Capítulo 2, Temporada 1

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Paseo su mano desde su cabeza, por su espina dorsal hasta su baja espalda. Pasando por la curva de su cadera y el dorso de su muslo.

— ¡Perfecta!—exclamó gustoso.

—Y es una tierna virgen—aseguro uno de los rinos.

El hombre del bonito traje río entre dientes.

—Siempre me dicen lo mismo. A todas las quieren vender como nuevas—bufo.

—Si no me cree puede probarla—le ofrecieron un guante de látex, el cual rechazo. Dafne se preocupó. ¿Qué pensarían hacerle?

Poso su mano bajo su barbilla y puso dos dedos en sus labios.

— ¡Abre la boca, gatita!—la amenazo uno de los gorilas. Le introdujo los dedos en la boca y los froto contra su lengua observándola con mucha atención. De repente ahondo la penetración acercándose a su úvula y provocándole arcadas, las cuales contuvo con éxito.

El hombre esbozo una sonrisa torcida. Dafne estaba sumida en la vergüenza. Hablaban de ella como de un animal. Y lo hacían expresándose de manera tan cruda y abominable. Sintió los dedos de él deslizarse hacia abajo en su vientre:

— ¡No! Se lo ruego—intento sacudirse la mano.

— ¡Callada!—le ordeno tomándola de la barbilla con la otra mano.

Sintió un pellizco en la delicada piel de la entrepierna y chilló. Le intento introducir dos dedos en la vagina y ella a pesar de tener las piernas abiertas, flexiono los músculos vaginales en un impulso por protegerse de la invasión.

— ¡Lo ve!—le señalo uno de los gigantes—No puede ni entrar. Porque nunca ha sido usada.

—No puedo entrar porque esta fruncida por el temor—rápidamente y antes de que pudiera protestar, le introdujo un dedo en el recto. Lo cual la lastimo y se retorció asustada—Uno de tres. No está mal.

Saco el dedo lentamente y un hombre rubio pequeño le ofreció una toalla húmeda con la que se limpió, regresándola al rubio que la guardo en su chaqueta.

La gente en el público se revolvía expectante y los gorilas lo notaron. La voz en el alto parlante corto la tensión del ambiente:

-¡Aun no es tarde!¿Alguien tiene una oferta superior?

Algunos en el público ponían cara de pensativos, secreteaban con sus compañeros.

— ¿Quién da $$$$$? (un precio tan solo un poco por encima de lo que ofreció el hombre del traje gris).

Dafne se alarmo, su comprador observaba inmutable como la puja pretendía continuar. Sintió temor. Abandono su posición para acercarse a él, que había vuelto a ponerse en pie. Entre sus manos aun atadas tomo una de las suyas, volteo a verla inmediatamente.

— ¡Lléveme con usted! ¡Se lo ruego!—suplico ella aferrándose a su última esperanza.

Se sacudió su agarre en un gesto desenfadado y dijo:

—Tu no me dirás que hacer—su frialdad la atemorizo. ¿Se habría molestado? ¿Se habría arrepentido? ¿O están solo que no pretendía pagar más de lo que ya había ofrecido?

Entonces lo vio levantar la mano derecha, colocando la izquierda sobre su cabeza:

—Agregadle el 20% de $$$$$(su oferta) a lo que ya he ofrecido, en efectivo, y esa es mi oferta final—ya los cuchicheos dejaron de existir y esa fue la señal.

—¡¡Vendida al hombre del Armani!! ¡Felicitaciones! ¡Muy buena compra!—y así fue, él había cumplido. La sacaría de aquél lugar, la llevaría con él.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now