Capítulo 3

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6 HORAS ANTES

En una oficina, se encontraba un muy preocupado Arturo Johnson. Hace aproximadamente 5 meses había recibido una muy buena propuesta, sobre comprar acciones de un empresa que recién empezaba a surgir. Al principio pensaba que no le convenía comprar acciones a una empresa así, porque el ya tenia una gran empresa, y sobre todo le iba muy bien, sin embargo su ambición por el dinero, y el hecho de que la persona encargada de la empresa le habló sobre los beneficios, que esta alianza podría generar, decidió aceptar.

Pero todo no salió como lo tenía planeado.

Al principio pensaba, que los trámites se habían alargado, porque después de haber dado la cantidad de dinero acordada y firmar los papeles del contrato, la persona encargada no se había vuelto a comunicar con el. El lo busco a como diera lugar, pero no pudo encontrar alguna pista sobre su paradero, era como si no existiera o nunca hubiera existido.

Contrató un investigador privado para que pudiera encontrarlo a él o a la empresa, pero aun así y con todos los recursos disponibles, no pudieron encontrarlo y se llegó a la conclusión de que no existía ni la persona ni la empresa.

Cuando se enteró de que no existía, ni la supuesta persona encargada ni la empresa, sintió como su mundo se derrumbo. Había dado una cantidad bastante alta de dinero, confiado en que el dinero se vería regresado en las ganancias que generará la empresa.

El dinero se dio por perdido, pero fue ahí cuando empezó su problema, porque tuvo que retirar grandes cantidades de dinero de sus cuentas bancarias, que generaron varios problemas a su empresa y sobre todo a los contratos que tenía con otras, al no poder cumplir con la cantidad de producción.

Cansado, preocupado, tuvo que recurrir a pedir un préstamo, con uno de sus socios, sin embargo, eso no soluciono ni siquiera una parte de sus problemas. Y ahí estaba, con un préstamo que tenía que pagar y una empresa al borde de la bancarrota.

Sentado en su oficina, solo se la pasaba pensando sobre lo que iba a hacer, pero todas sus opciones se estaban acabando, y no quería preocupar a su esposa y a su hija, su pequeña hija que adora con todo su corazón y está muy orgulloso de ella. Solo el tenia que cargar con la preocupación y eso haría.

Interrumpiendo sus pensamientos, tocaron la puerta.

—Adelante —. Respondió —Dije que no quería que me molestaran —añadió un poco enojado.

—Lo sé señor, pero es que el señor Harrison no deja de insistir en hablar con usted —argumento  con timidez su secretaria, no quería que la regañara.

—Bueno... Está bien —suspiro y se tocó con sus dedos la frente —hazlo pasar.

—Si señor, con permiso —dijo y se retiró de la oficina.

A sus problemas se le sumó uno, el préstamo que le pidió a Roberto Harrison. Su plazo de pago ya estaba vencido, y el aun no tenia la cantidad suficiente como para pagarle, y sabía que Roberto lo que menos tenia es tolerancia, menos si se trataba de negocios. Tocaron la puerta y al recibir un asentimiento un señor algo mayor, que portaba un elegante traje negro se adentro a la oficina.

—Buenas tardes Arturo —dijo Roberto al llegar junto al escritorio.

—Buenas tardes Roberto —respondió Arturo

—¿Qué ha pasado con tu problema? —tomó asiento en una de las sillas frente a él.

—Pues...todo sigue igual, no he podido recuperar el dinero que necesito, y como se a que vienes, te digo que todavía no tengo el dinero que me prestaste —respondió directo.

El Contrato ©Where stories live. Discover now