Capítulo 10

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—Te ves hermosa con ese vestido —murmura Alya que está sentada en el
borde de la cama con un tazón de palomitas en sus manos.

Sonrió frente al espejo mirándome fijamente, pasando la vista una y otra vez en el para ver mi reflejo.

Suspiro.

Hoy por la mañana me acompañó al centro comercial, para poder elegir un vestido para la cena de esta noche. No soy mucho de usar vestidos, pero una parte de mi quería hacerlo, para verme un poco más formal y no quedar como una niña malcriada. Tal vez parezca tonto, el ponerme algo con lo que no estoy muy familiarizada, pero no voy a entrar a una etapa de rebeldía al hacer algo que no estaba en mis planes, es algo que ya pasó, y de nada sirve que lo reniegue, que haga un berrinche, porque de lo único que estoy segura es que haga lo que haga, las cosas no van a cambiar.

Tomó la brocha con rubor y lentamente la pasó por mis mejillas, por último me aplico un labial de color claro. Me giró hacia Alya y me siento a su lado.

—Ey, no estés triste —susurra al ver mi semblante.

—No sólo es eso, estoy nerviosa —admito.

Su mirada recae en mí y una sutil sonrisa se dibuja en sus labios.

—Es normal que estés nerviosa, no estás acostumbrada a conocer gente nueva todos los días, ese es mi trabajo —sonrió —. No te puedo decir que hagas algo que no sueles hacer, solamente se tu, si esto que estás haciendo fue sin tu consentimiento, tienes derecho a ser quien eres, y de una vez te van conociendo tal y como eres y te aseguro que les vas a agradar, como a todas las personas que te han conocido.

Suspiro.

Tiene mucha razón y de hecho pensaba hacer eso, ser tal cual soy, no quiero aparentar algo que no es usual en mi. Pero lo que ella no sabe, es que estoy nerviosa por conocer a Christopher, tal vez suene raro, pero al pensar en él, una oleada de nervios se instala en todo mi cuerpo.

Tengo que despejar mi mente.

—Toma —me pasa los tacones que estaban en la cama y me los calzo.

Me levanto y me inspeccionó por última vez. Giró y miró el reloj sobre la mesita de noche, ya casi viene por mi mamá.

—Estás hermosa —Alya se posiciona detrás de mí tomándome por los hombros.

—Gracias —susurró dándole una palmada a su mano.

De pronto tocan la puerta y se que ya vienen por mi. Suspiro. Alya abre la puerta, entra mamá ya arreglada. Al verme una sonrisa se dibuja en sus labios. Camina lentamente, se detiene frente a mi y deposita un beso en mi frente.

—Estás hermosa mi niña —susurra y yo le regaló una sonrisa.

—Bueno... es hora mi niña —me mira a los ojos y se aclara la garganta —. Yo se que esto no lo tenías planeado, y sinceramente fue lo que menos me paso por la cabeza que pasaría por tu vida en estos momentos, pero, tienes que ser fuerte, yo se que es difícil, y no te diré que te entiendo porque no estaría siendo sincera, lo único que te puedo decir es que eres la persona más valiente que he conocido en el mundo entero, tienes que ser fuerte... como lo has sido muchas veces mas —toma mis manos —y si hay algo que no te agrade o simplemente no te sientes cómoda con esto, tu papá y yo lo entenderemos perfectamente, créeme que para nosotros es más importante tu bienestar y salud sobre cualquier cosa.

Yo más que nadie se que sus palabras son ciertas, mi mamá es una persona que me ha brindado todo su apoyo y cariño y agradezco mucho que haya sido así. Su preocupación por mi bienestar me reconforta, se que si algo no sale bien puedo acudir a ella y lo que hara será sentarse a mi lado, escuchar cada una de mis palabras, y al final orientarme con el consejo que me brindará.

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