso.

—Si, hoy toca—dije resignada ya a ser en la consciencia de mi única amiga, una simple puta privada.

—En ese caso—me sonrió en complicidad—Aprovechemos que el patrón se ha ido, ¡Vamos a alocarnos!—nos miramos como un par de colegialas a punto de hacer travesuras.

A partir de aquí el día fue como un montaje de película americana, el clásico montaje de salida de chicas con música pop en la que se presentan escenas aleatorias en las que se ve como la pasamos de fabula en algún centro comercial, practicando los pasatiempos de entretenimiento por excelencia de los gringos. Fuimos al sauna y chismorreamos animadamente con toallas envueltas en el pelo, fuimos a la sala de cine VIP y pretendimos ver una película cuando lo que acabamos haciendo fue una guerra de palomitas, Yamam como el amigo gay designado nos acompaño preparando mascarillas y haciendo una ronda de mani-pedi, emulando una especie de spa casero, brindando con la reserva especial de vinos del Amo mientras Miriam y yo le modelábamos mi nuevo guardarropa a Yaman.

Ya al caer el sol estábamos resplandecientes como acabados de salir de una estética, engalanados con buenos atuendos como si fuéramos a alguna parte y atolondradamente borrachos como si saliéramos de la recepción de una boda.

Preparábamos la cena tambaleantes y entre risas frenéticas, en su descuido a Yamam se le incendio un paño e intento ahogar el fuego. ¡Pero con el vino! Lo que provoco que se activaran los rociadores de incendio de la cocina. Que no consiguió sino avivar la fiesta. Danzamos bajo la lluvia de los rociadores riendo histéricamente, sin importarnos nada que la cena se haya echado a perder.

Al recibir la noticia de que el Amo había llegado y que me solicitaba para ir a su oficina del primer piso a llevarle un café, todos nos espantamos como niños descubiertos en desobediencia deliberada. Miriam me consiguió una toalla y Yamam preparo el café como pudo, las hornillas de la estufa estaban ahogadas y no querían encender.

Yo aun borracha recordé la regla de ir con el Amo sin ropa interior, me quite la lencería y por alguna razón en mi lógica etílica concluí que el mejor lugar para guardarla seria en el congelador. Miriam y Yamam se burlaron de lo que hice, estaban muy alcoholizados para procesar lo que vieron.

Con el pelo húmedo y el vestido empapado, con zapatos prestados de Miriam fui a llevarle el café al Amo.

—Buenas noches , mi Amo—me esforcé por hablar normalmente.

—Buenas noches, Dafne—sin levantar la vista de su laptop—¡Pon esa bandeja sobre el escritorio, desnúdate y ven a arrodillarte a mis pies!—usualmente cuando me exige estar completamente desnuda es por que va a jugar conmigo. Pero su tono y expresión seria no me invitaban a jugar, a pesar de eso hice lo que me decía—¡¡Dime!!—me clavo una mirada fría estando yo a sus pies—¡¿La has pasado bien al casi quemar mi casa?!—su potencia de voz se elevo. Lo sabia ya, Sergio me lo había dicho, él se entera de todo lo que ocurre aquí en la mansión.

Me quede muda y vi como sujetaba una fusta en la mano derecha.¡¿Iba a castigarme con ella?!¡Si las fustas se usan para disciplinar caballos!¡¡¡Auxilio!!!

Hola, mis Pequeñas Inmortales!!! Como estan?

Se que este capitulo correspondia al dia de ayer pero tuve algunos problemas con mi conexion a internet, no es que las habia olvidado. 

Pobre Dafne, ella estaba tan contenta y ahora tal parece que va a ser castigada... ¿o ustedes que creen? 

Nos leemos un unos minutos. 

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora